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El héroe y el monstruo

viernes, 9 de noviembre de 2007 Dejar un comentario Ir a comentarios

Dirección: Andrew Dominik. Guión: Andrew Dominik a partir de la novela de Ron Hansen. Intérpretes: Brad Pitt, Casey Affleck , Mary-Louise Parker, Brooklynn Proulx. Nacionalidad: EEUU. 2006. Duración: 160 minutos


Lo acuñó John Ford en su impagable El hombre que mató a Liberty Valance : en el Oeste, a la hora de publicar la historia, se opta por imprimir la leyenda. Una leyenda que en su filme, nada inocente, proponía una sugerente vuelta de tuerca. Detrás del héroe reconocible, venía a decirse en su película, descansa otro héroe anónimo sin cuyo concurso nada hubiera sido igual. En lugar de la integridad del emblema, paradigma de la civilización y símbolo del orden y la justicia, Ford optaba por reivindicar al «otro», al cowboy aventurero metáfora del Oeste salvaje y libre al que se le restituía su eclipsada grandeza. Esa labor rehabilitadora la llevaba a cabo Ford sin por ello menoscabar la valía del héroe oficial, aunque, para los ojos de un niño, el personaje de James Stewart provocaba una inquietante sensación con su disparatada y vulnerable actitud. Esa acobardada valentía, probablemente más cerca de la verdad que de la fábula, era el fundamento de la película de John Ford: unir en un mismo filme la historia y la leyenda.

El Jesse James que Andrew Dominik retrata en esta película pertenece a un tercer nivel equidistante entre la verdad histórica y la épica fabuladora. Para ello cruza una fotografía de belleza espectacular y contornos borrosos que se diluyen como ráfagas oníricas, con una aproximación microscópica que traspasa la piel de sus dos principales personajes, Jesse James y Robert Ford.

Andrew Dominik clava en el relato de los últimos meses de vida de Jesse James una inquietante introspección psicológica. Conjuga el rigor de la anécdota con una osada libertad para especular con lo que, de un modo u otro, queda inscrito en los hechos ritualizados de su, tantas veces, recreado día final. Casi medio centenar de películas, algunas de nombres magistrales, han cantado la épica gesta de los últimos días de Jesse James. Ninguna se atrevió a dibujar una retina tan psicótica como la que aquí lucen James y Ford, víctima y verdugo, o quizás simplemente las dos caras de la misma pesadilla.

Dominik se acerca a las figuras de James y Ford como algunos autores han hecho con Jesucristo y Judas, como si fueran una especie de espejo invertido, un ying y yang necesario, un ritual simbólico en el que la muerte de uno resulta tan inevitable que en su afán de hacer que el destino se cumpla, rebaja la culpabilidad del que traiciona. ¿Acaso no está invitando el James de Pitt al Ford de Affleck a que lo mate por la espalda en esta película?

Hay por ello una pose solemne y litúrgica en esta brillante incursión sobre el legendario pistolero al que las canciones de taberna transformaron en carne de leyenda. A lo largo del filme, Dominik insiste en los lazos que unen a James con Ford. «¿Quieres ser como yo o quieres ser yo?» pregunta James a Ford en ese momento en el que la suerte parece estar echada. Y así, con ropaje de western, alma de drama, toques de fantasía y un leve barniz de terror, plano a plano se agiganta un filme poliédrico que se sabe importante y no lo disimula.

Pitt y Affleck dan un recital en medio de una banda de virtuosos intérpretes. Con ellos, el filme dinamita su pertenencia a género alguno para ofrecerse como una obra honda que, así como Eva al desnudo , más que retratar la escena teatral, desnudaba la ambición humana, aquí no es la historia de James lo que importa, sino el delirio al que conduce el poder, la violencia y la fama. Así se escribe la metonimia de esta locura trágica, la de Jesse James y Robert Ford, temerario uno, traicionero el otro, víctimas de su tiempo y náufragos de su propia fantasía.

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