Algunas alertas de fraudes en las elecciones europeas

La mentira siempre es un mal negocio, sobre todo, porque su durabilidad es escasa. El tiempo siempre pone a cada uno en su sitio y la realidad de las cosas acaba imponiéndose. Pero si hay algo que puede resultar ridículo es el autoengaño, hacerse trampas en el solitario es una de las expresiones más patéticas del ser humano. Pues eso es lo que algunos dirigentes europeos están haciendo desde el 25 de mayo, desde que descubrieron que los resultados de la noche electoral de los comicios europeos, no les ayudaban a componer su particular solitario. Entonces empezaron una especie de ejercicio de simulación basado en la negación de todo aquello que puede alterar sus planes aunque ello signifique una verdadero fraude de lo expresado en la urnas. Y no han sido pocos los tentados en esta suerte de ejercicio de ciencia ficción, empezando por la canciller Ángela Merkel, pasando por los dos grandes partidos europeos, el popular y el socialista, otros de mucho menos volumen como UPyD o Ciudadanosy terminando por la propia Monarquía parlamentaria española urgida a una sucesión express en la Corona. Y ese análisis que por cercano resulta más fácil en casa propia es bastante extrapolable a muchos de los Estados de la Unión. Resumen del resumen, Europa acentúa su principal problema, la dicotomía entre la Europa real y la Europa oficial.

Empecemos por el más flagrante caso de intento de fraude electoral. El Tratado de Lisboa, pese a lo que los jefes de Gobierno tratan ahora de filtrar a la opinión pública, deja pocas dudas sobre el procedimiento de elección del próximo presidente de la Comisión Europea. Así lo decidieron ellos cuando urgidos por el no francés a la Constitución europea les puso al borde del precipicio del proyecto común. El presidente de la Comisión lo propone el Consejo Europeo – ellos . pero lo aprueba el Parlamento Europeo. De ahí que por lógica, la misma que ahora quieren negar, que los grupos políticos con opciones de conformar mayorías nominaran previamente a sus candidatos para que los electores europeos pudiéramos decidir sobre el personaje idóneo para capitanear la nave ejecutiva de la UE. JunkerSchulzVerhofstadt, Keller o Tsipras se presentaron ante los europeos con su idea de Europa, dando la cara en debates y mítines, haciendo campaña para lograr el voto como candidatos a presidir la Comisión. Los jefes de Gobierno lo avalaron, pues, unos y otros son líderes de sus respectivos partidos en sus Estados. Merkel en la CDU o Rajoy en el PP, dieron su apoyo a Junker en la cumbre del Partido Popular Europeo en la cumbre de Dublín. Por ello, es bochornoso espectáculo ofrecido por la canciller germana titubeando su apoyo al candidato del centro derecha europeo, solo puede calificarse de fraude a los electores. Resulta tan obvio que lo único que está haciendo Merkel es poner trabas a reforzar los poderes del Parlamento Europeo y, por ende, de la Comisión para seguir controlando a su antojo un todopoderoso Consejo, que hasta el propio Junker, nada peligroso revolucionario, ha clamado públicamente por la falta de decoro de la situación vivida. Poniendo un pelele al frente de la Comisión, saltándose la voluntad de los ciudadanos y hurtando la decisión al Parlamento o sometiéndole a la verticalidad de la decisión de los partidos nacionales, Merkel logra un doble objetivo: reeditar las dúctiles comisiones Barroso y convencer a todos los europeos de que el Parlamento no sirve para nada y que el poder lo tiene ella y su país. Tontos no somos y eso, repito. es un fraude.

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Ante esta situación los dos grandes bloques políticos en la eurocámara, populares y socialistas, andan reuniéndose por los pasillos a escondidas tratando de buscar soluciones. A hurtadillas sin los focos de los medios de comunicación y mucho menos sin el rigor del debate de la luz y los taquígrafos, tratan de cambiar cromos suficientes para dar la apariencia de un elección a lo que es una componenda para dejar tranquilos a los jefes de Gobierno y especialmente a una de ellos. La izquierda y la derecha centrada europea parece no haberse enterado del tsunami que le ha rodeado en estas elecciones. Parece no querer entender el clamor de llamada de atención que supone el crecimiento del populismo ultra en Francia, la eurofobia recalcitrante en el Reino Unido o la irrupción inesperada de Podemos en España. En vez de coger su granero de votos y tratar de conformar mayorías con otras fuerzas minoritarias, lo que supondría aceptar parte de sus programas, que es lo democráticamente correcto, para después presentar el candidato a presidente de la Comisión y que éste defendiera ante los 751 eurodiputados su programa de Gobierno, lo previsible es que monten una “grossen coalitionen” de la que gustan a Merkel con todo atado y bien atado para que nada pueda cambiar. Se repartirán los cargos entre Junker y Schulz y todos contentos, pero no creo que aquellos votantes que creyeron en uno o en otro, en sus planteamientos de construir una nueva Europa se sientan agradecidos por este ejercicio de birlibirloque, por el cual, lo que ayer era rojo hoy es azul y lo que fue azul es ya rojo. Fraude y más fraude.

A menor escala, pero en la mayoría de las fuerzas minoritarias nacionales que no están integradas en grandes coaliciones europeas, se ha producido un esperpéntico cambio de papeles para lograr encajarse en los grupos parlamentarios de la eurocámara. Probablemente casi ningún votante sabía del sistema de funcionamiento de los grupos políticos en el parlamento de Estrasburgo/Bruselas. No formar parte de un grupo parlamentario supone pasar a los no inscritos, que algo así como el limbo de los parias, sin derecho a prácticamente nada. Pasar cinco años en blanco, sin pena ni gloria, salvo la honra gloriosa de una foto en la tribuna con una camiseta de protesta por cualquier tema originalmente marginal. Eso y no participar en las comisiones con lo que supone de suculentos ingresos personales y para el partido. De ahí que a la carrera se hayan conformado los grupos de cara a la sesión constitutiva del próximo 1 de julio. Si damos un repaso a los partidos que concurrieron en el Estado español y dónde han aposentado sus escaños, nos llevamos sorpresas incluso desagradables para muchos de sus votantes. Del PP y el PSOE poco que decir, pues, tienen sus grupos popular europeo y socialistas y demócratas.Convergencia y el PNV desde hace varias legislaturas, concretamente desde queAznar logró que les dieran puerta en el grupo popular, han encontrado acomodo entre los liberales – ALDE -, lo cual no puede sorprender a sus votantes, pues, así lo manifestaron y movieron a su candidato, el belga Guy Verhofstadt por sus caladeros de votos. Podemos se ha integrado en el grupo de la Izquierda Europea, donde confluye con Izquierda Unida, su teórica competencia, por lo que los votantes de ambas formaciones tendrán una voz idéntica en la cámara. Pero los que rayan el surrealismo son UPyD y Ciudadanos, formaciones que van a integrarse en el grupo de los liberales compartiendo asiento con Convergencia y PNV, enemigos acérrimos en España. Y para más inri, ALDE les ha obligado para ingresar reconocer el derecho a decidir de las naciones europeas sin Estado. Algo que niegan con contundencia y griterío en el Congreso de los Diputados o el Parlament de Cataluña, sus líderes Rosa Díez y Albert Rivera. Inexplicable fraude.

Pero el tsunami desbocado en fraude no solo ha afectado a dirigentes y formaciones políticas, también ha afectado por contagio a las más altas instituciones. La apresurada abdicación del Rey, consiguiente coronación deFelipe VI y aforamiento del rey abdicado, supone un ejercicio de precipitación desmedida solo explicable por el temor a las consecuencias de las elecciones del 25 de mayo. Vale que hace 40 años cuando Juan Carlos I fue coronado por designación de las Cortes franquistas no era momento de someter a referéndum su entronización y vale que la Constitución de 1978 le daba cierta legitimidad, aunque habrá que recordar que se votaba un todo y no las partes, por lo que el Sí se dio a la fundamental que no otra cosa, pero de vital transcendencia como las libertades y la democracia en España. De medio tapadillo se aceptó la Monarquía como forma de Jefatura del Estado. Pero pasadas tres décadas, en pleno siglo XXI, lo mínimo es que los españoles pudieran ser consultados y expresar su opinión al respecto. La mayoría de edad de aquella democracia naciente debiera permitirnos hoy pasar por las urnas cualquier aspecto de nuestra convivencia y no ser gobernados por instituciones que viven en el permanente miedo a lo que opinemos como si de niños se tratara que pudieran equivocarse. Estamos ante un fraude de legitimidad del nuevo monarca, que no de legalidad por supuesto. El problema es que cuando las urnas se sigan manifestando en tantos otros aspectos y pueda consolidarse una mayoría republicana, será ya innecesario el referéndum. Si así ocurre se optará por el cambio de modelo de Estado.

Permitid una última reflexión. Si la era de Internet ya supera los 20 años, si sus fases de desarrollo hasta las actuales aplicativas con soportes de telecomunicaciones cada día más cercanos y accesibles avanza a velocidad ilimitada en nuestras sociedades, si el acceso a la información es cada vez más universal, en suma, si la última revolución tecnológica que hemos vivido está plenamente implantada, es absurdo pensar que ello no va a conllevar revoluciones sociales y cambios de estructuras de poder. La historia de las civilizaciones se escribe con los cambios tecnológicos como motor fundamental. Ello cambia la forma de vida del ser humano. La observación de esos fenómenos desde una articulación filosófica compone el pensamiento de cada era. La plasmación estética del cambio social en forma de arte, es decir, los distintos movimientos artísticos, son siempre la antesala del liderazgo político de la nueva era. Analizar dónde nos encontramos en estos momentos, pero os aseguro que estamos más cerca de esto último que de los albores del uso de la Red en los años 90. La vieja aristocracia volverá a dejar paso a una nueva burguesía ocupará el espacio. O tal vez hoy, en esta simulación de modelos que vivimos de comunismo capitalista, todo parezca que es de todos, pero lo único cierto es que el cambio está ya aquí y nada ni nadie quedará al margen de él. La foto de hace 5 años de líderes o lideresas, tendrá nuevos rostros en breve, en menos plazo del que muchos piensan. Póngase guapos los llamados al nuevo retrato y traten de poner a buen recaudo sus cuellos los que salen del viejo lienzo.

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Candidatos a presidir Europa: Junker, Schulz y Verhofstadt, tres hombres y un destino

Si nos atenemos a los sondeos, a lógica composición ideológica de los distintos países y la correlación de pactos entre las distintas fuerzas políticas, tres son los líderes que pueden ejercer el liderazgo de las principales instituciones europeas a raíz de las elecciones del próximo 25 de mayo: Jean- Claude Junker, MartinSchulz y Guy Verhofstadt. Los tres son los candidatos a presidente de la Comisión Europea por el Partido Popular Europeo (PPE), por laAlianza Progresista de Socialistas y Demócratas (S&D) y de la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa (ALDE). Yo ya anticipo que creo que esta troika de veteranos y bregados políticos europeos de una u otra forma van a ocupar los principales cargos de la UE. Mi particular quiniela es la siguiente: dado que Verhofstadt ya ha declarado públicamente su apoyo a Schulz, veo a éste de presidente de la Comisión, a cambio de que aquél lo sea del Parlamento, por lo que a Junker le quedará la opción de presidir el Consejo en sustitución de Van Rompuy. No cabe duda que las consecuencias prácticas del Tratado de Lisboa van a afectarnos a partir del 26 de mayo, cuando los nuevos eurodiputados propongan al Consejo y éste lo ratifique al próximo presidente de la Comisión. Me atrevo a decir que estamos en los inicios de una nueva forma de hacer Europa. Es imposible que no afecte a su funcionamiento – yo creo que para bien – que el presidente no lo designen los jefes de Gobierno de los Estados miembros. Eso va a conferir un carácter y una nueva personalidad a la Comisión, como va a poner en valor la capacidad legislativa del Parlamento y, sobre todo, va a atemperar el poder del Consejo.

Siendo esto así y teniendo en cuenta, pues, la relevancia de estas elecciones, conviene acercarse a la biografía e ideas de los principales candidatos.

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Jean-Claude Junker: Uno de los principales muñidores de la integración europea desde el flanco intergubernamental en el último cuarto de siglo pertenece, paradójicamente, a uno de los países más pequeños y con menos peso específico en las instituciones de la UE: Jean-Claude Juncker, quien fuera durante casi 19 años, entre enero de 1995 y diciembre de 2013, primer ministro del Gran Ducado de Luxemburgo, amén de ministro de Finanzas de 1989 a 2009. El más duradero jefe de Gobierno europeo ganó tres elecciones generales consecutivas y encabezó cuatro gabinetes de coalición antes de verse obligado a dimitir en julio de 2013 como consecuencia de un escándalo con responsabilidades políticas, el caso del espionaje de los servicios de inteligencia del Estado. Su partido, el Popular Social Cristiano (CSV), volvió a ser el más votado en los comicios anticipados de octubre, pero esta vez ya no consiguió asociarse ni con los socialistas ni con los liberales, quienes se entendieron por su cuenta. Ecuánime y matizado, agudo y socarrón, sutilmente carismático, Juncker destacó con un estilo propio en el abigarrado concierto europeo, donde cimentó su prestigio como ingeniero de la Unión Económica y Monetaria y el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, así como, durante ocho convulsos años, presidente del Eurogrupo, la reunión de ministros de Finanzas del euro. El experimentado gobernante fue además dos veces presidente de turno del Consejo Europeo, se sentó en un centenar de cumbres europeas y fue un hábil interlocutor y negociador en infinidad de procesos, entre ellos los que alumbraron cinco grandes tratados europeos. Durante el incendio que prendió en las deudas soberanas de la Eurozona, el dirigente luxemburgués prolongó su notoriedad como el encargado de organizar el rosario de rescates, con resultados harto discutibles, de los países asfixiados por la prima de riesgo y de diseñar los fondos financieros para estabilizar un euro en peligro mortal. Quien venía de entenderse con el jefe franco-alemán de Chirac y Schröder, y de coquetear con la corriente federalista, no terminó de sintonizar con la poderosa canciller Merkel, la cual rechazó sin contemplaciones su propuesta de los eurobonos (“una respuesta fuerte y sistémica a la crisis”, “un mensaje claro a los mercados”, dijo al presentarla en 2010), acogida en cambio con interés por una mayoría de líderes europeos. Aunque comprometido con la consolidación fiscal de la Eurozona, Juncker, habitualmente sin pelos en la lengua a la hora de criticar, guardó cierta distancia de las posturas más ortodoxas o rígidas dentro del llamado grupo de Frankfurt, se aproximó a los que pedían compaginar la austeridad y el estímulo del crecimiento, y alertó contra la brecha creciente entre el núcleo duro de la Europa del Norte y las economías intervenidas de la Europa del Sur. En 2009 se postuló sin éxito para presidente del Consejo Europeo y en 2014 ha aceptado ser el candidato del Partido Popular Europeo (PPE) al puesto de presidente de la Comisión Europea.

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Martin Schulz: El diputado socialdemócrata alemán Martin Schulz preside desde comienzos de 2012 el Parlamento Europeo. Entonces resultó elegido en el marco del pacto de legislatura adoptado en 2009 por su grupo, que lideró durante ocho años, la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas (S&D, segunda fuerza del hemiciclo y expresión del Partido de los Socialistas Europeos, PSE), y los conservadores del Partido Popular Europeo (PPE). Su mandato de dos años y medio expira tras las elecciones de mayo de 2014, a las que ahora se presenta como candidato del PSE a presidente de la Comisión Europea y con una prioridad máxima: la creación de empleo. Antiguo librero de profesión y sin formación universitaria, Schulz ha sido en la última década uno de los miembros más conocidos de la Eurocámara, donde se sienta desde 1994, por su verbo directo, su estilo vehemente y sus firmes convicciones. Ha procurado hacer valer la opinión del Parlamento, la única institución de la UE elegida directamente por los ciudadanos pero tradicionalmente marginada de las grandes discusiones políticas, en las decisiones emanadas de las cumbres del Consejo y el Eurogrupo, es decir, los gobernantes nacionales. Una pretensión que está en consonancia con la ampliación de poderes que el Tratado de Lisboa otorga al Parlamento. Acérrimo defensor del euro, Schulz ha advertido que la UE puede “fracasar” si no complementa su unión económica y monetaria con una unión política, y sostiene la necesidad de acompañar las recetas de austeridad para reducir el déficit con políticas específicas para el crecimiento y el empleo. Ha criticado los recortes sociales en los escenarios de recesión o estancamiento y defendió la emisión de eurobonos para combatir la crisis de las deudas soberanas de la Eurozona. Con todo, en 2012 respaldó el Pacto Fiscal diseñado por su paisana y cuestionada adversaria política, la canciller democristiana Angela Merkel. El auge de los populismos, las “fuerzas centrífugas” y las tendencias a la “renacionalización”, junto con la falta de un “pacto social” y el peso creciente del componente intergubernamental son, a su entender, los principales peligros que acechan a la UE.

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Guy Verhofstadt: El primer ministro de Bélgica entre 1999 y 2008 fue Guy Verhofstadt, líder en diversos períodos de uno de los principales partidos políticos de la Comunidad Flamenca, el liberaldemócrata Open-VLD, antes llamado VLD y PVV. En origen un joven neoliberal admirador del thatcherismo, Verhofstadt evolucionó a un liberalismo con acentos más sociales y progresistas, al tiempo que afianzó un doble compromiso con el federalismo: el que mantiene unido a su país, Bélgica, Estado que ensamblan con creciente dificultad los flamencos neerlandófonos al norte, los valones francófonos al sur y la isla bilingüe de Bruselas en medio; y el que podría pautar la construcción europea, hoy por hoy dominada por el poder intergubernamental. Como ganador por escaso margen de las elecciones generales de 1999 y 2003, Verhofstadt, primer jefe de Gobierno no cristianodemócrata o socialista desde antes de la Segunda Guerra Mundial, encabezó dos gabinetes nacionales de amplia coalición, con socialistas, liberales/reformistas y verdes de las dos comunidades, que agotaron sendas legislaturas. En 2009 Verhofstadt salió elegido miembro del Parlamento Europeo y se convirtió en el líder del Grupo de la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa (ADLE). Consecuente con su europeísmo de signo federalista, durante la crisis de las deudas soberanas de la Eurozona defendió la emisión de eurobonos y criticó el conservadurismo financiero de la canciller alemana Angela Merkel. En 2014, con motivo de las elecciones Europeas y una década después de su primera candidatura, entonces frustrada por el veto anglo-italiano, es aspirante a presidir la Comisión Europea en nombre de la ADLE. Sus propuestas se centran en la creación de empleo, la reducción de la burocracia, y la eficiencia y la transparencia de las instituciones europeas, a la vez que pone en guardia contra el avance del euroescepticismo y se confiesa “obsesionado” con la pérdida de influencia de Europa en el mundo.

De ellos y de sus decisiones va a depender en gran medida el futuro cercano de la Unión Europea. Todos ellos conocen bien los intrincados caminos de la construcción de la UE, Junker muy cercano a los jefes de Gobierno y buen maniobrero con ellos, Schulz de notable perfil político-ideológico, capaz de dar un impulso a los principales proyectos europeos y Verhofstadt hábil parlamentario hacedor de mayoría a múltiples bandas a base de negociaciones interminables. No hay duda de que se lo saben. Queda por saber si son capaces de creerse Europa más allá de sus cargos y devolver al proyecto europeo el impulso que ha perdido en la última década.

2014, Europa en la encrucijada

2014 llega con un marcado carácter europeo. No solo por ser año electoral en laUnión Europea que elije su eurocámara, sino porque como cada siete años, el llamado marco presupuestario de la UE se renueva y con él todo el conjunto de fondos y ayudas comunitarias. Asimismo, el año que comienza debería instaurar definitivamente la Unión Bancaria, lo que significa que al igual que Estados Unidos, los europeos tendremos una moneda común, un banco central y una reserva federal. Y por si todo esto fuera poco, a raíz de la renovación de los escaños de los europdiputados, deben renovarse todos los cargos principales de nuestras instituciones, el presidente del Consejo Europeo, el de la Comisión y todos sus miembros, el del Eurogrupo, así como el del Alto Representante Exterior de la Unión. En conjunto, un año de cambios profundos que contará con una cierta estabilidad política en los Estados miembros, pues, ninguno de los grandes tiene comicios nacionales, salvo si en ItaliaBerlusconi decide arrastrar a su país al caos electoral para resolver sus problemas judiciales. Si habrá, por contra una consulta popular de gran trascendencia en el mes de septiembre, anunciada y pactada con el Reino Unido, sobre la independencia de Escocia, a diferencia de la solicitada en Cataluña y no admitida por Madrid, señalada para el próximo mes de noviembre. Podemos decir sin miedo a equivocarnos que la Unión Europea se halla ante un conjunto de procesos políticos y de reformas económicas que cambiarán su fisonomía y, con casi total seguridad, de tener éxito consolidarán definitivamente el proyecto europeo, como de fracasar pueden suponer su fin.

El 25 de mayo de 2014 – el 22 de mayo en Holanda y Reino Unido – se celebrarán las elecciones europeas. Y serán los comicios de la UE más importantes de la historia, no solo por el número de europeos llamados al voto, nada menos que más de 375 millones, en 28 Estados, tras la incorporación en 2013 de Croacia, sino por la capacidad política que tendrá en la nueva legislatura la Eurocámara. En estos próximos 5 años el Parlamento Europeo acabará de desplegar su marco de poder establecido en el Tratado de Lisboa, el marco legal que rige en la actualidad a los miembros de la UE. El conjunto de su actividad legislativa y de control legislativo y ejecutivo de la Comisión y el Consejo, llegará a un 60% de las decisiones que se toman en Bruselas. Pero lo que resulta más trascendente y gestual es que el parlamento saliente de las urnas en mayo, nominará al presidente o presidenta de la Comisión y a todos sus miembros, algo que debe ratificar el Consejo, pero que difícilmente se entendería que los jefes de Gobierno fueran contrarios a la voluntad popular expresada en unos comicios. Por tanto, el nuevo Parlamento tendrá la potestad de nombrar y cesar al máximo órgano de la UE, quedando por tanto, definitivamente legitimado democráticamente como soberano de las decisiones comunitarias. Es cierto que estas elecciones se van a producir en un clima general en Europa de descrédito de la clase política y que se anuncia en las encuestas un grado de participación bajo – en torno al 46%, lo que sería la media de otros comicios europeos -, sin embargo, en dichos sondeos llama la atención que entre los jóvenes la estimación de voto se eleva al 65%, probablemente porque tienen clara conciencia de lo que se juegan en Bruselas a futuro. Un dato a tener en cuenta para los detractores del programa Erasmus que tanto ha hecho por unir Europa. Las predicciones actuales, tanto de una encuesta/panel realizada por el propio Parlamento Europeo como por el Think tank de Jacques Delors, Notre Europe, nos hablan de una victoria por la mínima de los socialistas frente a al Partido Popular Europeo, un incremento espectacular de los no adscritos, es decir, una amalgama de ultraderechistas, radicales, comunistas y antisistemas, la consolidación al alza de las opciones nacionalistas moderadas y una caída significativa de los Verdes. Si así fueran las cosas sería difícil recurrir al bipartidismo imperante en alternancia para la conformación de mayorías parlamentarias. Seguramente se acudiría a la fórmula alemana dela gran coalición para las grandes cuestiones europeas mediante el acuerdo del PSE y el PPE, mientras que en el día a día los eurodiputados se verán obligados a hacer mucha y buena política mediante acuerdos de todo tipo.

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Respecto a las personalidades que pueden pasar a ejercer el protagonismo en las instituciones de la Unión, empecemos por el cargo de presidente de la Comisión. El Partido Socialista Europeo ya ha nominado formalmente a su candidato, el actual presidente del Parlamento Europeo, el alemán Martin Schulz. Hombre de marcado acento político que de ganar no pasará desapercibido ante la opinión pública. El Partido Popular Europeo aún no ha nominado a su candidato o candidata y en las quinielas suenan nombres como los de Enda Kenny, primer ministro irlandés,  Jyrki Katainen, primera ministra finlandesa, Jean ClaudeJunker, ex primer ministro luxemburgués,  o de los actuales comisarios, MichelBarnier y Viviane Reding. Los liberales y nacionalistas de ALDE tampoco han nominado y suenan el actual portavoz de dicho grupo en la eurocámara, GuyVerhofstadt, el ex ministro de Exteriores alemán, Westerwelle o el comisario de Economía, el finés Olli Rehn. Pendientes de un proceso de primarias en todos los Estados miembros están los Verdes y sí ha nominado a su candidato los partidos más a la izquierda de la cámara, en la persona del líder de Syriza, el griego AlexisTsipras, todo un símbolo de la lucha contra las políticas de ajustes llevadas a cabo en su rescatado país por órdenes de Bruselas.

La UE afronta el 2014 con unas previsiones económica que podrían calificarse de moderadamente optimistas en su cuadro macroeconómico. El crecimiento se cifra en un 1,4%, pero todo estará en función de que el eje franco alemán sea capaz de mantener tales cifras. Especialmente la locomotora alemana, pero sin dejar de lado las debilidades de una economía francesa que tiene pendiente muchas reformas estructurales solicitadas por la Comisión y cuya demanda interna no consigue alegrarse. En todo caso, sea cual sea el crecimiento, la realidad seguirá estando marcada por los altos porcentajes de desempleo, muy especialmente, de paro juvenil que afecta al 23,5% y en algunos países como España a uno de cada dos jóvenes en edad laboral. De ahí que esta sea la principal tarea en la agenda de la nueva Comisión que tomará posesión a la vuelta del verano. A él se unen cuestiones como el despliegue del SEAE – Servicio Europeo de Acción Exterior, la puesta en marcha la unión bancaria, la Agenda digital,  mejorar el funcionamiento del mercado interior o hacer funcionar el Marco Financiero plurianual 2014-2020. En este último tema, la UE ha aprobado unos presupuestos que siguiendo la doctrina germánica de la canciller Merkel, obliga a un ahorro o recorte del 3% respecto al anterior periodo 2007-2013. Con un compromiso de 960.000 millones de euros, de los cuales irán destinados a gasto 908.000 millones. Ello ha obligado a la reformulación de todos los fondos europeos. Así la PAC con 408.000 millones €, en su gran mayoría irán dirigidas a agricultores activos y pagos a medidas medioambientales. El FEDER se destinan 500.000 millones, y especialmente en el caso de España es el más afectado por los recortes. España recibirá 25.116 millones. De los cuáles solo Extremadura con 1.858 millones, quedará entre las regiones objetivo 1 por tener una renta per cápita por debajo de la media europea. Andalucía, Canarias, Castilla-La Mancha y Murcia reciben un trato especial – 12.201 millones. El resto  recibirán 10.084 millones a repartir, es decir, prácticamente nada respecto a la etapa anterior. Quedan, pues, los fondos europeos a la innovación e investigación como joyas del nuevo proceso que se pone en marcha en 2014, el llamado programa HORIZON 2020 con unos 100.000 millones de euros.

No será baladí la puesta en marcha definitiva de la Unión Bancaria Europea. Una necesidad surgida a raíz de la crisis financiera internacional y que ha obligado afortunadamente a tener que correr, pese a las continuas reticencias alemanas, a los responsables del Banco Central Europeo en el diseño de una verdadera Reserva Federal que garantice la sostenibilidad del euro. Su objetivo no es otro que reducir la fragmentación de los mercados de la Eurozona. Se basa en tres pilares: el supervisor bancario único, el mecanismo único para la resolución de problemas de las entidades con problemas y el sistema común para garantía de depósitos. De estos tres retos, el del supervisor único está aprobado y tiene fecha de entrada en vigor a partir de noviembre 2014. Los otros dos están prácticamente aprobados tras el pasado Consejo Europeo y frente a los más pesimistas todo parece indicar que también a lo largo del próximo año estarán en funcionamiento. Tendremos como decía, por tanto, una moneda común fuerte y estable, con un Banco Central emisor y supervisor único del que dependerán todas las entidades financieras que operan en Europa. Pocas cosas pueden dar más credibilidad en un mundo monetarizado como el global que hoy tenemos a un proyecto de construcción política como lo es la Unión Europea.

Muchas claves para doce meses, muchos objetivos y muchas dificultades que sortear. Si los europeos para bien o para mal somos cada día más conscientes de lo que ha supuesto la cesión de soberanía que hemos hecho a la Unión – un 85% de las decisiones lo son supranacionales -, este año podemos batir el record de percepción de la trascendencia que en nuestras vidas tiene lo que se decide en Bruselas. Nuestra identidad es ya una amalgama más o menos armónica de lo que nos rodea más cercano, con lo que desde la riqueza de la diversidad hemos unido en Europa. Saber defender nuestros intereses, ser competitivos, en resumen, poder ejercer los mayores grados de libertad posibles, depende de cómo sepamos jugar nuestras cartas en este entorno de excelencia que quiere ser la Unión Europea. El reto es dual, por un lado elegir a nuestros mejores representantes para llevar a cabo las políticas que Europa precisa y desde las empresas o el trabajo individual, ser capaces de competir y de aliarse con los procesos innovadores que en nuestro espacio común van a ponerse en marcha en la próxima década. Este es el nuevo tren que se pone en marcha en 2014, podemos subirnos a él como hicimos en su día cuando Europa significó las mayores metas de progreso o darle la espalda y recluirnos en nuestros patios interiores mirando la ropa colgada del vecino en un eterno ejercicio de envidia malsana y empobrecimiento intelectual. Una vez más la elección es nuestra.

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