América Latina siembra dudas sobre sus opciones de crecimiento

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), organismo dependiente de Naciones Unidas ha hecho público su “Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe”, un en lo que supone un adelanto serio análisis que CEPAL realiza anualmente de la realidad y perspectivas de los países latinoamericanos. Sin venir a suponer un jarro de agua fría a la esperanzadora realidad que hoy supone en el contexto mundial la región, si que siembra dudas, también más que razonables, sobre el desaforado optimismo que respecto al crecimiento y desarrollo de la misma podríamos tener. Esa reedición del mito de “El Dorado” que algunos creyeron posible se está viniendo abajo a medida que tenemos los datos del pasado año y la previsión del presente 2014. Para empezar el informe destaca que en 2013 el PIB de América Latina y el Caribe creció un 2,6%, cifra inferior al 3,1% registrado en 2012. Este resultado ilustra la continua desaceleración económica regional que se manifiesta desde 2011.

No obstante, hubo diferencias importantes en los ritmos de crecimiento de los países, lo cual no hace sino demostrar la enorme heterogeneidad de una región que crece a ritmos muy diferentes. El bajo crecimiento regional en 2013 responde en parte al escaso dinamismo de las dos mayores economías de América Latina y el Caribe: Brasil (2,4%) y México (1,3%). Crecieron más del 5% elParaguayPanamá, Bolivia y Perú, mientras que ArgentinaChile, Colombia,GuyanaNicaragua y Uruguay crecieron entre el 4% y el 5%. Por subregiones, América del Sur registró un crecimiento del 3,3%, una tasa algo menor que el 3,7% registrado por el Istmo Centroamericano más Haití y la República Dominicana, mientras que persistió el bajo crecimiento (1,3%) del Caribe de habla inglesa y holandesa. El crecimiento regional estuvo impulsado principalmente por la continuación del dinamismo de la demanda interna y sobre todo del consumo, que aportó 2,8 puntos porcentuales del crecimiento del PIB, mientras que la inversión lo hizo en 0,9 puntos porcentuales y se redujo levemente el saldo negativo de las exportaciones netas (-0,8 puntos porcentuales). En 2013 la región logró una nueva, si bien muy pequeña, reducción de la tasa de desempleo, que pasó de un 6,4% en 2012 a un 6,3%, pero no fue la generación de empleo la que causó este descenso, sino la desaceleración de la oferta laboral, expresada en una reducción de la tasa global de participación. En la práctica se combinó una menor generación de empleo, como parte de un proceso de menor dinamismo de los sectores como el comercio, la construcción y los servicios comunales, sociales y personales, que más dependen del consumo y que son intensivos en el uso de mano de obra; y una menor búsqueda de trabajo de parte de los miembros de muchos hogares, en vista de oportunidades de empleo restringidas y ante la persistencia de condiciones favorables para aquellos que ya tenían trabajo después de varios años de expansión del empleo. La falta de dinamismo observada en la generación de empleo en 2013 se reflejó en un aumento del desempleo de los más jóvenes de la región, lo cual puede atribuirse a que un enfriamiento de la generación de empleo suele afectar primero a los nuevos entrantes al mercado de trabajo, donde generalmente hay una mayor proporción de jóvenes.

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A la gravedad del dato del empleo juvenil se une que durante 2013 hubo un claro deterioro del sector exterior, reflejado en un aumento del déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos, que pasó de un 1,8% en 2012 a un 2,5% del PIB en 2013, principalmente como resultado de un aumento superior de las importaciones que de las exportaciones de bienes. Sin embargo, frente al menor dinamismo del crecimiento y al deterioro del sector exterior, las metas de la política fiscal en la región se flexibilizaron, lo cual fue posible en la mayoría de los países gracias a las condiciones muy favorables de acceso a los mercados financieros, con tasas de interés históricamente bajas. En el conjunto de América Latina el déficit alcanzó 2,4 puntos del PIB y el saldo primario, corregido por el pago de intereses, ascendió a -0,6 puntos porcentuales del PIB, el dato menos favorable desde 2009. El Caribe logró en cambio una reducción del déficit, con un resultado global de -3,0 puntos porcentuales del PIB. Por su parte, respecto a la inflación de la zona, en el segundo semestre de 2013 el promedio de las tasas de inflación de los países de América Latina y del Caribe mostró un ligero incremento con relación a los meses previos, con lo que la tasa media de inflación de los países de la región se mantuvo al alza a lo largo del año. Venezuela y la Argentina fueron las dos economías de la región que mostraron las tasas de inflación más altas, seguidas de Jamaica, Bolivia y el Uruguay, pero predominaron tasas inferiores al 5% en la mayoría de los países de la región. Ante un panorama de menor inflación, de cierta desaceleración del crecimiento económico y de inestabilidad financiera, numerosos países orientaron su política monetaria a sostener la demanda interna y a enfrentar la volatilidad financiera internacional mediante la reducción de sus tasas de interés de referencia —con la excepción del Brasil en el caso de los bancos centrales con enfoque de metas de inflación— o favoreciendo un crecimiento estable de los agregados monetarios.

Si 2013 se ha cerrado en América Latina con datos como los señalados y que podemos adjetivar de muy modestos, la previsión para 2014 se ampara en un cierto mayor optimismo en la marcha de la economía mundial para augurar cierta mejoría. La reciente evolución de las economías de Estados UnidosJapón y laUnión Europea, junto con datos de la economía de China levemente mejores que las previsiones, han dado origen a un moderado optimismo sobre las expectativas para 2014. Así, se prevé que la economía mundial crezca un ritmo del 2,9% y que el crecimiento se recuperará tanto en países desarrollados como en desarrollo. En ese contexto se prevé cierta aceleración del crecimiento del PIB de América Latina y el Caribe, que alcanzaría una tasa de alrededor del 3,3%, asociada a un entorno exterior más favorable, que contribuiría a un aumento de las exportaciones. Este mayor crecimiento regional dependerá, en parte, de que continúe la recuperación en México y mejoren las cifras del Brasil, puesto que ambos países crecieron a una tasa menor que el promedio regional en 2013. Al crecimiento de la región en 2014 seguirá contribuyendo la expansión del consumo privado, aunque con aportes menores que los observados en años pasados. Esto se debe a que el ingreso disponible crecerá menos que el PIB, dado que no se producirán mejoras significativas de los términos de intercambio ni fuertes aumentos de las remesas. Asimismo, continuará la desaceleración del crédito ya observada en la región en 2013 y la expansión de la masa salarial será menor, dado que el crecimiento de la región probablemente no retomará la intensidad laboral que lo caracterizó recientemente y, por tanto, los incrementos salariales reales continuarán moderándose.

En 2014 se prevé que la reducción de la liquidez internacional se traduzca en un endurecimiento de las condiciones de financiación, lo que obligará probablemente a limitar el ritmo de crecimiento del gasto público, con lo que se iniciará, dependiendo del dinamismo de las economías, un período un poco más difícil de ajuste de la posición fiscal. Esta situación, junto con un entorno de demandas ciudadanas crecientes y bases tributarias a la baja, inducirá a las autoridades a considerar reformas tributarias para aumentar la recaudación, especialmente en un marco de cambios de gobiernos de varios países. Durante los primeros meses de 2014 también se espera que se mantenga en general la tendencia a relajar la política monetaria en la región, con el fin de estimular el crecimiento económico en un contexto de tasas de inflación bajas en la mayoría de los países. En otras palabras, ante la desaceleración del crecimiento del crédito ya observada en 2013, se espera que en 2014 la mayoría de los países continúe adoptando medidas para expandir el volumen de crédito y reducir su coste, en algunos casos mediante disminuciones de tasas de interés.

Parece evidente que el escenario de la economía mundial en 2014 plantea oportunidades y amenazas para América Latina y el Caribe. Por desgracia la principal amenaza sigue teniendo que ver con la “enfermedad holandesa”, es decir, el precio de las materias primas de las que dispone la región pero a las que no es capaz de añadir suficiente valor. Si la economía mundial no crece, no demanda las exportaciones latinoamericanas al alto precio de los últimos años y ello puede ser mortal para algunos países de la región. La falta de capacidad de las empresas latinoamericanas, especialmente las pymes, de innovar y de entrar en el círculo virtuoso de la I+D+i, sigue lastrando el desarrollo social de unos países donde el principal riesgo seguirá siendo el de las desigualdades sociales entre pobres y ricos. La carencia casi total de políticas fiscales de redistribución de la riqueza sigue impidiendo en gran medida la consolidación de clases medias y, por tanto, el neocriollismo convierte en las élites dirigentes a las familias que controlan todos los sectores económicos de un país. La típica frase que escuchas cada vez que visitas un país latinoamericano: “este país la manejan X familias”puede seguir más presente que nunca y una vez más se habrán derrochado años de bonanza para abrir más la brecha social. América Latina se juega en el 2014 mucho de la credibilidad ganada en el contexto internacional en la última década, ya no tanto por los problemas de deuda de otrora, pero si en su capacidad por desarrollar sociedades libres y estables, con clases medias asentadas donde la educación o la sanidad no se conviertan en barreras de entrada y de salida para el progreso personal. Es su reto y también el nuestro si queremos contar con el Atlántico como espacio de vanguardia mundial.

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Give a peace a chance en Colombia

Aquel grito pacifista de John Lennon sigue representando uno de los mejores símbolos que la humanidad tiene para pedir que los conflictos bélicos y la violencia cesen. Colombia vive uno de los combates más dilatados en el tiempo – 50 años – y más cruentos de la historia reciente. Por eso el anuncio de un nuevo inicio de negociaciones formales entre el gobierno colombiano y la guerrilla de lasFARC debe ser acogido con las mismas dosis de cautela en el optimismo y de ilusión en su éxito. La esperanza de esta nueva oportunidad para la paz se basa en la firme determinación mostrada por el presidente Juan Manuel Santos y la debilidad y desgate social mostrada por las FARC en los últimos años fruto del asedio al que le ha sometido el Ejército colombiano y del absoluto hartazgo de la sociedad colombiana que hace tiempo que les ha dado la espalda. Sin embargo, como en todo fenómeno que ha generado muertes, secuestros, torturas, destierros y todo tipo de calamidades, las heridas son muy profundas y las dificultades para una reconciliación nacional múltiples. Colombia está en pleno proceso de crecimiento y desarrollo económico, al punto que en el primer semestre de 2012 se ha convertido en la segunda economía de Sudamérica trasBrasil y la tercera de toda América Latina, tras México. El dato revela la trascendencia de este rico país en el conjunto de la región y la trascendencia de que logre la estabilidad que la desaparición de la violencia supondría. La paz y la democracia consolidada, acarrearía seguridad física y jurídica, pero sobre todo, contribuiría a afianzar la imagen de confianza de la comunidad internacional en Latinoamérica.

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Hablar del conflicto armado colombiano supone hablar de narcotráfico porque más allá de las motivaciones ideológicas que movieron a la guerrilla a combatir, la realidad es que la droga ha protagonizado como medio de subsistencia y de enriquecimiento a diversas partes del mismo. También conviene recordar que desde la independencia de Colombia, el país no ha estado ajeno a la violencia partidista, lo cual se evidencia en varias guerras civiles que se desarrollaron durante el siglo XIX y culminando en la Guerra de los Mil Días (1899 – 1902). No en vano las FARC  – Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo o FARC-EP – es la guerrilla más antigua y numerosa de América Latina. Fundada después de la ofensiva que, “con el fin de reafirmar la autoridad del llamado Frente Nacional”, el ejército colombiano realizó en 1964 contra la “República de Marquetalia”, una de las comunidades autónomas creada por grupos armados comunistas radicales a finales de la época de la violencia que siguió al Bogotazo en 1948. En más de cinco décadas de actividad, los altibajos del conflicto han sido continuos y de la misma forma que las vicisitudes vividas por los distintos gobiernos y la guerrilla con numerosos intentos de acercamiento, prenegociaciones y negociaciones fallidas de paz.

El conflicto armado colombiano ha generado miles de muertos, lisiados, secuestrados, una de las peores crisis de desplazamiento forzado en el mundo y desaparecidos, lo que ha conllevado a que Colombia sea clasificado como uno de los países más violentos del mundo y uno de los principales exportadores de drogas ilegales. La década de 1970 a 1980 se caracterizó por una desmedida represión por parte del Estado (Ejército, policía y autoridades civiles) contra los movimientos políticos, obreros, campesinos y estudiantiles. Además, algunos particulares tomaron con su propia mano la aplicación de medidas represivas contra los mencionados sectores. Según el Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP) entre el 1 de enero de 1970 y el primer trimestre de 1981, ocurrieron numerosos asesinatos, torturas, desapariciones y otras violaciones de los Derechos Humanos. “Solo desde 1970 hasta marzo de 1981 se registraron 1.053 asesinatos y 7.571 casos de torturas provocados principalmente por las Fuerzas Armadas”, según CINEP. Pero es el fenómeno de los carteles de la droga lo que convierte el conflicto colombiano en un fenómeno único en el mundo por su dramatismo y extrema dureza.

Colombia ha tenido cuatro de los carteles de narcotráfico más poderosos del mundo que en algunos lugares crearon una nueva clase social e influenciaron grandemente la cultura colombiana. El uso de la hoja de coca, la marihuana y otras plantas, había sido parte del estilo de vida de algunas comunidades indígenas a lo largo de Sudamérica, pero la demanda mundial de drogas durante las décadas de 1940 y 1970 incrementaron la producción y procesamiento de estas en Colombia. Se implementaron leyes de prohibición en Estados Unidos y en Colombia para sofocar el efecto negativo de las drogas en la sociedad y castigar a quienes las cultivaran, poseyeran, comercializaran o distribuyeran. Desde el establecimiento de la guerra contra las drogas, los Estados Unidos y algunos países europeos han proveído al gobierno colombiano ayuda logística y financiera para implementar planes que permitan combatir el tráfico de drogas. El programa más notable fue el Plan Colombia, también destinado a combatir los grupos armados ilegales calificados por estos países como terroristas, entre ellos paramilitares y guerrillas, que en la década de 1980 empezaron a financiarse con esta actividad ilícita. En 2004 el 70% del total de distribución de droga a nivel mundial procedía de Colombia y el 90% de su procesamiento, según un informe del Departamento de Estado de los Estados Unidos.

Sin duda la mayor presión que las dos partes del conflicto, gobierno y FARC han encontrado para iniciar las negociaciones en Noruega se llama respuesta popular. Durante las distintas décadas y fases del conflicto se han producido protestas populares contra los hechos violentos causados por los diferentes actores del conflicto armado, y en otros en apoyo a alguno de los actores. Esa falta de unidad y el enfrentamiento social en facciones ha sido uno de los motivos por los que esta verdadera guerra civil se ha perpetuado de generación en generación hasta convertirse por desgracia en parte del adn de la sociedad colombiana. Esa cultura de la violencia interiorizada como parte la vida de un país, empezó a mostrar síntomas claros de debilidad en la primera década del siglo XXI, con la llamada Marcha de un millón de voces contra las FARC o marcha del 4 de febrero. Pero las causas del conflicto aún siguen presentes en gran medida y pesarán enormemente a la hora de entorpecer una solución. La pobreza, la falta de educación, el abandono estatal, las deficiencias socio-económicas en los núcleos familiares, y los valores de la sociedad son caldos de cultivo de la violencia en un drama que tiene como agentes activos a un alto número de menores.

Sobre las negociaciones pesan los fracasos de intentos anteriores, especialmente el del presidente Andrés Pastrana (1998-2002). Su sucesor, ÁlvaroUribe es a la vez el responsable de que se produzca esta oportunidad por su política militar contra las FARC, pero ahora se ha convertido en el peor enemigo de la negociación y así lo ha manifestado al proclamar que su sucesor Santos está traicionando a Colombia al iniciar las conversaciones. Los países ALBA por su parte – Venezuela, EcuadorBoliviaNicaragua y Cuba – parece que se han alineado lealmente en la mesa negociadora a favor de la paz, principalmente porque aquellos viejos comunistas que dirigían las FARC han muerto y lo que queda de ellos es un grupo de narcos armados, algo que debilita la imagen de la revolución bolivariana. El contenido de las negociaciones será otro de los obstáculos porque la reforma agraria, una de las banderas tradicionales de los guerrilleros, a estas alturas ya no se sabe cuál es su alcance y a cuantos agricultores afectaría dados las numerosas expropiaciones y destierros producidos. Se inicia una nueva página de esperanza, escrita en blanco y sin renglones, lo único que debemos desear es que los responsables de la negociación tengan claro que no deben levantarse de la mesa hasta que haya acuerdo y negociar con la máxima discreción, porque como nos cantó Lennon “todo lo que pedimos es que le des una oportunidad a la paz”.

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Cristina Fernández de Kirchner el rostro enlutado de una expropiación que le enfrenta a Europa

Tiene el populismo un rostro tan diverso como la personalidad de sus intérpretes. Según su carácter y la idiosincracia cultural del pueblo al que se dirigen se muestra más dicharacheros o melodramáticos en sus gestos, siempre a la búsqueda del aplauso fácil de su público y dispuestos a lanzar cortinas de humo sobre los verdaderos problemas que afectan a la población. En el caso de la presidenta argentina, Cristina Fernández – sobre todo de Kirchner – su fama le viene precedida por antecesores en el cargo de su propio partido el Justicialista y, de forma especial, de la esposa del presidente Juan Domingo Perón, la queridísima Evita. Ella también sabe lo que estar casada con un todopoderoso presidente, Nestor Kirchner, cuyo luto lleva impuesto desde hace año y medio. Y ahora, en su segundo mandato como presidenta sucesora trata de enderezar los múltiples problemas de política interna fruto de los enfrentamientos con los poderosos gobernadores provinciales y las corrientes de opinión opuestas en su partido y en su gobierno.

La expropiación de las acciones de Repsol en la empresa petrolera YPF por parte del gobierno argentino supone un salto cualitativo en la deriva política de pulsiones ultranacionalistas que la presidenta Fernández inició hace unos meses con motivo del aniversario de las guerra de Las Malvinas. La justificación para una decisión de tan amplio calado por parte de las autoridades argentinas se refieren a la necesidad de ”salvaguardar la soberanía hidrocarburífera de Argentina y el objetivo prioritario es el logro del autoabastecimiento de hidrocarburos”. Según la presidenta, la petrolera no ha hecho las inversiones necesarias, algo que lleva meses recriminándole el gobierno austral. Es uno de los escasos países del mundo, que no maneja sus recursos naturales. Después de 17 años desde que se desnacionalizó (YPF), por primera vez ha convertido a Argentina en importador neto de gas y crudo, con un déficit de 3.029 millones de dólares en la balanza del comercio de combustibles. El año pasado Argentina importó combustibles por unos 10.397 millones de dólares, cifra que casi iguala al superávit comercial del país, que el año pasado fue de unos 10.477 millones. Según la mandataria, YPF invertió 8.813 millones de dólares entre 1999 y 2011, lapso en el que obtuvo ganancias netas por 16.450 millones de dólares, de los cuales repartió 13.246 millones entre sus accionistas. Razones y argumentos perfectamente vendibles para una población a la que se le agasaja con el objetivo de no subir los precios de la gasolina o el gas. Un hecho que repercute en la insuficiencia de recursos para realizar nuevas prospecciones en suelo argentino.

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Pero más allá de las motivaciones políticas, la realidad tiene más que ver con el control de la caja de liquidez que supone YPF en una situación muy complicada económica en Argentina. Una crisis que combina unas altas tasas de inflación con menores crecimientos que su entorno, fuerte huida de capitales y el tremendo déficit energético reseñado. Puede que el empujón definitivo a una decisión que colea desde haces meses, se deba a la evaluación que Fernández de Kirchner hace de la debilidad del gobierno español, acuciado por una crisis económica muy dura y cuando la prima de riesgo de los mercados de deuda amenaza con rumores de intervención de la Unión Europea. Y es Europa la que debería dar una respuesta coherente y medida a la expropiación, desde la defensa de un modelo de relación internacional, que debe basarse en la legalidad y los principios de seguridad jurídica. Este conflicto no debe plantearse como una batalla de políticos envueltos en sus banderas, ajenos a los verdaderos intereses de los ciudadanos afectados, los argentinos en su calidad de vida y los accionistas de Repsol en sus intereses económicos. Debe recordarse que Repsol compró el 51% de YPF pagando un alto precio por ello, realizó inversiones también cuantiosas para la mejora de su capacidad de explotación y es ahora cuando esta política empresarial le genera beneficios. Y resulta aún más clamoroso el hecho de que cuando en 1992 YPF pasó de manos públicas a privadas, era la única petrolera del mundo que perdía dinero por su mala gestión.

Este es un problema que más allá de las palabras grandilocuentes es un problema entre empresas, la de los intereses de una multinacional Repsol – hispano mexicana – y de los amigos de la presidenta que seguro que estarán detrás de esta expropiación y que copan oligopolísticamente los principales sectores de la actividad en Argentina. Pero no cabe duda que ya ha puesto en solfa las relaciones bilaterales de España y Argentina –  España es el principal inversor extranjero en Argentina por delante de EE.UU – y que se ven comprometidos los proyectos de colaboración birregional Unión Europea América Latina.  Algo que parece importar a Argentina que tiene en estos momentos más de 40 litigios en la Corte de Comercio Internacional que viene perdiendo sistemáticamente y que, sin embargo, de la misma forma no paga las sanciones impuestas. Hace tiempo que Argentina se ha puesto al margen de la seguridad jurídica aún a riesgo de las consecuencias que ello puede causarle. Ha elegido el camino del cortoplacismo y de salvar el día a día, sin pensar en lo que puede pasar mañana.

La reciente Cumbre de las Américas ha puesto de manifiesto la pérdida de peso específico tanto en Estados como en planteamientos ideológicos del Grupo Alba. El proyecto bolivariano promovido por un enfermo Hugo Chávez, que ni siquiera pudo estar presente en la cita de Cartagena de Indias, está en sus horas más bajas. BoliviaNicaraguaEcuador y Cuba a su manera son los reductos de sus postulados estatistas, y aunque la presidenta Fernández  ha hecho mención expresa a que el proyecto nacionalizador de YPF nada tiene que ver con esta senda, la realidad es que su medida representa por su magnitud el mascarón de proa de las posiciones más radicales del continente latinoamericano en el ámbito de la propiedad de los recursos naturales. Si no fuera porque Argentina en esta guerra va por libre, podría pensarse que ha cambiado de bando y desequilibra las posiciones en la región. Pero no llevemos tan lejos nuestras reflexiones porque el populismo no suele desbordar fronteras y la expropiación se agota en sus objetivos de consumo interno. Las posibilidades, pues, de un efecto contagio en la región son mínimas. Conviene recordar que Pemex la petrolera mexicana es accionista en un 20% de Repsol y que la chilena Enap y la brasileña Petrobrasestán presentes en Argentina y en algún caso comparten la explotación de campos con Repsol. Además, países como BrasilMéxicoColombiaChile oPerú son destinos hoy por hoy seguros para las inversiones dado que sus gobiernos han hecho una firme y decidida apuesta por el desarrollo de sus economías con un modelo de cooperación internacional y atracción de negocios hacia sus territorios.

No conocemos aún la reacción española y, presumiblemente, europea a la expropiación de Cristina Fernández. Convendría que la sensatez imperara y que el populismo no se convierta en una pandemia a este lado del Atlántico. Nos jugamos demasiado en no desaprovechar las oportunidades entre las dos orillas. Si convertimos este conflicto en una suerte de guerra comercial contra Argentina, se verá comprometida la ya compleja negociación de la Ronda Mercosur y habremos perdido una nueva opción de poner las primeras base de una relación birregional de intercambio desde la equidad sin proteccionismos. Al populismo pseudodemocrático se le combate con la defensa de la legalidad desde las instituciones europeas que nos hemos dado. Empezando por defender a los ciudadanos que han depositado sus ahorros en Repsol y que ahora verán valoradas sus acciones por el Tribunal de Tasación argentino que decidirá cuánto debe pagar el gobierno argentino por la compañía. Sus derechos deben ser salvaguardados, más allá de los argumentos y razones que ha expuesto la inquilina de la Casa Rosada. Y el otro interés principal a rescatar es el del pueblo argentino que no tiene porqué sufrir el enfrentamiento de la retórica política y de los gestos trasnochados de mandatarios enlutados.

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