Oposición en camiseta de quita y pon

Feria de las rebajas al aire libre

CON EL CONFLICTO CATALÁN DE FONDO, UPN SE PONE AL FRENTE DE LA CRUZADA PARA INTENTAR RECENTRALIZAR PARTE DE LAS COMPETENCIAS EN EDUCACIÓN

Lo bueno de estar convencido hasta el punto de rozar la paranoia de que se avecina el fin de Navarra es que cualquier argumento te sirve para reafirmar tus presagios. Ahí están por ejemplo los de UPN, que después de estar dos años diciendo que el Gobierno no quería hacer el Canal de Navarra y encontrarse con que no solo lo va a hacer sino que propone una solución más eficiente, concluye que es porque “se ha dado de bruces con la realidad”. O los del PSN, que si por la mañana denuncian que el Gobierno “despluma” de forma “insoportable” a los navarros con sus impuestos, por la tarde le piden que mejore los servicios públicos y aumente la inversión.

Es un juego que siempre tiene ganador. Y esta semana el premio gordo se lo ha llevado la parlamentaria socialista Inma Jurío a cuenta de la Ley de Policías, que con tanto cambio en el guión ha terminado mareada. En apenas unas horas pasó de criticar “la falta de diálogo” del Gobierno a censurar que se “bajara los pantalones” para acabar criticando “la falta de diálogo”. Desde luego, así no hay quien haga oposición.

Mira si ha dado juego la Ley de Policías que ha hecho coincidir en su rechazo al PP y a ELA. Los primeros porque suponía “crear una policía politizada y sacar de aquí a la Guardia Civil y a la Policía Nacional”, y los segundos porque implicaba una vuelta al “modelo policial impuesto durante años por UPN”. Y todos tan contentos.

La cuestión es que la reforma fue rechazada por el Parlamento en lo que ha sido la primera derrota del Gobierno en estos dos años de legislatura. Algo que UPN, que viene de prorrogar hasta tres presupuestos consecutivos, ha elevado ahora a la categoría de tragedia griega. “Es un rotundo fracaso”, celebraba Ángel Ansa. “Beaumont debe dimitir”, concluía Javier Esparza, que como consejero vio decaer su proyecto de reforma del mapa local y ahí que se quedó tan pancho.

Al final, con echarle un poco de cara es suficiente para poder seguir subido al monte profetizando el Apocalipsis. En ocasiones incluso basta con saber ponerse la camiseta del momento. Y eso lo lleva al pie de la letra el secretario de Organización de UPN, Jorge Esparza, que le ha cogido el gusto a la pasarela y prepara un lema según la ocasión.

Como aquí lo importante es llamar la atención y para histriónicos ya están los del PP, al Parlamento que se fue el joven dirigente regionalista con el lema La Ribera no es de segunda en la pechera. A una sesión en la que su partido acusó al Gobierno actual de la situación socio-económica en la que se encuentra el sur de la Comunidad, que visto el empeño que ponen algunos en hablar siempre del mismo lugar, debe ser el único con problemas. Da igual que el TAV lleve 20 años de retraso o que fuera el propio presidente de UPN quien decidiera ampliar la primera fase del Canal a costa recortar el agua a la Ribera. La culpa es del Gobierno porque “impone” el euskera.

Si estará la cosa confusa que a los regionalistas les daba esta semana por apoyar a Ciudadanos para que el Estado limite competencias y pueda fiscalizar la educación en las comunidades autónomas. Una medida excesiva hasta para el PP, pero que el diputado Carlos Salvador aprovechó para soltar en Madrid todo tipo de improperios contra la educación en Navarra. Desde que el Gobierno foral está utilizando la educación “como munición al servicio de la construcción nacional” hasta que “en el modelo D hay una penetración de abertzales radicales”. Salvador incluso propuso una reforma constitucional para que el Estado limite las competencias en educación y evitar así “el uso pervertido” que se hace en algunas comunidades. Foralismo de etiqueta, vaya.

De algún modo, en España se ha llegado a la conclusión de que el problema de que muchos catalanes no quieran ser españoles es de la educación. Lo explicaba bien esta semana Domingo Urtasun, el párroco de Mendavia, que alertaba de que “la manipulación de los alumnos llevada a cabo en los colegios y escuelas mediante una enseñanza, intencionalmente distorsionada, es una maldad aberrante”. Lo que no deja de tener gracia en palabras de un cura.

Total, que después de muchas vueltas Urtasun llegaba a la conclusión de que el Parlamento de Navarra poco menos que apoya la independencia de Euskal Herria. “Esta actitud, tanto de los herederos de ETA como del cuatripartito que nos gobierna, no debiera dejar indiferentes a los navarros defensores de la legalidad y la Constitución”, reclamaba, audaz y valiente, el clérigo, que se pregunta: “¿Quién controla la enseñanza que se imparte, especialmente en las ikastolas?”. Pues quién va a ser. El Señor, Domingo, el Señor.

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