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Tiempo de elegir

viernes, 27 de marzo de 2009 Dejar un comentario Ir a comentarios

Dirección: Andreas Dresen. Guión: Andreas Dresen, Cooky Ziesche, Laila Stieler y Jörg Hauschild. Intérpretes: Ursula Werner, Horst Rehberg, Horst Westphal y Steffi Kühnert. Nacionalidad: Alemania. 2008. Duración: 98 minutos.

Se impone lo aparente y lo aparente es la desnudez de unos cuerpos de más de sesenta y setenta años que no se niegan el placer sexual. Lo iconoclasta en el hacer de Andreas Dresen consiste en radiografiar esa piel desnuda, esos senos caídos, esa topografía de arrugas y cicatrices con la misma disposición con la que Winterbottom filmó 9 songs o Matías Bize , resolvió el vibrante duelo erótico que habitaba su película En la cama . Como en las obras citadas aquí, la cámara escruta la desnudez de sus protagonistas, tres ancianos que podrían haber hecho un remake de En el estanque dorado , sólo que Dresen los muestra aquí sin cortapisas ni pudor. En esta película, áspera y emocional, no vemos a abuelitos enamorados al estilo del Summer de Del rosa al amarillo , sino que asistimos a un drama existencial y a un festín erótico.

Durante la primera mitad cabe pensar que Dresen va a gastar toda su pólvora en la mera exhibición de los cuerpos, es decir, que se va a estancar en el cenagal del exhibicionismo en el que se suele incurrir cuando lo que está en escena son los recovecos íntimos. Pero conforme el triángulo afectivo que el filme conforma se evidencia, el agrimensor muestra el conflicto y, junto al placer, emerge el dolor. Lo que Dresen, un cronista con títulos tan inspirados como Encuentros nocturnos , plantea guarda relación con el deseo de vivir y con el riesgo de elegir. Su protagonista femenina, una mujer de sensualidad desbordada, ocupa la base de un triángulo destinado a naufragar. Es cierto que Dresen incide en la dificultad de ese polígono sentimental, pero sobre todo lo que moviliza el proceso que da vida a su filme es la necesidad. Su personaje femenino, que lleva 30 años aburridamente casada con un hombre bueno, se enamora perdidamente como una niña de otro hombre, mayor incluso que su marido. No es cuestión de años, parece gritar el filme de Dresen, sino de disposición y lo que a la protagonista del filme le atrae no está en los placeres del cuerpo, que también y de manera generosa y explícita por cierto, sino en la alegría de vivir lo cotidiano. Ahora bien, toda elección conlleva una responsabilidad y éste se cobra un alto tributo. Eso es la vida, y nada más. Nada que ver con ese séptimo cielo de su desleal e impropio título en castellano.

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