Elecciones en el Reino Desunido

Vive Gran Bretaña la más clara representación del drama shakespiriano. Su ser o no ser ha quedado patente en los resultados de las elecciones generales de la pasada semana, pues, más allá de la sorprendente victoria del conservador David Cameron, las encrucijadas que arrojan las urnas son enormes. Por un lado, los tories se hacen con una mayoría absoluta que les obliga a cumplir su promesa de convocar un referéndum sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea en 2017, lo que consumirá al país en este complejo debate la mitad de la legislatura. Pero lo que es más grave, es que su cohesión interna se ha visto aniquilada por el éxito arrollador de los Nacionalistas en Escocia y la práctica desaparición en este país de los laboristas que ya difícilmente pueden presentarse como una formación británica, sino puramente inglesa y galesa. Una de las campañas más anodinas que se recuerdan pueden transformar históricamente el Reino Unido tanto interna como externamente.

La realidad es que sin tender a exagerar, estas podrían haber sido las últimas elecciones generales del Reino Unido que se celebran en Escocia y también las últimas de los británicos como miembros de la UE. Cameron será premier con una mayoría con la que nadie contaba pero no puede ser ajeno a ese 13% de británicos que han votado al UKIP y anhelan quedarse en libre flotación en las islas, lejos de las normas de Bruselas y, menos aun, a que 56 de los 59 escaños de la Cámara de los Comunes elegidos en Escocia, pertenecen por voto y derecho propio al Partido Nacionalista escocés, el SNP. Su lideresa, Nicola Sturgeon recoge la siembra de Alex Salmond, ahora electo en Londres y la nefasta gestión que desde septiembre han hecho conservadores y laboristas del no escocés. Salieron del apuro in extremis y, aliviados del susto de la independencia, se olvidaron de que los escoceses en su mayoría habían votado un no pero sí, una suerte de reclamo de mucha más autonomía que ha fecha de hoy no se ha plasmado en ninguna realidad.

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Por mucho que a Cameron se le llene la boca hablando del partido conservador como el gran partido nacional, la realidad es que los tories son un partido inglés y si se me apura, un partido del sur de Inglaterra. Pero es que los laboristas son aún menos “nacionales”, pues, el populismo antieuropeista y antiinmigración del UKIP ha captado un importante porcentaje de voto en áreas tradicionalmente laboristas en el norte de Inglaterra y en Gales. Estas son las consecuencias de una forma de hacer política en una burbuja alejada de la realidad territorial, de tomar las decisiones en Londres, bajo las presiones de la City financiera y lejos de los intereses ciudadanos. Como también es una peculiar venganza del sistema electoral proporcional que concede el escaño al ganador en el distrito pese a que la diferenciada pueda ser de un solo voto. Así se explica que el UKIP con casi 4 millones de votos solo haya obtenido un escaño o que los nacionalistas escoceses se lleven la práctica totalidad de los escaños con solo un 10% más de votos que sus adversarios.

Supongo que Cameron, aún inmerso en su borrachera de éxito por la reelección, no querrá calibrar ya las consecuencias que estas extrañas elecciones dejan en el Reino Unido, pero cualquiera diría que le hubiera ido mucho mejor tener que conformar un gobierno de coalición con otras fuerzas políticas que habría expresado de forma mucho más real la división territorial e ideológica que se vive en la isla. Obcecados en centrar su política en los recortes del gasto público, los tories más duros exigen ahora de forma inmediata la puesta en marcha de un nuevo paquete de ajuste, seguros de que su política económica les ha hecho ganar las elecciones. En vez de llegar a la sencilla conclusión de que más que por sus méritos, la victoria conservadora se debe a los errores de una oposición laborista que de la mano de Ed Miliband se entregó a un programa electoral extremadamente izquierdista, que asustó a buena parte del electorado de centro y a las clases medias británicas.

Para la UE este resultado supone enfrentarse con casi total seguridad a una compleja negociación de los Tratados de la Unión con el gobierno de Cameron, si se quiere salvar el incalculable resultado de un referéndum para la salida del Reino Unido. Pese al hartazgo lógico de Bruselas ante las repetidas amenazas británicas de abandonar la Unión, la realidad es que el mero hecho produciría el pánico en otro Estado miembro como Irlanda, dependiente comercial y económicamente de Gran Bretaña y el indudable temor de Alemania a quedarse sola ante Francia y los grandes países del sur como España e Italia, a la hora de ordenar una política europea de austeridad conforme a los estatutos del Bundesbank. En la mentalidad germana, los británicos son un aliado imprescindible para garantizar políticas de rigor presupuestario en Europa. De ahí que previsiblemente la canciller Merkel empezará a realizar gestos y concesiones a las primeras demandas que sobre el escenario comunitario plantee el premier reelegido.

La vieja y compleja Europa otra vez ante el espejo de sus arrugas. Con Grecia instalada en el impago de sus deudas, el Reino Unido dividido internamente y apelando a su salida y con un mapa político general que cuestiona el bipartidismo que consagró el proceso comunitario, precisa urgentemente de un plan de recuperación de las ideas fundacionales. El discurso europeista está caduco, no ofrece nada nuevo a futuro, sigue basándose exclusivamente en el vértigo que produce la desunión si miramos a nuestro trágico pasado bélico. O nuestros políticos y gobernantes son capaces de salir del planteamiento de unión temporal de empresas en que han convertido el espacio común o tendremos un escenario similar al que vive el Reino Unido, que camina inexorablemente por errores propios hacia la desunión más profunda, la de territorios y clases.

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Lecciones del no escocés, abran paso a su majestad la democracia

No cabe duda que la mejor medicina que el ser humano ha inventado para garantizar la convivencia en sociedad es la democracia. Por dura e incómoda que pueda resultar siempre a los perdedores, el libre ejercicio del voto es siempre la forma de expresión de la voluntad popular y la única garantía del respeto a los derechos de las minorías. Quien teme el gobierno del pueblo, pues, amparándose en el concepto legalista, es decir, el del gobierno de la ley, lo único que trata a la postre es saltarse a la torera por intereses particulares la capacidad de expresarse de los ciudadanos. Algo que se suele escamotear con los típicos argumentos paternalistas de los gobernantes que justifican el hurto de la democracia por nuestro bien, desde una posición de visión privilegiada de las cosas. Gran Bretaña como escenario del referéndum de Escocia se ha convertido en estos tiempos en los que impera la dictadura de las visiones materialistas bajo el reinado de los mercados, en un ejemplo único de libre determinación sin el más mínimo atisbo de violencia, ni siquiera verbal. Una lección histórica de fair play democrático que debería servir de espejo en el que mirarse Europa, en vez de seguir jugando a la amenaza del precipicio que supone la ruptura de la Unión. Lo que se basa en decisiones en las urnas construye un compromiso sólido muy superior a lo que deciden media docena de mandatarios en torno a una chimenea sin luces ni taquígrafos.

El resultado, pues, de las urnas es inapelable y deja bien a las claras que los escoceses y solo los escoceses, no los ingleses, los galeses o los norirlandeses, a los que no puede corresponder decidir el destino de Escocia, son partidarios mayoritariamente,  hoy por hoy, de seguir perteneciendo al Reino Unido y no ser un Estado independiente. No debería olvidarse a nadie el único dato cierto de esta consulta vinculante porque si lo primero es reconocer la victoria de la democracia, acto seguido debemos reconocer también la victoria del no. Los nacionalistas escoceses no pueden presentar una derrota como una victoria, su objetivo era la independencia y el pueblo no les ha dado la razón. Mucho tendrán también, por tanto, que reflexionar quienes llevan a sus partidarios a las urnas para perder porque el ejercicio de soberanía no tiene fecha de caducidad, pero indudablemente el paso por el voto frustra para generaciones el anhelo de independencia. Dicho esto, en la batalla por el sí Escocia ha ganado mucho. Primero el reconocimiento como nación y su deseo de mayor autogobierno. Ese 45% de apoyo es una llamada de atención muy clara a Londres que obliga al gobierno y al parlamento británico a dar pasos hacia una mayor autonomía en las decisiones que les compete de los escoceses y una gestión más directa de sus recursos. El estatus entre Inglaterra y Escocia cambiará en base a una negociación pragmática y realista de las dos partes. Esa es la primera consecuencia que podemos extraer del resultado del referéndum.

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Respecto a los protagonistas de este bello episodio político, como siempre que se extreman posiciones y se pone a la población en la difícil circunstancia de decidir cuestiones gruesas, quedan todos seriamente desgastados. El premier escocés AlexSalmond, impulsor y principal artífice de la campaña del sí, ha sido derrotado y dependerá de su habilidad negociadora el coste que el no tenga para su partido en los próximos comicios generales. Para Cameron, al que en las últimas semanas los sondeos le han colocado al borde del infarto, la victoria le permite salvar los muebles in extremis, pero queda en una enorme situación de debilidad ante el ala más conservador de los tories y esa mayoría antieuropeísta que cabalga a lomos de Inglaterra.  Los laboritas, salvando la figura recuperada del ex primer ministro británico Gordon Brown, uno de los puntales decisivos del no al final de la campaña, han visto como el debate se centraba en el modelo de sociedad que querían los escoceses para Escocia, sin que su discurso diluido en Inglaterra sirviera para frenar el ascenso del sí independentista. Porque en esta consulta no sólo ha votado la ciudadanía la pertenencia a un Estado u otro o tener un himno o una bandera. El nacionalismo caduco y rancio de identidades simbólicas y base histórica de batallitas del abuelo, no tiene cabida hoy en un mundo global y que cambia a velocidad on line. Lo que está en discusión es el modelo de sociedad que esa identidad diferenciada defiende. Lo relevante es la forma de organizar los recursos propios para un reparto más justo y equitativo de los mismos y no para un cambio de titularidad de unos poderosos oligarcas por otros. Un nuevo Estado debe ganarse la voluntad de su pueblo de serlo porque ofrece a sus ciudadanos la posibilidad de ser más libres y más felices, de otra forma volveríamos al juego de tronos medieval.

En Escocia el sí ha avanzado desde posiciones iniciales del 25% cuando se anuncia la consulta, hasta el 45% del resultado final a base de propuestas sociales frente a un gobierno y un modelo actual de sociedad inglesa, liberal basado en los recortes de prestaciones y servicios públicos. Y solo cuando la opinión pública empezó a acercarse a la decisión de la independencia, Inglaterra se parapetó en el discurso apocalíptico y los chantajes desde Bruselas de salida de la UE, por otro lado, harto infantiles pues no parecería lógico que una Europa deficitaria energéticamente negara la entrada a una Escocia independiente convertida en el país con más petroleo del viejo continente. Esa lección también debería servir en el proceso de construcción europea. La gente quiere participar en los grandes debates de fondo que condicionan el destino de una sociedad. No están dispuestos a decidir solo sobre una lista cerrada el consejo de administración que va a gerenciar su país los próximos cuatro años. Fijémonos en ese 85% abrumador que ha votado en el referéndum escocés y tomemos nota de que se deben abrir nuevos cauces de comunicación y participación innovadores de los políticos con los ciudadanos. Una nueva forma de hacer política,  tantas veces demandada y aun por descubrir y poner en práctica.

¿A Europa cómo se le queda el cuerpo después de la cita escocesa? Pues poco más o menos como se te queda después de una ducha escocesa que te somete a un cambio brusco de agua caliente a agua helada. Muscularmente relajada porque un sí habría supuesto un efecto dominó en aquellos territorios y no son pocos que la Unión albergan anhelos independentistas. Bruselas respira hoy aliviada como lo hacen muchos de sus jefes de Gobierno. Pero todos saben que el precedente obliga a reconocer la grandeza de la democracia y que requiere de una reformulación del proyecto que afiance las herramientas comunes, pero que permita a la riqueza diferencial encontrar cauces de participación en las instituciones.  La visión federalista de Europa sale claramente reforzada del referéndum y más aun cuando los acuerdos entre ingleses y escoceses avancen el el autogobierno de éstos. Los deseos recentralizadores legalistas tratarán de olvidar el 18 de septiembre de 2014 pero todos recordaremos que ese día los escoceses votaron.

El siguiente escenario de expresión de voluntades identitarias debería serCatalunya, así lo ha expresado la mayoría de las fuerzas políticas de su Parlament y de sus ciudadanos a través de sondeos de opinión y de manifestaciones multitudinarias en sus calles. Son condiciones muy superiores a las que llevaron a Cameron y Salmond a pactar la consulta. Sin embargo, parece evidente que en España el gobierno de Mariano Rajoy optará por la vía legitimista para negar el derecho de expresión a los catalanes. Y  Bruselas como siempre sumisa a las decisiones de los gobiernos de los Estados miembros calificará la decisión de asunto interno de España y se lavará la manos ante el no a decir si o no que Rajoy impondrá al president Mas. Se equivocan los dirigentes de las instituciones europeas no entendiendo que no vivimos en el siglo XIX cuando las fronteras aislaban a los ciudadanos y la diplomacia o las armas resolvían los problemas. Hoy como europeos lo que le concierne a los escoceses le importa a los catalanes, como lo que les importa a los alemanes, les ocupa a los vascos. Decidir nuestro futuro en común pasa se quiera o no se quiera por poder decidir primero lo que sucede en mi solar, pero con unas reglas del juego democráticas iguales para todos y que se respeten los derechos de cada cual. De otra forma seguiremos en el mercadeo y los repartos del dinero, un pasteleo que no tiene credibilidad alguna entre los ciudadanos. Lecciones de una ducha escocesa.

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Europa o el lucrativo negocio de los paraísos fiscales

La Unión Europea se atrevió finalmente a centrar su Consejo del mes de mayo casi con un único tema en el orden del día: el acuerdo para la eliminación de paraísos fiscales en su territorio y aledaños asociados. No era poco que por fin los mandatarios europeos se decidieran a dejar a un lado su hipocresía para poner sobre la mesa uno de los mayores escándalos sociales que afecta a la UE. La presión social y de algunas ong’s dedicadas durante años a la denuncia de las prácticas de fraude fiscal llevado a cabo en Estados de la Unión logró calar en diversos grupos del Parlamento Europeo cuyo debate forzó a una posición de combate por parte de la Comisión Europea y, finalmente, ha obligado a los líderes gubernamentales a tratar tan espinoso asunto. Unos políticos que escudados en la cínica excusa de los asuntos internos de cada país, habían obviado de manera más o menos descarada hasta ahora, la injusticia que supone que algunos se vayan de rositas sin pasar por  la hacienda pública mientras se aprovechan de un sistema de protección y bienestar social montado gracias a la contribución vía impuestos del resto de los paganos. Se ha logrado el primer aunque tímido objetivo, meter en la dilatada agenda de los mandamases europeos el fraude de los paraísos fiscales, pero como siempre era demasiado pedir que se pusieran de acuerdo para acabar en plazo digno con esta verdadera lacra social.

Para que nos hagamos una idea de la dimensión del problema baste decir lo siguiente: EUROPA PIERDE 1 BILLON DE EUROS AL AÑO Y ALBERGA OTROS 14 BILLONES EN PARAÍSOS FISCALES EN SU SENO Y ALEDAÑOS ASOCIADOS. Y lo escribo con mayúsculas porque mayúsculo es el tremendo daño que este delito organizado por Estados, nos cuesta al mundo. La propia UE estima según un informe encargado por la Eurocámara, que se pierden al año 864.282 millones de euros por prácticas evasivas. Una cifra superior a los presupuestos destinados a sanidad en cada país europeo. Pero lo más grave no es lo que dejamos de recaudar los ricos europeos por estas prácticas lucrativas para algunos Estados miembros, mucho peor resulta el roto que realizamos al resto del mundo. Los países pobres pierden cada año 124.000 millones de euros por los impuestos que no pagan las empresas con filiales en sus territorios. Con menos de la mitad, 51.000 millones de euros, se podría acabar con la pobreza extrema, segúnBrookings Institute de EEUU. Según estos datos hechos públicos la ongIntermón Oxfam dos terceras partes del dinero escondido por las mayores fortunas del mundo se ubican en paraísos fiscales europeos. En un momento donde los ciudadanos -procedentes de países ricos y pobres-, están sufriendo los efectos de la pobreza multiplicada por los recortes en los Estados desarrollados, Oxfam estima que al menos 14 billones de euros pertenecientes a fortunas individuales se esconden en paraísos fiscales repartidos por todo el mundo. Este dinero perdido representa el doble de lo necesario para que cada persona del mundo pueda vivir con más de 1,25 dólares al día, es decir, para acabar con la pobreza extrema.

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Ante tanto despropósito no queda otra que señalar a los responsables país por país y exigirles primero explicaciones y luego un cambio de normas para poner coto a estos desmanes. La lista o mapa de países paraíso fiscal o centros financieros offshore de Europa es amplia y compleja en sus modalidades y prácticas. La Tax Justice Network – Red de Justicia Fical – una organización surgida del Foro Social Mundial, aporta el siguiente listado y descripción de campos abonados para la evasión y el fraude fiscal en Europa:

Andorra: El mini estado independiente de los Pirineos, que no es parte de la Unión Europea, pero es miembro asociado, ofrece un lugar con secretismo para el dinero de los  que residen en países vecinos. Particularmente atractivo es el servicio personal ofrecido allí por los asesores bancarios. Resulta muy fácil  para los españoles y franceses llegar allí en coche para despositar dinero en efectivo. Después se puede llenar el depósito del coche y comprar cigarillos , por supuesto libre de impuestos.

Austria: Como país que comparte fronteras con Alemania, Hungría, Eslovaquia, Eslovenia, Italia, Republica Checa y Suiza , Austria atrae el dinero prometiendo  secreto a los titulares de cuentas bancarias. Atrae especialmente a la población europea de habla alemana. Pero también ciudadanos de países latinoamericanos que, por ejemplo, combinan la inversión en bonos austríacos con las ventajas del secreto bancario. Precisamente debido a la falta de transparencia financiera y  a su ubicación geográfica, Austria también ha atraído durante décadas el patrimonio de dictadores del mundo

Islas del Canal: La islas británicas del Canal, Jersey, Guernsey y Sark son el hogar de cientos de instituciones financieras y compañías de seguros atraídas por sus bajos y sencillos impuestos. Mientras que  probablemente  esconde los negocios más sucios, Guernsey es la más innovadora. Con las denominadas empresas auto protegidas, un aparente empresa individual está organizada en células con muros legales protectores entre ellas. Y en Sark, de acuerdo al diario británico The Guardian, hay 24 empresas registradas por cada uno de los aproximadamente 600 habitantes.

Chipre: Chipre es el ejemplo perfecto de lo que puede salir mal cuando se depende tanto de un modelo tan dudoso. Está particularmente orientado hacia los países de la extinta Unión Soviética y actuaba como un centro de enlace entre ellos. Las transacciones entre empresas de fachada trajo dinero a Chipre, y después se retornaba a países como Rusia, evitando así a las autoridades tributarias. Pero desde la quiebra de Chipre, en parte por la Unión Europea, la isla mediterránea tendrá que  arreglárselas con un nuevo modelo de negocio.

Inglaterra: Londres, representa una de los más grandes centros de enlace para la evasión de impuestos y  de capitales. Es la madre de todos los paraísos fiscales desde el momento en que la Zona, que no responde a la Corona, ha desarrollado una red que continúa trayendo dinero al antiguo imperio. El dinero fluye desde allí  a las Islas británicas del Canal como  Guernsey, Jersey o la  Isla de Man, después a territorios de ultramar británicos en el Caribe como las Islas Caimán o la Islas Vírgenes, o en Europa a  Gibraltar. Londres es las sede de muchas empresas de fachada dudosas que solo existen en Internet.

Alemania: Alemania protege los datos de los inversores extranjeros , los cuales  no tienen que pagar impuestos sobre los intereses . Sólo los alemanes o extranjeros residentes en Alemania, tienen que pagar una tasa plana sobre los ingresos por intereses La información sobre estos depósitos raramente sale de Alemania, añadió : “los inversores extranjeros con cuentas alemanas están protegidos por un cierto grados de anonimato.Por eso es por lo que Alemania está en la novena posición de la clasificación mundial del secreto financiero para TJN.

Gibraltar: En el extremo sur de la Península Ibérica, Gibraltar se ha especializado  en permitir las empresas o sociedades pantalla llamadas “trusts.” La estructura de estos trusts significa que no hay propietario real de a empresa. Se utilizan con frecuencia para añadir capas de secreto a las sociedades fachada, lo que es particularmente bueno para el blanqueo de capitales. El final sucio del espectro para traer de vuelta el dinero a los mercados financieros. La presencia de muchos casino de juego también interviene  en el juego.

Irlanda: Se le lama el “doble irlandés” en el mundo financiero: una empresa funda dos subsidiarias en Irlanda con su tasa de impuestos del 12,5%. Entonces, una reclama  estar basada en un paraíso fiscal diferente  (el impuesto comparable en EEUU , por ejemplo está alrededor del 35%). Mientras que una empresa hace negocio en Europa realiza el pago a la otra de los derechos de patente. El beneficio se evapora ya que los costes y los ingreso se igualan en el balance. Esto es completamente ilegal en Irlanda, y por ello es una ubicación optima para empresas como  Google, Apple o Amazon. Aunque otros países como Holanda ofrecen modelos similares, la diferencia es que en  Irlanda la gente trabaja realmente lo que al menos crea algunos puestos de trabajo y un poco de crecimiento en el país.

Isla de  Man: Esta isla entre Escocia , Inglaterra e Irlanda no tiene impuestos para las herencias y las rentas de capital , mientras que el más alto nivel de impuestos es del 20%. El impuesto de sociedades no existe . Es un destino especialmente querido para los millonarios británicos.

Luxemburgo: Es el Segundo centro de enlace financiero más grande de Europa después de Londres.. Innumerables inversores y alrededor de 150  bancos disfrutan de un tasa impositiva de gracias en el centro europeo de acciones y bonos. El estatus de Luxemburgo como miembro de la UE le hace particularmente atractivo para las empresas europeas y el mercado internacional,  explicó. Si quieres evitar las leyes alemanas, por ejemplo, puedes hacerlo a través de Luxemburgo, será por ello que 40 bancos alemanes hacen negocio allí.

Malta: Con sus bajas tasas de impuestos, Malta como Chipre ha atrajo capital extranjero durante largo tiempo. Aunque  los impuestos sobre sociedades alcanzan  el 35%, las empresas puede conseguir la devolución de la mayoría de ellos. Es el destino favorito de las empresas alemanas la cuales consiguen un beneficio más alto si están basadas en Malta. Aunque es claramente un paraíso fiscal para las empresas, no está claro que lo sea para las personas físicas.

Mónaco: Sigue siendo el hogar de los ricos y famosos.  Los millonarios se establecen felizmente allí debido al hecho de que  no pagan impuestos por los ingresos  ni por las herencias. La ciudad estado no persigue los delitos financieros que se cometen en el extranjero.  No obstante, los negocios sí pagan impuestos en tasas de alrededor del 33 % .  Francia, aunque no juega un papel activo , presta una mano protectora.

Holanda: Lo que es  Luxemburgo para los inversores privados lo es Holanda para las grandes corporaciones. Los impuestos a la actividad económica son increiblemente bajos , con muchas ventajas tributarias para los ingresos por intereses y licencias. Con el “sandwich holandés,” una empresa matriz tiene una filial en Holanda y la usa como una base de impuestos bajos para desarrollar sus negocios europeos

Suiza: Aunque se supone que no existen ya cuentas bancarias completamente anónimas en Suiza ( y el vecino Liechtenstein), continua atrayendo grandes volúmenes de dinero debido a su secreto bancario. En consideración al volumen de dinero en Suiza, ésta ocupó el primer lugar en el Indice de Secreto Financiero de TJN.

Vergonzoso panorama en el territorio que consagra la libertades, la solidaridad, la cohesión social y la democracia como normas básicas de convivencia. Esta brutal hipocresía en forma de injusticia que mueve cantidades multimillonarias de dinero de forma opaca debe convertirse en una de las principales batallas políticas de la Unión Europea. Pero una vez más estamos ante un delito legal y moral que afecta a personas jurídicas y también físicas. Nadie está libre de la responsabilidad de cumplir con sus obligaciones como ciudadano, como de denunciar con pruebas los casos que a su alrededor se dan. La presión social es la única fórmula para que la clase política europea afronte de una vez el problema por muchos que sean los intereses creados y por poderosas que sean las fortunas protegidas por la evasión.

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