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Y con la luz llegó el rock and roll

viernes, 23 de mayo de 2008 Dejar un comentario Ir a comentarios

Dirección y guión: John Sayles Intérpretes: Danny Glover, Lisa Gay Hamilton, Yaya DaCosta, Charles S. Dutton, Mary Steenburgen, Vondie Curtis Hall y Gary Clark Jr. Nacionalidad: EEUU. 2008 Duración: 123 minutos.

Ante un cineasta como John Sayles suele anteponerse el respeto. Respeto porque su trayectoria de realizador indómito y singular no admite comparación con ningún otro. Respeto porque su cine casi siempre se compromete con esas buenas causas que a todos interesan, pero que rara vez se convierten en éxito de público. Y respeto, finalmente, porque Sayles huye de su propio cine hasta el punto de alimentar el espejismo de que nada hay tan diferente a un filme de John Sayles como otro filme de él mismo.

Pero no es cierto. Más allá de la epidermis argumental de sus películas, todas ellas retratan y exaltan la figura de personajes íntegros. Sus protagonistas son nadadores a contracorriente, testigos parcos en palabras del cambio de los tiempos.

En Honeydripper , Sayles, que no quiere ser Sayles, se fija en el terreno abandonado por Robert Altman, otro cineasta inclasificable y así mismo digno de respeto. Honeydripper transcurre en la antesala de la batalla racial que en EEUU, se iba a librar en los años 60. Han pasado tantas cosas en tan pocos años que se olvida que hace cuatro décadas, los negros americanos vivían prácticamente en guetos. En una reserva negra transcurre Honeydripper . En un poblado sin trazado urbano ni espacios de referencia. Un microcosmos estilizado a la manera de un extraño cuento de hadas.

De Altman toma Sayles dos fundamentos. El reparto coral y la música. Con lo primero, Honeydripper verbaliza un discurso sobre el perdón y la violencia, sobre la necesidad de olvidar y la idoneidad de no olvidarlo todo. Sus personajes resultan planos, simples, directos. Sayles obviamente no es Altman. Sayles sólo es un vaquero al que le van los retratos sin maquillaje ni recovecos.

Por eso lo mejor de un filme irregular que tarda mucho en coger el vuelo descansa en la música, aquí mostrada como alegoría del cambio. Y por eso, el tiempo que preside Honeydripper es justo ese preciso momento en el que la guitarra se electrificó convirtiendo el lamento del blues en el grito del rock and roll. Ese día comenzó a vislumbrarse la posibilidad real de que blancos y negros bailasen juntos; ese dulce día comenzaron su carrera hacia Washington todos los Obamas de EEUU.

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