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El salto de la rana

viernes, 22 de febrero de 2008 Dejar un comentario Ir a comentarios

Dirección: Doug Liman. Intérpretes : Hayden Christensen, Jamie Bell, Samuel L. Jackson, Rachel Bilson, Diane Lane, Michael Rooker, AnnaSophia Robb. Nacionalidad: EEUU. 2008. Duración: 88 minutos.

La invasión Jumper , con un lanzamiento masivo que se adueña de las carteleras españolas, no es sino la escenificación de la grave enfermedad que aqueja a la exhibición nacional. Que Jumper no es Piratas del Caribe lo podía haber señalado el más inexperto de los taquilleros de una sala de barrio. O que Doug Liman, director de la correcta primera entrega de la trilogía Bourne y firmante del insípido filme que consumó la alianza Brad Pitt y Angeline Jolie, es un cineasta rutinario, previsible y escasamente personal lo puede certificar cualquier espectador con memoria. Da igual lo que se diga. Los ejecutivos no opinan de la misma manera. Por eso, ahí está Jumper , colapsando los mejores cines e impidiendo que películas más modestas pero infinitamente más sabias, o más divertidas, o más verdaderas puedan asomarse a la ley de la oferta y la demanda.

Por eso mismo resulta irritante que Jumper dilapide desde su mismo arranque las posibilidades -no muchas- que ofrecía su argumento. Aunque más que un argumento labra una ocurrencia. Explota la posibilidad de la teletransportación. Su principal protagonista, con sólo pensarlo, viaja a cualquier lugar del mundo. La aportación argumental es plantear que esa facultad no la posee únicamente él. De hecho, en el mundo, además de discretos ciudadanos sin poderes paranormales, hay dos razas en lucha. La de los saltadores espaciales y la de los paladines que los matan.

Haría falta mucho entusiasmo por los superhéroes y escasa memoria para defender una película cuya mejor aportación se regala en el tráiler y con el tráiler se acaba. Ésa es la cuestión. Como el dinero del guión se tira en localizaciones por medio mundo y en efectos especiales tipo Matrix , no hay ni media docena de frases dignas de ser recordadas. Ni siquiera Samuel L. Jackson recompone la gran sutura que inmoviliza un filme de acción en el que la acción se articula con una artrosis extrema. En ese naufragio, los saltos de Jumper a nada conducen porque nada hay en los personajes que merezca la pena. Pero lo dicho al comienzo, no hay remedio y encima, si da dinero y nadie lo impide, se cumplirá la amenaza de hacer una trilogía.

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