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Las voraces garras del tío Sam

viernes, 16 de mayo de 2008 Dejar un comentario Ir a comentarios

Dirección: Kimberly Peirce. Intérpretes: Ryan Phillippe, Abbie Cornish, Channing Tatum, Joseph Gordon-Levitt, Ciarán Hinds y Timothy Olyphant. Nacionalidad: EEUU. 2008. Duración: 113 minutos

Algunas voces insisten en negar al cine la oportunidad de retratar la guerra de Irak. Es necesario, insisten, que los conflictos bélicos hayan acabado para que, cuando las brasas se apaguen, se pueda recrear con objetividad lo que éstas han sido. Al mismo tiempo, el resultado en taquilla de esos filmes que se han atrevido a hablar de la intervención norteamericana en Irak han encendido la luz de alarma: el público estadounidense no responde a su llamada. A la vista de lo sucedido con las últimas entregas de Brian de Palma, Paul Higgis y otros muchos, se diría que el público de EEUU no quiere ver el horror que siembran en la capital de Las mil y una noches . ¿Es esto cierto?

Frente a esas impresiones y estos malos negocios, no creo que ninguno de sus autores pretendieran forrarse con ellos, existen otras voces que creen firmemente que precisamente es ahora cuando tiene sentido llevar al cine lo que acontece en el corazón de Irak. Ausente participa de esa opinión. Y con Ausente regresa como directora la Kimberly Peirce, que hace casi diez años deslumbró con un filme extraño y tenso sobre la empecinada voluntad de llevar el paso cambiado en una cuestión de género: Boys don’t cry .

Ausente habla del retorno de los soldados que combaten en Irak. Y Peirce desarrolla su proclama desde la experiencia aportada por su propio hermano quien supo qué significa luchar en Bagdad. Ha sido comparada con Los mejores años de nuestra vida, de William Wyler. Pero también algo hay en ella del Capitán Conan, de Tavernier. ¿Cómo se integra en la paz a aquellos hombres que fueron convertidos en máquinas de matar?

La razón de ser de Ausente (Stop-loss) está implícita en su título. Peirce denuncia la política del presidente Bush que, en lugar de licenciar a los soldados que han cumplido su compromiso, les obliga a reengancharse bajo el epígrafe de stop-loss . El filme consigue su objetivo: mostrar la barbarie de la guerra y el abuso de poder, pero hace germinar una profunda frustración. La de percibir que ni siquiera denuncias como ésta detienen esa maquinaria estadounidense incapaz de mostrar piedad y justicia con sus propios soldados. Si así trata a sus héroes, ¿qué hará con sus enemigos?

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