Actualidad.

El tiempo corre que se las pela. Pero no así la actualidad. Escribir sobre tan ingrata dama es un drama. La vida de un artículo, de un post o de cualquier escrito, es más que corta: efímera.

 Y para postre: ingratitud. Uno no recibe sino reproches o comentarios lejanísimos del estilo “¡qué bien escribes aunque no entiendo nada!”.

 Nada, escribiremos como en párvulos y veremos si molestamos igual, porque curiosamente ya me he visto confrontado con cerebros llenos de escasez neuronal haciendo el payaso, sin referirme para nada a tan noble profesión. Básicamente porque el payaso es un valiente que, como el actor de teatro, se enfrenta a un público a pelo. Y con los que yo me he visto las caras no son sino ratas tirando a cobardicas: doble repugnante condición.

 Vaya dedicado este breve post a ellas: ratas cobardes que esputan fluidos y nunca razonan. Vaya dedicada esta carcajada que literalmente ahora suelto a todos vosotros: ¿si no les gusto -me pregunto- para qué me leen, y encima les molesta más en formato “papel”? ¿Lo hacéis para saber qué dice el enemigo? Yo escojo los enemigos con más gusto -mucho más- que vosotros, cariñines.

 Y vaya también dedicado el presente escrito a mis amigos, que todavía los tengo, y a mí, porque también necesito ánimos, ya que la actualidad también mata.

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Música…

musica  Hace años, demasiados, una hermana mía me preguntó si prefería un mundo sin mujeres o sin música. Corrí a responder que sin música: ¡mierda de tradición: ¿quieres más a papá o a mamá, carne o pescado, verdura o legumbre, vino o cerveza, hombres o mujeres?! Tanta jodida disyuntiva no puede, no debe, ser normal.

   Al final mi vida se rige por canciones que me recuerdan a mujeres o por éstas que me recuerdan a aquéllas. ¡Y en cuanto a favoritismos sexuales, por favor! Soy consciente que es perfectamente natural preferir “pescado y carne” o viceversa.

   Pero lo que ha hecho de mí alguien que no fuera un cretino ha sido la música. Ella es The Animals, ella es The Kinks, Beatles, Rollings, Eric Burdon en solitario, The Who, The Doors, pero también Eskorbuto, los Tijuana, MCD, y no me olvido de la sangre fresca y joven como los geniales Jet que ahora escucho.

   Dejo en el tintero a los más antiguos: la inolvidable e inigualable Billie Holiday, Otis Redding, Johnny Cash y tantísimos otros.

   No puedo rendir tributo a todos aquellos que me hicieron pasar ratos tan agradables como una botella de vino o de cerveza (bebidas espirituosas en general). No, y sería un acto realmente repugnante por mi parte olvidarme de los Pistols, de Motorhead, de tantísimos que no hay cuartillas virtuales o en papel donde quepan todos (incluyendo a mi querido Tchaikovsky y sus canciones más melancólicas).

   Si uno es lo que lee, también lo que escucha. Y si algo no te vuelve un idiota pedante es el Rock. Y si algo te recuerda que antes que estudiar a distancia estudiaste en la Universidad de la Calle, ello sólo lo consigue el Rock. Y si algo te recuerda tu primera vez en todo: tenemos la misma respuesta.

   Nada es comparable a escuchar a buen colega –virtuoso donde los haya- dedicarse a tocar el piano la canción que a ti te deje elegir al alimón. Y de oído puro y duro, oigan.

   Si nada hay como un colega que sepa de música, menos aún hay que un colega que sea un perfecto jazz-man. Un tipo que no dejándose llevar por las omnipresentes corrientes musicales del momento, sepa ser un sagrado islote de sano individualismo. De canalla individuo y, sin embargo, amable compañero de ruta de todo aquel que sienta la música con piel de gallina resfriada.

   Nada hay como alguien que se da por entero a algo. Más aún a un instrumento con el que hacer sentir a quien escucha lo que éste desee.

   En mi último caso fue  a Jessy Norman en el Herodes Ático ateniense cantando “Summertime”.

  P.S.: De nuevo truhán, te lo dedico a Vos, querido Juanma. Necesito urgentemente echar unos licores contigo y el piano, el bajo, lo que deba ser…a tu conveniencia. Los Lunnys al sol es algo que me debes… y lo sabes, gañán…

 

Iñaki Oneca Agurruza.

(Para servir al Eterno Motor Inmóvil  Creador sin saberlo y a Vd.)

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A las barricadas por las telenovelas.

 Perdónenme, vaya por delante mi absoluta falta de rigor hablando de tal formato televisivo. De verdad, perdónenme. Pero siendo puro entretenimiento, al cual también tenemos derecho los humanos ante una vida vertiginosa y llena de preocupaciones, también es cierto que dicho producto es susceptible de ser intervenido por papá Estado. En Venezuela, perdón, en la República Bolivariana de Venezuela, así es. El Estado no deja margen a la intimidad, al individuo. Y ahora Chávez la toma con uno de los productos televisivos que más dinero mueve en su queridísima patria: las telenovelas (antaño culebrones, si mal no recuerdo). Y es que el sátrapa quiere que «las telenovelas sean más socialistas«, pontifica.

 No pocos biempensantes ante mi escepticismo por sus proclamas paradójicamente anacrónicas sobre «el socialismo del siglo XXI«, que gritaba como un poseso al lado de una imagen de Jesucristo y de otra del Che Guevara; no pocos biempensantes (cándidos a la manera volteriana, más bien) dieron un giro comentándome su preocupación por querer conformar un partido único. Es decir, hacer del Movimiento Vª República de una coalición a un Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV), es decir, un partido-Estado. 

  ¿Pero tan poquito hemos aprendido de la pasada centuria?: era y es la consecución lógica. La perpetuación en el poder de un «tirano banderas» cualquiera pasa, por aquellos pagos, por hacer un partido único a la manera soviética pero con más gracia (el Caribe es el Caribe, señores). El resultado, igualmente, es la aniquilación total del individuo como tal. De su dignidad y de su libertad. Subsumiendo todo ello a la masa: patria o muerte. Amén.

  Tras su asalto a los medios de comunicación opositores -mayoritarios- y la creación de «universidades del pueblo» que son pisos en donde se adoctrina al por mayor, lo siguiente estaba cantado: también la diversión será del Estado. Y la chica de vida disipada socializará sus relaciones sexuales con ricos y pobres por igual (pero más con éstos); el pérfido malo malísimo tendrá nombre y apellidos yanquis y un mote: «El pitiyanqui«; la mujer de la limpieza dará un golpe de Estado aniquilando mocho en mano a todo explotador que le diga que es una cotilla y el pícaro mayordomo que se acostaba con la señora de la casa de al lado a cambio de información, será castrado en plaza pública para mayor demostración de qué hacer con «los enemigos de clase». Falta -tampoco quiero dar ideas- cómo no, la vestimenta totalmente idéntica de todos los personajes: de uniformado rojo rojísimo (rojo sangre) y boina calada. Hasta cuando una despechada se dé a la bebida será una bebida del Estado, como el asqueroso vodka «de la victoria» que tuviera que beber Winston Smith en «1984«. A veces me pregunto si habrá leído Hugo Chávez dicha obra del bueno de Orwell: me temo que mi conclusión es afirmativa, pero no puede, no sabe leer la crítica a tan odioso sistema que todo lo invade.

  Cámbiese «Victoria» por «Bolivariano» y las próximas telenovelas llevarán tal nombre al igual que el ron, los cigarrillos y los coches que en ellas aparezcan. Mientras, el Bolívar va a ser devaluado y la gente acude en desbandada a los comercios ante la subida de precios de un 50% y el país se ve mermado por la crisis capitalista que tanta barata y bravucona ironía produjo en este Tirano Banderas. Así, los miembros del PSUV se arroparán desfilando con más hambre y más conciencia de clase cantando aquella vieja canción republicana con tintes actuales: «a las barricadas revolucionarias, por el triunfo de la telenovela«.

  Es, para desgracia de los venezolanos, el triunfo de quien quiere convertir su vida en una bolivariana telenovela a modo de nueva caverna platónica.

 P.S.: De bien nacido es ser agradecido, gracias DIARIO DE NOTICIAS: http://www.noticiasdenavarra.com/2010/01/17/politica/a-las-barricadas-por-las-telenovelas

 Iñaki Oneca Agurruza.

 

 

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Morir en el Ulster.

omagh_terror

En Irlanda del Norte, de nuevo, se avivan fuegos apagados: un perpetuo desgajamiento del movimiento terrorista IRA así lo atestigua atendiendo a su historial. Grupo de orígenes decimonónicos, con Michael Collins a la cabeza consiguió un “Estado independiente” insuficiente para los maximalistas del lugar. Dicho grupo también fue la herramienta que empleara en una guerra civil Éamon de Valera, hasta conseguir aniquilar a Collins.

De Valera, viéndose ya en su ansiadísimo poder, consigue su añorada “República independiente” olvidando su reivindicación  sobre los seis norteños condados, que seguirán bajo dominio británico. Pero llegados ya los 60, el IRA norteño (prohibido en la República) no hace sino hablar –como casi todos los grupos terroristas de la época- de la “lucha de clases”, de terminar con la “burguesía” promulgando incluso, la unión de trabajadores católicos y protestantes para conseguir dichos fines. Es el momento del primer gran desgajamiento: un ultranacionalista IRA Provisional (Provos) dan su coup d’etat asesinando incluso a antiguos conmilitones. Es la escisión más duradera, alimentada por el denominado e infame “Domingo Sangriento” que, por la torpeza de los paracaidistas británicos, hizo que el incipiente movimiento pacífico por los derechos civiles quedara arrinconado, en beneficio del reforzado y nuevo IRA. De ahí al “Viernes sangriento”: veintidós bombas en una sola noche sacudieron Belfast asesinando a nueve personas.  Pero el IRA cambió lucha por compromisos en inteligentes y no poco aguerridos  movimientos a mediados de los 90. No obstante y como en toda historia nacionalista, dos grupos nuevos disidentes: el CIRA (IRA de Continuidad) y el RIRA (Real-IRA o IRA Auténtico, como traducimos aquí), hacen su aparición. Grupúsculos extremistas que no entienden de negociaciones, pero sin apoyo popular e incluso con la hostilidad manifiesta de la comunidad nacionalista y católica. Si el antiguo INLA, una especie de Frente de Liberación Nacional de tinte irlandés, era acoquinado en sus propios pisos francos por sus vecinos pro IRA y Sinn Fein, estos nuevos hijos del IRA sufrieron lo propio.

Pero hace un año comenzaron nuevos atentados y yo entonces leía en un interesante reportaje que se había llegado a encontrar en un piso franco a “un decrépito terrorista” contando batallitas a críos ávidos de acción. Críos, hijos de la crisis que a todos nos atenaza, que no conocieron los años de plomo y cruces de atentados entre paramilitares y republicanos.  A tan tierna edad se cree poder vencer la muerte o que ésta es un precioso tesoro guardado para los salvadores de la patria. En su mundo la dignidad individual no existe, sólo la colectividad manda. Hasta la muerte se imaginan, desfilando de victoria en victoria, hasta la derrota final. Es el grave problema que quiere, y todavía puede ser, la violencia en el Ulster: una auténtica guerra civil. Cabe recordar, para mentes obtusas dadas a ver westerns de buenos y malos, las enormes diferencias con lo que por aquí pueda suceder. Cabe recordar cuando se levantaban los diferentes muros para separar barrios enteros en Belfast y otras ciudades, los protestantes o los católicos que tenían que dejar una zona, lo hacían dejando las llaves del gas abiertas para sus nuevos moradores. Y eso lo dice todo un Gerry Adams en su autobiografía “Antes del Amanecer”.

Cabe recordar que por encima de dichos muros, volaban cócteles molotov arrojados por señoras con pinta de amas de casa. Caben recordar también, los comunicados del IRA llamando a la población republicano-católica a no provocar disturbios en los anacrónicos desfiles veraniegos de sus contrarios.

Pero las criaturas que montaron enormes algaradas el pasado año así como atentados contra militares pero, sobre todo, contra agentes católicos de la nueva policía del Ulster (PSNI), no entienden de buscar empleo. Los últimos policías asesinados eran católicos animados a emplearse por la nueva supuesta situación política,  viendo cómo quedaba atrás la sectaria Policía Real del Ulster (RUC). Mas en Milltown Road, el pasado ocho de enero, Peader Heffron de 33 años, fue atacado con un explosivo por sus vecinos católicos. En uno de los últimos atentados del pasado año, en Craigavon, murió otro policía católico a manos de un crío de 17 años de un barrio cercano al suyo. Son, como digo, hijos de la crisis. Niñatos que se creen invencibles o, peor aún, mártires.

No sabiendo morir hacen buenas las palabras del filósofo rumano Emile Cioran: “Los antiguos sabían morir. Elevarse por encima de la muerte fue el ideal constante de su sabiduría”. Nadie cree ya en los antiguos, en el Ulster al menos. Y nadie sabe morir ni pensar en la muerte, algo tan obvio que no es propio de sabios, como defendía Epicuro.

Y todo el mundo piensa, teme, una palabra: Omagh. Muerte.

 

Imagen: Omagh, el Horror. ¿Es bueno tener memoria?

 P.S.: Gracias a DIARIO DE NOTICIAS por su publicación en «papel»: http://noticiasdenavarra.com/2010/01/14/mundo/morir-en-el-ulster y al periódico del mismo grupo, NOTICIAS DE GIPUZKOA:[Enlace roto.]

Iñaki Oneca Agurruza.

 

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Mercenarios

Un amigo me hacía referencia a una entrevista en un periódico de ámbito nacional del ignominioso Ilich Ramírez: esa reliquia de la para mí Tercera Guerra Mundial que constituyó la Guerra Fría. Esa reliquia, juguete roto, amalgama de cosmovisiones que todo lo explican: estalinismo e islamismo. Un primor. 

«Yo a los 14 años, en enero de 1964, entré en las Juventudes Comunistas de Venezuela. Y hasta el día de hoy no he cambiado un pelo. Sigo siendo comunista. No soy un tipo dogmático…», menos pelos tiene, dogmático sigue siendo igual. El preboste presume de leer mucho, bien, no le ha servido y ello se ve en tan antitética frase. 

¿Qué esperar de semejante matarife que no sólo mató pagado o apoyado militarmente por países amigos – y no amigos – así como de sus servicios secretos? «Soldado de fortuna» llaman los norteamericanos a lo que aquí conocemos como simples «mercenarios«. Eso, y no otra cosa, es este juguetito roto que al final cayó en manos del siniestro espía Philippe Rondot, implicado a su vez en la trama de micrófonos e intereses ocultos de Chirac y Villepin para hacer caer en desgracia a Sarkozy. Asco, asco por la condición humana en ese submundo lleno de secretitos y de chusma que dice querer salvar al humano aniquilándolo. 

Nunca, nadie, ha dicho ni una palabra de que en el Elíseo parisino siempre hubo más micrófonos que en vida tuvo Nixon, el socialdemócrata Mitterrand en ello fue un artista. 

La política es pura conspiración, un brillante florentino lo supo en plenos siglos XV y XVI. Pero que todavía haya que leer y escuchar a gentuza inmunda como a este «bon vivant» que juega a marxista-leninista-yihadista a través de sus alocuciones, habiendo asesinado a seres humanos de toda condición, edad, sexo y clase, cosas del estilo: «Uno es mujeriego, le gusta beber caña, ron, buen vino, y ahora que soy musulmán, no debería hacerlo: de hecho, no lo hago porque estoy preso«; llama a la náusea.

 Es el drama del idiota que sigue siendo idiota desde el año 1964 y dice que no es dogmático.

Aristóteles vería en él una anormalidad de la Naturaleza.

 Imagen: la de un idiota, peligroso, pero idiota.

 
Iñaki Oneca Agurruza.
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Una cena con amigos…

morrisonPrefiero una cena con amigos a una familia numerosa”: frase del juglar del rock que siempre me acompañó en noches de exceso y neón. Largas avenidas iluminadas eran atravesadas a toda velocidad, casi sin gente, y que nos dejaban de recordar su condición de arterias urbanas. Eso quedaba para quien tuviera que madrugar en unas horas.

Tiempos de aceleración, de no pensar salvo estando de resaca, de pensar que cualquier cosa era posible en cualquier momento del día: noche o no.

La ciudad era – todavía es para mí – la musa que me inspira. Pero ya no la recorro como antaño en plena noche pegando alaridos entre bar y bar. Bebiéndonos el frenesí de unas jornadas que pasaban como un segundo – pero repletas de anécdotas increíbles – gustábamos de recordar las aventuras pasadas, ya en pleno “día del señor”…amén.

Y siempre espetaba con amigos y en momentos en que me iluminaban la jeta (a pesar de la neblina londinense con olor a tabaco) estupendos carteles anunciadores de un whisky o una cerveza de largo recorrido existencial, la dichosa frase que aquel poeta musical tan sumamente autodestructivo, pero inteligente, dijo: “prefiero una cena con amigos a una familia numerosa”.

En eso no hemos cambiado, a pesar de que uno puede exhibir, cual león presumido, las cicatrices de la vida que imponen un respeto.

Pero no, esto de empapuzarnos de alcohol y dulces por decreto, no es lo mío. No debe ser lo mío. No debe ser lo nuestro: librepensadores de mil colorines. Porque humanos somos, nadie es igual a nadie. Es lo más divertido de todo. También lo que más preocupaciones nos acarrea.

No, emborrachémonos por ser el día que nos apetezca. Por cruzarnos en la calle, de nuevo la calle, con un viejo amigo. Hagamos también lo contrario por las mismas razones: hacer deporte por ejemplo. Para mí deporte y borracheras sin fin iban unidos antaño.

Respondamos al empalagoso ambiente navideño, más inmoral e hipócrita que nunca para desempleados y trabajadores que sufren superestructuras repugnantes como los sindicatos y la “casta política”. Recordemos esta “dictadura silenciosa” como yo la denomino, en que trabajadores de toda laya no se atreven a decir que han sido despedidos o de que cobran una miseria.

Mas hagamos caso omiso: a quienes les gusten “estas entrañables fechas”, que las disfruten. Pero no molesten más por favor: lecciones de horterismo nos sobran. Tenemos derecho a celebrar lo que queramos sin tener que coincidir con Vds. en nada, menos en esa exacerbación del mal gusto que pretende adornar las mismas calles que adoré. Los mismos balcones, donde muñequitos de carboneros compiten con dueños de trineos en el súmmum de la estupidez humana, adornados de luminosa irracionalidad.

Al fin y a la postre, “una cena con amigos” puede sorprendernos en cualquier momento. Gracias a ningún dios y gracias a la philia que tanto reclamara Aristóteles.

Y gracias a tanto librepensador que tan poco abundan en este pueblo.

Y gracias, gracias siempre a los amigos.

Imagen: «El poeta de la Muerte» que dieron en llamar algunos a Jim Morrison. Yo sigo admirando su sensible inteligencia mientras escucho Backdoor Man.

 

Iñaki Oneca Agurruza.

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El desafío de los salvapatrias.

Un comunicado a gritos. Nada más. Nada nuevo. Otra vez los gritos. Los gritos que los autores de tal papelucho provocan en víctimas: directas, familiares de las anteriores, la de miles de chavales a quienes corrompen el cerebro y a sus familias…

Pero me gusta su “desafío”: no contemplo la Filosofía como sedentarismo intelectual. No, hay que tomar partido aun sabiendo que no se tiene la razón en todo.

Emplean, pues, la palabra “desafío” en forma de preguntas que yo recojo y respondo de manera inusualmente breve en mí:

¿estarían dispuestos a respetar un proceso en el que los territorios vascos decidan sobre su futuro político?: territorios que bien pudieran acaparar la bureba castellana, la Rioja, etcétera. La diferencia entre Historia e historicismo la da Nietzsche al hablar de cómo los nacionalistas amantes del historicismo de su época, de tanto mirar hacia atrás se convertían en cangrejos: siempre pensando hacia atrás.

¿estarían dispuestos a respetar la decisión de la mayoría de la ciudadanía vasca en caso de que se decantara por la independencia, y a dar los pasos necesarios?: dependiendo de qué ciudadanía hablan estos augures. Y respondo a la gallega: ¿saben algo del concepto “ciudadanía” y del pensamiento contractual? ¿Y si saliera la decisión contraria, la aceptarían Vds.?

¿Están dispuestos a preguntar a los habitantes de los territorios que están bajo su dominio, sin límites y de modo abierto, sobre su futuro político?: sin los límites que, quieran o no, existen entre dos comunidades diferenciadas (y una tercera en el caso de “Iparralde”), supongo. Teniendo en cuenta el tortuoso camino a través de la Constitución aprobada por un sujeto político del cual forman parte, quieran o no, tal vez debieran plantearse hacer tantas preguntas al viento.

Lo demás: siento que los escépticos casi siempre tengamos razón. Escribí en este mismo blog mis certezas de que en 2005/2006 la tregua, paro indefinido o como quieran pervertir el lenguaje y los conceptos, que aquello, en fin, no era creíble. El maximalismo les ciega y los hace predecibles.

Pregunto: ¿estarían Vds. dispuestos a aceptar una consulta en que se preguntara por la continuidad de su terrorismo? (los zapatistas lo hicieron, si les sirve de ejemplo).

Pero no caben ilusiones de quien hace tan burdas preguntas viciadísimas y a modo de chantaje que movería a risa si no tuvieran funestas consecuencias.

Es la retórica de los salvapatrias.

Nada más.

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Filosófico otoño

Pudiera parecer un pleonasmo el título de hoy: para mí lo es. Mañana, al límite del día, comienza el otoño.

Pero el otoño no entiende de fechas y veo clarear las hojas ya a un amarillo que anhela el color ocre que tanto me recuerda cualquier ciclo vital. Verde, amarillo, ocre y al caer, ennegrecida y crujiente, la hoja es ya cómoda alfombra.

No poco masoquismo habita en mí todos los años: la de aquél que ama la nostalgia y la melancolía de un otoño lejos del estrés urbanita.

Y me zambullo en las hojas de mis libros como en una montaña, como las que elaborábamos cuando críos con hojas de árboles caídas como materia prima en el patio del colegio o en plena calle: auténtico refugio acolchado. El mismo refugio busco en las hojas de Schopenhauer, ese bendito sabio viejo escéptico: a mí también me ha guiado y me guía desear tan poco y conocer tanto como a él…y hete aquí el inicio de mi otoñal melancolía.

Me hallo muy por encima de politicastros ociosos discutiendo quién nos roba más, quién nos miente peor (ya sólo pido de un “servidor público” que me mienta bien, pues ni a ello llegan) y de aduladores con aviesas intenciones. Lejos también de fanáticos del terruño y “la sangre propia” que Nietzsche, en uno de sus demoledores aforismos, tan bien criticara: “El que odia o desprecia la sangre extraña no es aún un individuo, sino una especie de protoplasma humano” (“Aforismos”, Friedrich Wilhelm Nietzsche).

Y es que el amor exagerado por la sangre, el territorio (siempre ficticio en sus fronteras políticas, repito, políticas), a las propias costumbres y al propio folclore, conllevan como consecuencia directa de tamaña causa: la xenofobia, el racismo.

Pero me aparto de todo ello y pienso cómo volverá a estar el monte en unos días. Cómo tal vez me convenga perderme un poco en él, a pesar de dolencias musculares con que este otoño maldito, al que tanto amo, me castiga. Amor maldito. No hay otro.

Y pienso en mil lugares cercanos, ya multicolores y oliendo a setas. Es la vida en sí: los sentidos que sólo fanáticos religiosos repudian. La vida son los sentidos y en la mía, cobran mayor importancia si cabe.

Y el sentido de la lectura, de la razón, se apodera de mí aconsejándome fielmente y arropándome como una montaña de hojas caídas de mil árboles: “(…) uno debe sobreponerse a la tendencia natural a la sociabilidad y esforzarse en dosificar cuidadosamente la confianza…” (“El arte de conocerse a sí mismo”. Arthur Schopenhauer).

Es uno de los mejores consejos que he recibido y siempre conlleva en sí, a mi parecer, el otoño donde guarecerse dosificando la confianza cuidándome de mediocres y pelmas que husmean alrededor.

Sólo así se puede llegar a la máxima de Shakespeare y de la cual se hace eco Schopenhauer:

“Ante todo, sé fiel a ti mismo, y te seguirá, como sigue la noche al día, Que no podrás ser falso con nadie” (“Hamlet”, Shakespeare).

Sólo así, pues, protegido por interminables árboles que dejan caer elegantemente sus hojas sobre uno en un bosque o en el cálido escondite de mi biblioteca dejando pasar las hojas entre las manos, llega uno a tan gratas como subjetivas conclusiones.

Seguir siendo fiel a uno mismo en este ya otoñal jardín lleno de hojas de árboles y de libros: ello me hace no engañar a nadie y sólo congeniar sinceramente con quien más se lo merece, haya acuerdos o no.

Es, me temo, el inicio de otro filosófico otoño para mí.

Espero lo sea también para Vds.

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Oráculo Egeo.

El Egeo con mal despertar puede ser de lo más traicionero. Y aquel lejano día así estaba: en lontananza pareciendo tranquilo para, en barco, transformarse en mareante, inestable y picado suelo.

Y allí estábamos, justo a las mismas horas en que Manhattan sufría un teocrático ataque que a todos, los más, nos hizo cambiar a mejor en cuanto a interés analítico del bicho humano. Atrás dejamos el estúpido sentimiento –no racional por tanto- antiamericano. Nadie lo hace todo bien, menos en los Estados Unidos. Pero el antiamericanismo, como bien vio el Jean-François Revel más liberal y ateo que nunca, es cosa de imbéciles. Vestigio patético de la nostalgia de “otra cosa” que nunca funcionó: ni a la soviética, ni a la rumana, ni a la yugoslava, ni a la albanesa. El comunismo no funcionó. El socialismo real resultó de lo más irreal y cruel.

Pero era el Egeo el que nos hacía ver, ora el mar, ora el cielo heleno en un terrible vaivén camino de Naxos desde Atenas, como pronosticando la noticia agitadamente.

Los isleños se pegaban como más de medio mundo, al televisor. Mi compañera pensó que eran carreras de coches o de motos que a los griegos les apasionan. Pero desde el principio dije, más que todo por las anonadadas caras de los helenos de Naxos, “aquí pasa algo gordo”. El hecho de que algún isleño avispado nos identificara como “vascos” (cualquiera empieza con sutilezas navarras, vascas, españolas y demás con un marino que hablaba en la misma frase griego, inglés, francés e italiano), hizo que soltara la burrada de turno: lo del World Trade Center le parecía al preboste demasiado, y no como allá «que os cargáis uno o dos en cada atentado», venía a decir con su lenguaje de traductor borracho de la ONU.

¿Para qué sacarle del malentendido?: corrimos a un cibercafé. Las gigantescas pantallas iban apareciendo por todas las terrazas típicas de la isla.

Hace nueve años y todavía hay quien no se entera de nada. Los ateos civilizados sí lo sabemos. No todos los fieles seguidores son así, pero sí una importantísima mayoría por no querer hacer, desde el siglo VII (que se lo pregunten al pobre Averroes y a tantos otros), una lectura revisionista e ilustrada.

No, no es buen tiempo para “infieles” (cualquier confesión que no sea la musulmana) y no creyentes (como quien suscribe), y el aviso queda claro para sus propios fieles: “No son iguales, entre los creyentes, los no combatientes (…)” (“Sobre la guerra santa”; Azora IV de El Corán).

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Agradecimiento

NOTA DESDE EL JARDÍN DE EPICURO:

Nada más ajeno a mi voluntad que caer en el facilón autobombo. Nada más ajeno a mi finalidad que creerme en la posesión absoluta de la verdad. Nada más ajeno a mí que ser un ingrato.

Gracias por las 1.084.566 visitas, por haber leído los 142 (incluyendo éste) artículos o «post», gracias por los 337 comentarios.

Este jardín abrió sus puertas gracias a este periódico y por pura casualidad, el mismo día en que yo cumplía (y cumplo) años.

En más de tres años ha pasado de todo y los habituales, como esa masa silente a quien tanto aprecio, han seguido ahí.

Gracias.

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