Cumbre UE América Latina Caribe: síntomas de optimismo de dos socios estratégicos

Más de 1.100 millones de personas, más de un tercio del PIB mundial, por tanto, muchas miradas del mundo estaban puestas en la cumbre birregional CELAC – UE, celebrada entre los días 26 y 27 de enero en Santiago de Chile. Sesenta y dos jefes de Estado y de gobierno de uno y otro lado del Atlántico se reunían por primera vez como dos entidades supranacionales, por un lado la ya madura, por no decir vieja, Unión Europea y por otro la recién nacida, de apenas tres años de vida, CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños). Todo grandes magnitudes bajo el lema no poco ambicioso de “Alianza para un Desarrollo Sustentable: Promoviendo Inversiones de Calidad Social y Ambiental”.La grandilocuencia alejada de la cruda realidad que millones de ciudadanos de las dos regiones aún viven por desgracia. Pero al fin, la forma de hacer política de las últimas décadas ha encontrado en esto de las cumbres una especie de bálsamo fotográfico de la relación multilateral, que consiste en que todos somos buenos y nos llevamos muy bien, sonrían ustedes y saluden que les vamos a hacer la foto. Por detrás está la trastienda de los cuchillos largos, la de la letra pequeña de los acuerdos, la de las negociaciones a cara de perro de las delegaciones diplomáticas y, en el fondo, la de las estrategias de las potencias por el control de los bloques regionales. Todo ello se ha vivido en Santiago de Chile y uno ha tenido la suerte de participar como elemento activo en virtud del trabajo para la Fundación EULAC y como enviado especial informativo de Aquí Europa y Euractiv. Y desde esa doble condición les cuento las impresiones de la cumbre y lo que puede depararnos a futuro en la relación de Europa y Latinoamérica.

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Creo que el marco de relación entre las dos regiones lo definen tres ideas fuerza:

1.- Mayor simetría de la relación: la situación provocada por la crisis económica ha dando un vuelco sustancial al tipo de relación entre ambos. Ahora la UE está en recesión mientras América Latina Caribe está creciendo. Para Europa, Latinoamérica se ha convertido en un lugar de oportunidades y como nuevos indianos buscamos mercados para nuestras empresas y nuestros productos. Por su parte, América Latina ha hecho muchos deberes tradicionalmente reclamados por el mundo ortodoxo económico en reducción de déficit, pagos de deuda internacional, saneamiento de sus sistemas financieros y, por supuesto, respeto de los derechos humanos y profundización de la democracia. Cada vez nos parecemos más y, ante todo, cada vez tenemos los mismo problemas y las mismas aspiraciones. Se habla de igual a igual.

2.- La alianza es de socios estratégicos: aquí se ha producido también un cambio radical. La UE, salvo España y algo Italia y Francia, no giraba su mirada hacia América si no era para mirar al gigante del norte. Ahora ha abierto diálogos bilaterales múltiples como los acuerdos de asociación existentes con ChileBrasilMéxico, y los recientemente firmados con Centroamérica, Colombia y Perú. Y América Latina que se ha venido debatiendo en la última década entre su vieja relación de amor odio con EE.UU., y el ensimismamiento momentáneo ante el coloso chino, se ha decantado por reencontrarse con la vieja Europa, con aquellos que un día cruzaron el Atlántico y cambiaron las vidas del planeta a descubrir para las dos regiones un nuevo mundo. Como es lógico aquel proceso de conquista, 500 años después se escribe en clave de diálogo pacífico y de confianza mutua.

3. Europa se muestra como una unidad homogénea y América Latina Caribe aún muy diversa: La UE se presenta como una entidad articulada con instituciones engrasadas que salvo en política exterior común donde aún es muy joven el SEAE, en política económica y sectoriales no hay discusiones entre Estados porque el motor de la Comisión y la coordinación del Consejo Europeo hacen el trabajo previo. Sin embargo, los miembros de la CELAC tienen que debatir cada punto y cada tema de las negociaciones. Además su alto grado de diversidad en tamaños, situación social, fuentes de recursos y planteamientos ideológicos. Si Europa tiene en los cimientos de la construcción de la Unión el eje francoalemán, América Latina adolece de un entente fuerte entre las sus dos grandes potencias, México y Brasil. Ambas compiten y se desafían. Y la existencia de los ALBA, liderados por la impronta bolivariana de Chávez y el populismo justicialista de laArgentina de Cristina Fernández, provoca un polo de continuo desazón para países estables como Chile o una Colombia empeñada en un decidido proceso de pacificación y crecimiento económico.

En este contexto, ¿qué podemos esperar de la declaración y el plan de acción 2013 – 2015 de esta cumbre? Lo cierto es que el ambiente que reinó entre los mandatarios era de moderado optimismo. Por primera vez en los últimos cinco años, jefes de gobierno salen sonrientes de un encuentro multilateral y nos hablan de un futuro prometedor. Ya no todo es la crisis. En palabras del presidente colombiano, Juan Manuel Santos, “la gran conclusión de esta cumbre es que vemos a Europa saliendo de su crisis, con mejor futuro, hay luz al final del túnel y vamos por el buen camino. Lo que es bueno para Europa es bueno para América Latina y viceversa”. Y respecto a los contenidos concretos la UE se lleva de Santiago de Chile una apuesta declarada por garantizar la seguridad jurídica de las inversiones, en clara alusión a los procesos de expropiación vividos por empresas españolas e italianas en Argentina, Venezuela y Bolivia. Mucho enfoque de sostenibilidad medioambientaly de la energía; el foco se pone en la  inclusión social en las inversiones de uno a otro lado; compromiso para evitar el proteccionismo, un especial toque de atención a Brasil;  enérgica condena del terrorismo y apoyo a las conversaciones de paz del gobierno y las FARC en Colombia; se introduce la igualdad de género y la lucha contra la violencia contra la mujer y las niñas; el mayor intercambio de información en la lucha contra el narcotráfico; la redefinición de las políticas migratorias, ya que ahora los europeos también emigran y, por último, se dan cita para la próxima cumbre bianual, en Bruselas el año 2015.

No es la panacea universal, no podemos esperar que de estos encuentros surja como por generación espontánea una comunidad más estrecha de oportunidades para los ciudadanos. Pero si es cierto que a diferencia de las anteriores cumbres de Lima y Madrid, en Santiago se ha puesto de manifiesto una voluntad férrea de estar mucho más cerca, de compartir mucho más entre las dos orillas. Un espacio que ya no solo habla castellano, que incorpora al inglés, al francés, al italiano o al alemán de un lado y que no puede prescindir del portugués del otro. Un espacio muy diverso pero firmemente convencido de lo que nos une. Queremos ser más de mil millones de personas que respetan el medio ambiente, que buscan la igualdad social, que velan por las identidades culturales de sus pueblos, que se gobiernan en democracia, que fomentan las inversiones productivas y que están en contra de todo tipo de violencia. Es muy difícil encontrar un bloque birregional que pueda establecer diálogos sinceros sobre estas bases en el mundo que no sean los que hoy componen la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.

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Give a peace a chance en Colombia

Aquel grito pacifista de John Lennon sigue representando uno de los mejores símbolos que la humanidad tiene para pedir que los conflictos bélicos y la violencia cesen. Colombia vive uno de los combates más dilatados en el tiempo – 50 años – y más cruentos de la historia reciente. Por eso el anuncio de un nuevo inicio de negociaciones formales entre el gobierno colombiano y la guerrilla de lasFARC debe ser acogido con las mismas dosis de cautela en el optimismo y de ilusión en su éxito. La esperanza de esta nueva oportunidad para la paz se basa en la firme determinación mostrada por el presidente Juan Manuel Santos y la debilidad y desgate social mostrada por las FARC en los últimos años fruto del asedio al que le ha sometido el Ejército colombiano y del absoluto hartazgo de la sociedad colombiana que hace tiempo que les ha dado la espalda. Sin embargo, como en todo fenómeno que ha generado muertes, secuestros, torturas, destierros y todo tipo de calamidades, las heridas son muy profundas y las dificultades para una reconciliación nacional múltiples. Colombia está en pleno proceso de crecimiento y desarrollo económico, al punto que en el primer semestre de 2012 se ha convertido en la segunda economía de Sudamérica trasBrasil y la tercera de toda América Latina, tras México. El dato revela la trascendencia de este rico país en el conjunto de la región y la trascendencia de que logre la estabilidad que la desaparición de la violencia supondría. La paz y la democracia consolidada, acarrearía seguridad física y jurídica, pero sobre todo, contribuiría a afianzar la imagen de confianza de la comunidad internacional en Latinoamérica.

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Hablar del conflicto armado colombiano supone hablar de narcotráfico porque más allá de las motivaciones ideológicas que movieron a la guerrilla a combatir, la realidad es que la droga ha protagonizado como medio de subsistencia y de enriquecimiento a diversas partes del mismo. También conviene recordar que desde la independencia de Colombia, el país no ha estado ajeno a la violencia partidista, lo cual se evidencia en varias guerras civiles que se desarrollaron durante el siglo XIX y culminando en la Guerra de los Mil Días (1899 – 1902). No en vano las FARC  – Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo o FARC-EP – es la guerrilla más antigua y numerosa de América Latina. Fundada después de la ofensiva que, “con el fin de reafirmar la autoridad del llamado Frente Nacional”, el ejército colombiano realizó en 1964 contra la “República de Marquetalia”, una de las comunidades autónomas creada por grupos armados comunistas radicales a finales de la época de la violencia que siguió al Bogotazo en 1948. En más de cinco décadas de actividad, los altibajos del conflicto han sido continuos y de la misma forma que las vicisitudes vividas por los distintos gobiernos y la guerrilla con numerosos intentos de acercamiento, prenegociaciones y negociaciones fallidas de paz.

El conflicto armado colombiano ha generado miles de muertos, lisiados, secuestrados, una de las peores crisis de desplazamiento forzado en el mundo y desaparecidos, lo que ha conllevado a que Colombia sea clasificado como uno de los países más violentos del mundo y uno de los principales exportadores de drogas ilegales. La década de 1970 a 1980 se caracterizó por una desmedida represión por parte del Estado (Ejército, policía y autoridades civiles) contra los movimientos políticos, obreros, campesinos y estudiantiles. Además, algunos particulares tomaron con su propia mano la aplicación de medidas represivas contra los mencionados sectores. Según el Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP) entre el 1 de enero de 1970 y el primer trimestre de 1981, ocurrieron numerosos asesinatos, torturas, desapariciones y otras violaciones de los Derechos Humanos. “Solo desde 1970 hasta marzo de 1981 se registraron 1.053 asesinatos y 7.571 casos de torturas provocados principalmente por las Fuerzas Armadas”, según CINEP. Pero es el fenómeno de los carteles de la droga lo que convierte el conflicto colombiano en un fenómeno único en el mundo por su dramatismo y extrema dureza.

Colombia ha tenido cuatro de los carteles de narcotráfico más poderosos del mundo que en algunos lugares crearon una nueva clase social e influenciaron grandemente la cultura colombiana. El uso de la hoja de coca, la marihuana y otras plantas, había sido parte del estilo de vida de algunas comunidades indígenas a lo largo de Sudamérica, pero la demanda mundial de drogas durante las décadas de 1940 y 1970 incrementaron la producción y procesamiento de estas en Colombia. Se implementaron leyes de prohibición en Estados Unidos y en Colombia para sofocar el efecto negativo de las drogas en la sociedad y castigar a quienes las cultivaran, poseyeran, comercializaran o distribuyeran. Desde el establecimiento de la guerra contra las drogas, los Estados Unidos y algunos países europeos han proveído al gobierno colombiano ayuda logística y financiera para implementar planes que permitan combatir el tráfico de drogas. El programa más notable fue el Plan Colombia, también destinado a combatir los grupos armados ilegales calificados por estos países como terroristas, entre ellos paramilitares y guerrillas, que en la década de 1980 empezaron a financiarse con esta actividad ilícita. En 2004 el 70% del total de distribución de droga a nivel mundial procedía de Colombia y el 90% de su procesamiento, según un informe del Departamento de Estado de los Estados Unidos.

Sin duda la mayor presión que las dos partes del conflicto, gobierno y FARC han encontrado para iniciar las negociaciones en Noruega se llama respuesta popular. Durante las distintas décadas y fases del conflicto se han producido protestas populares contra los hechos violentos causados por los diferentes actores del conflicto armado, y en otros en apoyo a alguno de los actores. Esa falta de unidad y el enfrentamiento social en facciones ha sido uno de los motivos por los que esta verdadera guerra civil se ha perpetuado de generación en generación hasta convertirse por desgracia en parte del adn de la sociedad colombiana. Esa cultura de la violencia interiorizada como parte la vida de un país, empezó a mostrar síntomas claros de debilidad en la primera década del siglo XXI, con la llamada Marcha de un millón de voces contra las FARC o marcha del 4 de febrero. Pero las causas del conflicto aún siguen presentes en gran medida y pesarán enormemente a la hora de entorpecer una solución. La pobreza, la falta de educación, el abandono estatal, las deficiencias socio-económicas en los núcleos familiares, y los valores de la sociedad son caldos de cultivo de la violencia en un drama que tiene como agentes activos a un alto número de menores.

Sobre las negociaciones pesan los fracasos de intentos anteriores, especialmente el del presidente Andrés Pastrana (1998-2002). Su sucesor, ÁlvaroUribe es a la vez el responsable de que se produzca esta oportunidad por su política militar contra las FARC, pero ahora se ha convertido en el peor enemigo de la negociación y así lo ha manifestado al proclamar que su sucesor Santos está traicionando a Colombia al iniciar las conversaciones. Los países ALBA por su parte – Venezuela, EcuadorBoliviaNicaragua y Cuba – parece que se han alineado lealmente en la mesa negociadora a favor de la paz, principalmente porque aquellos viejos comunistas que dirigían las FARC han muerto y lo que queda de ellos es un grupo de narcos armados, algo que debilita la imagen de la revolución bolivariana. El contenido de las negociaciones será otro de los obstáculos porque la reforma agraria, una de las banderas tradicionales de los guerrilleros, a estas alturas ya no se sabe cuál es su alcance y a cuantos agricultores afectaría dados las numerosas expropiaciones y destierros producidos. Se inicia una nueva página de esperanza, escrita en blanco y sin renglones, lo único que debemos desear es que los responsables de la negociación tengan claro que no deben levantarse de la mesa hasta que haya acuerdo y negociar con la máxima discreción, porque como nos cantó Lennon “todo lo que pedimos es que le des una oportunidad a la paz”.

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