En el día de Europa, Bruselas una realidad lejana, distante y burocrática

El pasado día 9 de mayo celebramos como todos los años, el día de Europa. Lo primero que sorprende es que si somos una Unión, tal jornada siga siendo día laborable, mientras festejamos vacacionalmente todo tipo de días de contenido local. Vamos que al menos a mi, me resulta difícil de entender, con todo el respeto a tradiciones y religiones, que nos deje en casa sin trabajar San Saturnino o San Isidro y pase desapercibida la fiesta de Europa que une a más de 500 millones de habitantes y evoca las ideas de paz y libertad que todos deseamos. Pero hecha esta pequeña digresión, voy al nudo de mi reflexión: qué opinamos los españoles de las instituciones europeas, ahora que la crisis económica ha puesto en solfa todo lo que nos rodea y da sentido. ¿Nos sigue uniendo, más que lo que nos separa? ¿Seguimos creyendo que juntos nos va mejor que por separado? ¿Nos sentimos representados por quienes administran nuestros asuntos a nivel europeo? ¿En suma, nos sentimos parte de una realidad que cada vez se impone más en las decisiones que condicionan nuestro presente y futuro?

null

A estas preguntas han respondido los españoles en una encuesta realizada por elForo Europa Ciudadana, un think tank independiente que tiene como objetivo contribuir al debate de la construcción de la Europa del futuro, fomenta la participación ciudadana. Los principales resultados de la encuesta dejan poco lugar a dudas sobre la percepción y estado de ánimo que los españoles tienen de la Unión Europea y la forma de administrarnos que está teniendo. Os los resumo en pocas líneas:

– El 81,5% de los españoles considera que el actual número de órganos políticos y administrativos impide tomar decisiones rápidas y consensuadas.

– El 66% de los encuestados opina que el tamaño actual de la UE ha favorecido que cada Estado actúe según su interés particular y no en función del interés europeo.

– El 96% de los españoles reclama una ley de transparencia a nivel europeo para que los ciudadanos conozcan más y mejor a las instituciones europeas.

– El 89,5% considera que los ciudadanos deberían tener más peso en las decisiones políticas y económicas de la UE.

– El 72% de los encuestados opina que la gran cantidad de leyes comunitarias es una traba para la creación de empleo y el desarrollo de las empresas.

– Valoración de 0 a 10 sobre la transparencia de las principales instituciones europeas: Tribunal Europeo de Derechos Humanos: 4,7; la Comisión Europea: 4,0; el Parlamento Europeo: 3,8.

– Para los ciudadanos españoles la Unión Europea es sinónimo de… Burocracia: 72,5%. Convivencia: 53,2%. Libertad: 51,3%. Democracia: 43,8%.

– Valoración de 0 a 10 sobre el sentimiento de pertenencia a la Unión Europea de los ciudadanos españoles: 5,5.

– Las instituciones europeas, para ganar en eficiencia y calidad, necesitan… Establecer sistemas de elección más democráticos y transparentes (92,5%). Abrir canales de comunicación con los ciudadanos (91,2%). Fomentar las iniciativas legislativas populares (87,8%). Reducir y simplificar la legislación comunitaria (81,7%).

– El mayor logro de la Unión Europea ha sido… La ciudadanía europea y la unión política (41,5%). El euro y la unión económica ( 32%).

A la vista de respuestas tan rotundas, no cabe duda que la principal queja y, por tanto, demanda que los ciudadanos españoles realizan tiene que ver con la sensación de lejanía y distancia que las instituciones europeas les produce. Y eso se traduce en un sentimiento de apropiación de la burocracia de Bruselas de lo que uno creía que era propio y ahora siente como ajeno. Europa raptada por una mezcla de tecnocracia institucional y una clase política incapaz en encontrar el consenso necesario que demandan los europeos. Estamos, pues, en el filo de la navaja con mucho riesgo de cortarnos en el proyecto europeo. Los ciudadanos pueden optar por dar la espalda a la idea política que más beneficios ha dado al continente en su historia. 65 años de convivencia en paz y democracia están en serio riesgo porque los verdaderos protagonistas de la cosa, que no somos otros que las personas que vivimos en Europa, no vemos a la Unión como algo nuestro, algo por lo que seguir luchando. El desenganche del europeismo es galopante y los desertores corren a toda velocidad hacia posturas euroescepticas en el mejor de los casos, cuando no claramente ultranacionalistas y xenófobas. Un paisaje triste y desolador que puede verse reflejado en forma de paradoja en la composición del próximo Parlamento europeo. Las elecciones de junio de 2014, a escasos 12 meses de celebrarse, pueden dar cobijo en sede legislativa a numerosos representantes contrarios a la idea misma de una Europa unida. Y lo que aún es más grave, serán los electores directos del presidente de la Comisión Europea y su colegio de comisarios. Nos jugamos, pues, más que nunca este año venidero el futuro de Europa. Si no somos capaces de centrar en Europa el debate político de los Estados miembros y seguimos mirándonos embelesados el ombligo patrio, indefectiblemente nos precipitaremos por el abismo de los enfrentamientos históricos del continente. La tarea no es otra que liberar Europa. Sacarla del secuestro a la que la tienen sometidos tecnócratas y políticos sin visión de Unión. El reto una vez más es de todos y lo es individual.

null

Obrigado, el Tribunal Constitucional portugués pone límites a la Europa de los recortes

El Tribunal Constitucional portugués ha declarado ilegal la retirada de la paga extra de verano a los funcionarios y a los pensionistas y las rebajas en el subsidio de desempleo y de enfermedad consignadas en el presupuesto general de 2013 del país, aprobado en el Parlamento el pasado año. Las razones en las que se apoya el tribunal son que esa retirada violaba el principio de igualdad a la hora de afrontar sacrificios. Los altos magistrados lusos no cuestionan la capacidad del gobierno de llevar a cabo sus políticas de ajuste, pero si lo hacen en la proporcionalidad de las medidas respecto a las posibilidades de afrontarlas de los ciudadanos. De alguna manera, en realidad lo que han hecho, es demostrar en una sentencia que si existen alternativas a las políticas impuestas por la troika, Bruselas y por imposición disciplinaria de la canciller Merkel. Hay otra forma de repartir los sacrificios a los que la crisis económica obliga, sin romper la base equitativa de la sociedad, sin que acarreen con la peor parte los más débiles o los que no pueden ni siquiera oponerse a tal injusticia. La decisión del Constitucional portugués sitúa a la Unión Europea ante la encrucijada de seguir desarrollando su programa de austeridad y a la vez hacerlo de manera igualitaria. Claro que la Europa burócrata puede hacer oídos sordos una vez más a lo que la democracia en sus distintas expresiones le están diciendo, pero el riesgo cada vez es mayor y en más Estados de la Unión.

Como es natural el primer riesgo al que se enfrenta esa especie de moderna inquisición económica en que se ha convertido la troika – FMIBCE Comisión Europea – es el contagio que la decisión de los jueces lusos puede producir en otros Estados que optaron por medidas de ajuste similares. Es el caso claro de España, donde los muy similares recortes llevados a cabo por el gobierno Rajoyestán recurridos por los afectados en los tribunales. La presión social en la mayoría de los países del Sur de Europa, los más afectados por sus elevados déficits públicos, pesará como lo ha hecho sobre los togados portugueses. Las legislaciones constitucionales de nuestros Estados democráticos apuestan claramente por el modelo de Estado social de derecho, lo que deja pocas dudas de la interpretación que se debe dar ante los recortes planteados. Ningún ciudadano, por su situación económica, puede verse mermado de derechos en necesidades tan básicas como la salud, la educación o las pagas extras adquiridas como conquistas sociales históricas. Las protestas en la calle se siguen acrecentado a medida que la crisis se alarga y acrecienta su impacto social. Puede que la clase política incapaz de hallar soluciones alternativas se rinda al plan ortodoxo y uniforme decretado por Alemania, pero no creamos que los jueces pueden mirar hacia otro lado cuando se vulneran derechos fundamentales de nuestro ordenamiento democrático.

null

Hasta aquí consideraciones de fondo sobre la crucial decisión de los 13 magistrados portugueses. Ahora nos queda esperar las reacciones del Gobierno del primer ministro Passos Coelho, que debe buscar medidas alternativas para ahorrar los 1.200 millones de euros a los que afecta la sentencia del Constitucional. Y, por otro lado, queda también por ver si la troika a la vista de la decisión judicial acepta renegociar los plazos y cantidades adeudados internacionalmente por Portugal, el país rescatado. Pero, no nos engañemos la incógnita más relevante es si el Consejo Europeo y la Comisión son capaces de hacer una lectura coherente de lo sucedido en Lisboa. Facilitaría a todos los Estados afectados por crisis de déficits y deuda, que las instituciones europeas fueran capaces de marcar un nuevo rumbo en los programas de austeridad, poniendo límites en el tipo de medidas a emplear y al peso que sobre los ciudadanos en función de su renta puedan tener. Se trata de reformular los planes de ajustes con una visión más social y menos estadística, una mirada más humana y, sobre todo, más europea. Se debería entender que la solidaridad entre los Estados que forman la Unión y el reparto de los esfuerzos de forma proporcional a las posibilidades de las ciudadanos en cada país, es la única forma de caminar homogénea y armónicamente en el proyecto de la UE.

No es la primera vez que alerto en este blog de los riesgos que tiene perpetuar este camino de pangermanismo insolidario. En los últimos meses hemos vivido tres capítulos especialmente relevantes de rebelión ciudadana y de poderes legales contra las políticas impuestas desde Berlín. El primer severo toque de atención se dio en Italia, en los comicios del pasado mes de marzo. Unos resultados que castigaron especialmente al protagonista impuesto de los planes de ajustes, el ex primer ministro Mario Monti. Con menos de 8% de los votos frente a casi el 20% del Movimiento 5 Estrellas encabezado por el cómico BeppeGrillo. Una crisis política que aún mantiene en vilo cualquier opción de gobernabilidad en el tercer país de la eurozona. Después vino el rescate de Chiprey el esperpento representado ante el mundo con una quita sobre depósitos de menos de 100.000 euros que después ante el plante del parlamento chipriota debió ser retirada. Y ahora llega la sentencia portuguesa de su más alto tribunal. Con toda la legitimidad del sistema democrático que sacralizamos en la Unión Europea, el poder judicial pone fronteras a las medidas impulsadas por Merkel. Tres serios reveses y tres crisis abiertas dos y cerrada en el falso una. Este triste balance unido como he señalado a las posibilidades de contagio en otros Estados, debería también obligar a repensar a las autoridades alemanas sus posiciones.

Negar que hemos avanzado durante los años de la crisis del euro en los mecanismos de salvaguarda de nuestra moneda y de gobernanza monetaria, es absurdo. La crisis nos ha fortalecido institucionalmente, nos ha hecho de la misma forma más fuerte ante los ataques exteriores de los mercados, pero la realidad es que el precio pagado por la sociedad y por los distintos países de la Unión está siendo desequilibrado y dispar. No hemos sido capaces de tejer una red de protección de las familias con más riesgos ante la crisis, de preservar los derechos sociales que tradicionalmente nos han diferenciado modélicamente del resto del mundo. Hemos fallado a los ciudadanos y esa percepción está labrando una tensión en la calle y un deterioro demoledor en los poderes de los Estados y en la clase política. Ha llegado el momento de cambiar de rumbo sin dilación. No podemos permitirnos nuevas crisis. Eslovenia o Hungría ya forman parte de los rumores más malintencionados contra el euro como opciones venideras de nuevos rescates. España sigue representando una realidad endeble que puede tornarse en desastre si el entorno de la eurozona hace empeorar las perspectivas económicas. Demasiados riesgos como para no tomar medidas que logren recuperar la confianza de la sociedad en el proyecto europeo. Necesitamos esperanza, ilusión, visión de futuro y es evidente que las políticas generadas desde Bruselas, hoy por hoy, solo provocan rechazo y estancamiento.

Los magistrados lusos han levantado un muro de vergüenza a las medidas indiscriminadas de recorte. Han dicho basta al desmantelamiento sin más de la protección social. Han sido para los portugueses los únicos capaces de entender sus reivindicaciones y de velar por sus intereses generales. Algo está funcionando muy mal cuando el poder judicial tiene que salir a la calle y ponerse al frente de la manifestación para que el Legislativo y el Ejecutivo entienda que se ha quedado aislado, lejos de aquellos que le votaron y le dieron la responsabilidad para tomar decisiones para salir de la crisis. Nuestros líderes necesitan hacer un ejercicio de escucha activa de sus ciudadanos, de los medios de comunicación, de la voz de la calle. No pueden seguir comportándose como los ilustrados absolutistas encerrados en su lema “todo para el pueblo pero sin el pueblo”. De no ser capaces de oír las demandas sociales, anticiparse a la insatisfacción ciudadana y ser eficientes en su gestión, serán un simple estorbo o, pero aún, un enemigo que ha secuestrado el poder democrático. Aquellos gobernantes bienintencionados o no que se olvidaron de ser sensibles a los sufrimientos de sus semejantes, siempre han acabado trágicamente o en el mejor de los casos, huyendo por la puerta de atrás de las instituciones. Quien no tome buena nota del contenido de la sentencia lusa puede verse abocado a una triste suerte en menos plazo de lo que algunos esperan.

null

Unión Europea 2013: la hoja de ruta oficial para salir de la crisis, juzguen ustedes mismos

La Comisión Europea, esa especie de híbrido legislativo-ejecutivo que rige los destinos de la Europa unida desde hace más de 50 años, ha presentado alParlamento Europeo, la cámara representativa que codecide en el 60% de los casos, la hoja de ruta para el 2013. Define el obejtivo principal bajo el ambicioso epígrafe “Para devolver a la UE un crecimiento sostenible” y enumera más de 50 medidas al efecto. Ni que decir tiene que lo que el Colegio de Comisarios tratará de poner en marcha debe ser refrendado por el Consejo Europeo y, que por tanto, en la práctica serán los jefes de Gobierno los que corrijan, impulses o frenen cada una las políticas que la Comisión quiera implantar. Sin embargo, no cabe duda que del edificio Berlaymont de Bruselas saldrán las líneas maestras y las intenciones europeas para tratar de salir definitivamente de la crisis en el año que ahora empieza. Y, en todo caso, perder unos minutos en conocer las propuestas de la Unión nunca viene mal teniendo en cuenta el escaso interés que ponen los gobiernos de los Estados miembros en difundir las políticas comunitarias, no vaya a ser que de tener éxito alguien pueda pensar que los 27 líderes – en enero ya 28 con la incorporación de Croacia – son meros medio estorbos para el proceso de construcción europea. Vaya, pues, el resumen del programa de trabajo 2013 de la Comisión y como digo, juzguen ustedes mismos si nos encamina por la senda adecuada.

null

En ese programa de trabajo se anuncian 50 nuevas iniciativas, que se presentarán durante 2013 y los primeros meses de 2014, con las que se abordarán problemas concretos en siete áreas clave para fomentar el crecimiento y conseguir que se reactive el mercado laboral:

HACIA UNA AUTÉNTICA UNIÓN ECONÓMICA Y MONETARIA

La UE tiene que hacer frente al círculo vicioso de un excesivo endeudamiento del sector privado, una deuda soberana insostenible y la debilidad del sector bancario. Europa carece de unos servicios financieros totalmente integrados, con un solo mecanismo de supervisión para los bancos y una normativa común para controlar a las instituciones financieras. La Comisión Europea se propone completar los mecanismos de gobernanza económica en la UE:

  • Presentar nuevas leyes para garantizar la estabilidad, la transparencia y la protección de los consumidores.
  • Propuestas para mejorar la política de cohesión.
  • Medidas para luchar contra el fraude y la evasión fiscal.

MÁS COMPETITIVIDAD A TRAVÉS DEL MERCADO ÚNICO Y LA POLÍTICA INDUSTRIAL

El Mercado Único europeo tiene que seguir adaptándose al potencial de empresas y consumidores en una Europa sin fronteras. Se necesitan nuevas normas que acompañen a los cambios tecnológicos, un marco para las políticas de energía y medio ambiente y fórmulas para resolver los problemas de las PYME, sobre todo, el acceso a la financiación y las cargas administrativas. Las propuestas de la Comisión incluirán:

  • Iniciativas para reducir los costes de las empresas en áreas como el IVA y la facturación
  • Propuestas legislativas para facilitar los negocios y alianzas público-privadas, reducir costes y hacer que sirvan como motor para sectores claves del crecimiento
  • Medidas para actualizar y simplificar la circulación de productos en el mercado único

CONECTARSE PARA COMPETIR

La competitividad, el crecimiento y el empleo requieren infraestructuras asequibles, accesibles y eficientes. La economía digital junto a las redes de energía y transporte plantean un importante reto a Europa para construir una posición competitiva global, que hoy se ve frenada por los enfoques nacionales y diferentes barreras. Las iniciativas de la Comisión irán encaminadas a:

  • Modernizar el transporte y la logística en Europa para ayudar a las empresas a ahorrar tiempo y energía y reducir emisiones contaminantes
  • Eliminar obstáculos a los pagos electrónicos
  • Apoyar inversiones en redes de alta velocidad
  • Aumentar la cobertura y capacidad de la banda ancha

CRECIMIENTO PARA EL EMPLEO, LA INCLUSIÓN Y LA EXCELENCIA

La sociedad europea se enfrenta a una triple amenaza de alto desempleo, aumento de pobreza y riesgo de exclusión social, pero Europa tiene activos suficientes para superar esa situación si se aplican adecuadas políticas activas de empleo y políticas sociales sostenibles que aprovechen las posibilidades de crecimiento en sectores clave como la economía verde, las tecnologías de información y la atención sanitaria y social. La Comisión Europea actuará en los siguientes campos:

  • Mejorar el rendimiento de los servicios públicos de empleo y de trabajo en red entre las agencias nacionales de empleo
  • Invertir en protección social para un crecimiento inclusivo apoyado por los fondos de la UE
  • Establecer un marco institucional adecuado para gestionar las pensiones de jubilación
  • Reducir obstáculos a la movilidad laboral
  • Aplicar la revisión de la directiva sobre cualificaciones profesionales para evitar restricciones innecesarias

APROVECHAR EL POTENCIAL DE RECURSOS DE EUROPA PARA COMPETIR MEJOR

La Unión Europea no explota suficientemente su potencial para ser más innovadora, productiva y competitiva utilizando menos recursos y reduciendo los daños al medio ambiente. Faltan marcos legislativos para planificar e invertir en la transición a una economía baja en emisiones de carbono, el transporte, la energía y la agricultura. La Comisión va a presentar propuestas para cubrir estas lagunas:

  • Dar continuidad a los objetivos de energía y clima para 2020 con un marco de referencia hasta 2030
  • Nueva estrategia para la adaptación de Europa al cambio climático
  • Revisar la legislación sobre residuos para que el reciclado contribuya al crecimiento y se creen nuevos mercados
  • Adaptar el marco político de la UE para la calidad del aire

CONSTRUIR UNA EUROPA SEGURA Y PROTEGIDA

La UE tiene que proteger los derechos de los ciudadanos frente a nuevas amenazas y, a la vez, eliminar obstáculos a la libre circulación. Para conseguir este equilibrio entre seguridad y movilidad hay que hacer frente a la lucha contra la delincuencia y la corrupción, el control de las fronteras exteriores y el respeto por los derechos fundamentales. La vigilancia debe acentuarse para garantizar la seguridad desde los alimentos o la energía nuclear hasta la cooperación en la lucha contra la dimensión transfronteriza del crimen. La Comisión presentará propuestas para:

  • Establecer una Fiscalía europea para luchar contra delitos que afectan al presupuesto de la UE
  • Lucha contra el tráfico de armas de fuego
  • Mejorar la cooperación judicial en materia penal y civil
  • Revisar la legislación sobre seguridad nuclear
  • En 2013, Año Europeo de los Ciudadanos, garantizar que los ciudadanos de la UE puedan ejercer sus derechos fácilmente

PROMOVER LA PRESENCIA DE EUROPA COMO ACTOR GLOBAL

Los intereses de la UE y el compromiso con los valores de la democracia, el Estado de Derecho y los derechos humanos dependen, en gran medida, de lo que ocurre más allá de sus fronteras. La UE es el mayor donante de fondos para la cooperación y es el socio comercial más grande del mundo. Estos elementos tienen que servir para ganar mayor impacto e influencia. La dimensión exterior es fundamental para promover el crecimiento y la competitividad. Por eso la Comisión Europea ampliará sus esfuerzos en el plano multilateral para mantener la ambiciosa agenda de la UE en la política de ampliación, consolidación de la estabilidad económica y financiera, promoción de las buenas relaciones de vecindad y cooperación regional más estrecha en áreas como el comercio, la energía y el transporte. Se trabajará además en presentar posiciones coherentes de la UE ante las grandes conferencias internacionales sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio y Río+20.

Si habéis sobrevivido al lenguaje político de los tecnócratas de Bruselas y aún queréis profundizar en las medidas propuestas, os dejo el vínculo al texto completo del Programa de trabajo de la Comisión Europea 2013:
http://ec.europa.eu/atwork/pdf/cwp2013_e…

 

null

La Unión Europea al rescate de los jóvenes ninis

Hay días y propuestas que llegan desde Bruselas que me reconcilian con el espíritu europeísta y demuestran la fuerza que la unidad y la colaboración tienen cuando las instituciones funcionan. La Comisión Europea por boca de su titular de Empleo, Laszlo Andor, ha lanzado un grito de apoyo en forma de propuesta a los millones de jóvenes que en el espacio europeo – el más desarrollado del mundo – ni estudian, ni trabajan. No alcanzo a imaginar un drama superior para una sociedad que la de arruinar su futuro, la misma forma de fracasar que condenar a sus jóvenes a no tener esperanzas de progreso. Frente a la monótona cantinela de no tener otra política, que lo único que esconde es la incapacidad para proponer ideas y propuestas para solucionar problemas, la Comisión ha alzado su voz para establecer un ambicioso programa de medidas de “garantía juvenil”. Es evidente que la competencia de estas políticas residen en los Estados miembros y que pese a que el comisario se ha comprometido a dotar el plan de fondos de ayudas, la voluntad de ponerlo en marcha de establecer los imprescindibles mecanismos de colaboración residen en los gobiernos nacionales. Pero al menos ahora sabemos que Europa quiere luchar contra esta lacra y se retratarán aquellos políticos en sus países que permanezcan varados al pairo ante tan tremendo problema.

El desafío no es fácil, la magnitud del drama se ha acrecentado en la última década, no solo en cuantía sino también en la extensión de los países afectados. Aproximadamente siete millones y medio de jóvenes de entre 15 y 24 años ni trabajan, ni estudian, ni siguen ninguna formación. Debido a la crisis económica es mucho más difícil encontrar empleo. La proporción de jóvenes parados es de más de uno de cada cinco y, en Grecia y España, de más de uno de cada dos. En toda Europa, aproximadamente el 30% de los jóvenes en paro están sin trabajo desde hace más de doce meses. En 2011 eran 1,6 millones, cuando en 2008 habían sido 900.000. El coste de no integrar en el mercado laboral a la generación nini supone una pérdida semanal de 3.000 millones de euros. En total, 153.000 millones por año o el 1,2% del PIB europeo, 15.700 millones solo en España, el 1,47% de su PIB. Y esto además de los costes estructurales del desempleo para la economía y del aumento del riesgo de exclusión y de pobreza resulta humanamente inaceptable. Para ayudarles, la Comisión propone un paquete de medidas, entre ellas una recomendación para que los países de la UE introduzcan un programa de garantía de empleo y formación para jóvenes de hasta 25 años. Con estos programas, los países de la UE garantizarían que todos los jóvenes tuvieran una oferta de trabajo, un aprendizaje o un periodo de prácticas en un plazo de cuatro meses desde que acabasen los estudios oficiales o se quedaran en paro. La Comisión apoyaría los programas nacionales ofreciendo financiación de la UE y creando redes de intercambio de ideas sobre las mejores maneras de dar empleo o formación a los jóvenes.

null

Frente a los que proclaman muchas veces la inutilidad de este tipo de programas públicos o su vertiente meramente utópica, Bruselas ha puesto de ejemplo países que ya los han implementado con éxito. Finlandia y Austria ya tienen programas de garantía de este tipo. Tales programas supondrían un gasto de dinero del contribuyente –unos 21.000 millones de euros–, pero que no llega ni con mucho al coste que representa dejar a los jóvenes en el paro. En el caso finlandés, con una tasa de paro juvenil del 18,9%, el 83,5% de los jóvenes que buscaron empleo en 2011 lo encontraron dentro de los tres meses posteriores a su inscripción en la oficina del paro gracias precisamente a una garantía que será relanzada a comienzos de 2013, para que tanto los menores de 25 años como los licenciados recientes menores de 30 reciban una oferta en un plazo de 90 días. Según las previsiones del gobierno de Helsinki, entre 2013 y 2016 destinarán a este objetivo 60 millones anuales. No es el único modelo en el que se ha fijado Bruselas para hacer sus recomendaciones. En el caso de Austria, con un desempleo juvenil que roza el 10%, el sistema cuenta con dos herramientas para dar salidas a los trabajadores menores de 25 años. La primera, una garantía de formación para aprendices de hasta 18 años que no han encontrado empresa para que puedan seguir formándose en centros financiados por el gobierno, y, la segunda, una garantía de empleo y formación destinada a jóvenes de entre 19 y 24 años inscritos en la oficina del paro a quienes se ofrece trabajo en empresas privadas. Mientras tanto, en países como Dinamarca, que dedican un 40% del fondo social europeo a los jóvenes, no existe una garantía pero sí se reconoce el derecho de los menores de 30 años a ser entrevistados en una oficina de empleo en un plazo máximo de un mes tras enrolarse en la lista del paro. Es evidente que poner la prioridad en las políticas activas de empleo y, sobre todo, hacerlo en el ámbito juvenil lo primero que requiere es voluntad real, un deseo que se expresa en medidas y que cada caso requiere su propia especificidad.

La UE está trabajando para reducir el desempleo juvenil y de aumentar la tasa de empleo en línea con el más amplio objetivo de la UE de lograr una tasa de empleo del 75% para la población en edad de trabajar (20-64 años). Las acciones clave que ha puesto en marcha son muy variadas y de muy diversa índole:

– Juventud en Movimiento es un conjunto amplio de iniciativas políticas en materia de educación y empleo para los jóvenes en Europa.

– Iniciativa Juvenil de Oportunidades incluye acciones para reducir el desempleo juvenil.

– Tu primer trabajo EURES tiene como objetivo ayudar a los jóvenes para cubrir puestos de trabajo en toda la UE.

– Paquete de Empleo de los Jóvenes es el seguimiento de las acciones en materia de juventud establecidos en el más amplio paquete de empleo e incluye: Una propuesta a los Estados miembros a establecer una “garantía de juventud”; una segunda fase de consulta de los interlocutores sociales de la UE para la evaluación de la calidad para las prácticas; el anuncio de una Alianza Europea de Aprendizaje y las maneras de reducir los obstáculos a la movilidad de los jóvenes; programa de convalidaciones de título de la UE.

– Panorama es una herramienta de información en toda la UE sobre recopilación de las necesidades de cualificación, la previsión y la evolución del mercado de trabajo.

A la vista de tan amplio plan y de la última llamada de atención lanzada por el comisario europeo de Empleo, lo primero que tendríamos que preguntarnos es por el grado de conocimiento que los europeos y, en especial los jóvenes, tienen de estos programas, de estas ideas puestas en marcha para resolver su problema de falta de trabajo. ¿Por qué se silencian en los países miembros de la Unión estas iniciativas en vez de promocionarlas y potenciarlas? La segunda pregunta tiene que ver con el escaso grado de colaboración entre los propios socios de la UE para colaborar más a la creación de ese espacio común de trabajo que debería representar Europa para sus ciudadanos. Pero de la misma forma deberíamos preguntarnos todos nosotros, sin acudir exclusivamente a las responsabilidades que sin duda tienen nuestros representantes políticos, qué hacemos por hacer valer nuestros derechos como europeos y porqué no hacemos pleno uso de los mismos para demandar empleo o formación en otros Estados de la Unión.

Sentirse europeo es ante todo sentirse libre en movilidad para trabajar o colaborar en su conjunto y si no pensamos ya en esos términos no culpemos a nadie, sino a nosotros mismos, del fracaso de la idea de Europa. En la práctica de nuestra vida diaria, más allá del uso del euro y de no tener que pasar fronteras – y eso solo en los países de la zona euro y del espacio Schengen – seguimos siendo más alemanes, franceses o españoles que europeos. En una palabra, estamos pagando el precio de una Europa con estructuras políticas y administrativas muy caras, sin sacar rentabilidades suficientes a la unidad. Nuestros jóvenes no pueden esperar más a a ser verdaderos europeos, hay que ayudarles ya, no podemos esperar a que pase la crisis y la economía se recupere. Cuanto más tiempo permanezcan los jóvenes sin empleo ni experiencia laboral mayor será el riesgo de que estén apartados del mercado de trabajo cuando la economía vuelva a crecer. Pero, lo que es peor, menos creerán en Europa y más calarán los postulados aislacionistas y xenófobos.

null

Crónica desde el protectorado español de la UE: más recortes para la venta

Reconozco que nunca pensé vivir una escena como la protagonizada la semana pasada por el presidente Mariano Rajoy en su intervención durante el pleno del Congreso de los Diputados. Comparecía mes y medio después de anunciar la solicitud de ayuda – rescate – intervención o como quieran llamarle para la banca española. Comparecía para dar cuenta de las decisiones del Consejo Europeo de finales de junio y comparecía para anunciar el nuevo paquete de medidas económicas para reducir el déficit y cumplir con las obligaciones y con las recomendaciones impuestas a los Estados por la Comisión Europea y el Banco Central Europeo. Y en su relato del vía crucis por el hará transitar a los ciudadanos, en un rapto de sinceridad terrorífico, exclamó ante los atónitos oídos de sus señorías: “Es que no puedo hacer otra cosa, ¡es que no tengo libertad!”. Proclamado el protectorado español en sede parlamentaria nos queda tratar de analizar las consecuencias de las medidas tomadas y la deriva que como Estado supervisado y controlado nos espera.

Subida del IVA: bajo el argumento de que los tipos impositivos indirectos son enEspaña menores que la media de la UE, el gobierno ha subido tres puntos del 18% al 21% el gravamen general, mientras que ha sacado de la lista de los superreducidos productos y servicios de las misma forma que del tipo reducido. Pretende en total recaudar este año con esta medida 2.300 millones de euros, pero tal cantidad se había calculado de entrar en vigor la subida a lo largo del mes de julio y, sin embargo, tratando de no perjudicar al sector turístico, la medida no se pondrá en marcha hasta el 1 de septiembre. A esta reducción recaudatoria habrá que restar el efecto depresor que sobre la demanda interna tendrá la mayor carga impositiva y la consecuente subida de precios. A corto, por tanto, la medida detraerá el consumo con el consiguiente efecto negativo sobre las empresas y la creación de empleo. Una previsión razonable situaría el impacto de la medida en los 1.000 millones de euros.

null

Recorte de sueldo de funcionarios: en este apartado se ha optado por vía rápida y expeditiva, en vez de una reducción lineal de sueldos públicos, se les suprime temporalmente – todos sabemos lo difícil que resulta recuperar derechos cuando son conculcados – la paga extra de navidad. Calcula el Ejecutivo que esta poda le granjeará 5.000 millones de euros. Es evidente que en diciembre en las fechas y compras navideñas, al menos, 3.000 millones de esos 5.000 dejarán de estar en circulación para ser gastados en consumo. En una palabra bajará la recaudación por IVA y seguirá produciendo un efecto negativo sobre el conjunto de las empresas y el empleo. De la misma forma, como es obvio, se reducirá la lo recaudado por el Estado en impuesto de Sociedades y en cotizaciones a seguridad social, pudiendo incrementarse lo destinado a cubrir el paro de aquellos trabajadores con los que no contarán las empresas ante una campaña navideña deprimida. No resulta, pues, complicado suponer que los iniciales 5.000 millones de ingresos, sean finalmente tan solo 4.000 millones de euros.

Recorte del subsidio de desempleo: a partir del sexto mes, del 60% al 50% sobre la base reguladora, aunque se mantiene durante dos años, una medida que, según sus cálculos, le permitirá ahorrar 1.900 millones en 2012. Lo que no parece que se haya calculado es el coste social de tal medida ya que en la actual situación del mercado de trabajo en España difícilmente se convertirá como pretende el Gobierno que creamos en un incentivo para la búsqueda de empleo por parte de los parados. Más bien supondrá una vuelta de tuerca más sobre las maltrechas economías domésticas y en muchos casos el paso a situaciones de pobreza severa que deberán ser de una u otra forma atendidas. Superar, por tanto, los 1.000 millones efectivos en ahorro, sería todo un éxito.

Reducción del número de concejales: hasta un 30% por tramos de población. Si tenemos en cuenta que más del 90% de los concejales no cobran, escaso por no decir ínfimo será el ahorro que producirá una medida que lo único que viene a reducir es la democracia más cercana, la local y que solo beneficiará a los grandes partidos en detrimento de la riqueza de la pluralidad política y representativa.

Recortes en los presupuestos ministeriales: 600 millones de euros en las partidas de gastos de los ministerios. Realmente los presupuestos generales del Estado han durado menos que un caramelo a la puerta de un colegio, los aprobaba el Senado a finales de junio y a los quince días han sido enmendados mediante la poco edificante fórmula de los decreto-ley. La inversión pública se ha reducido a mínimos históricos y ello también producirá el ratio depresor sobre las empresas licitadoras de concursos de la administración. Deberíamos creer que los 600 millones saldrán del gasto ministerial corriente, pero hasta la fecha no existe un plan concreto por ministerios al efecto.

El precio de la deuda: El Estado español paga diariamente 100 millones de euros por los intereses de la deuda y los tipos que los mercados nos imponen siguen subiendo rondando el 7%. España acumula una deuda total de más 700.000 millones de euros, con un gasto por su gestión, es decir, intereses y avales, de 140.000 millones de euros. Por tanto, en lo que queda de año el pago de la deuda se comerá más de 1.500 millones de euros.

El círculo vicioso: A las cuentas reseñadas debe unirse el pago del rescate a la banca, cifrada en un máximo de 100.000 millones a diez años al 3% de interés. Por si fuera poco, uno de los países opositores a la concesión de la ayuda,Finlandia, percibirá 770 millones de euros en concepto de garantía por parte de España. Vivimos para pagar nuestras deudas, no tenemos libertad ni capacidad de maniobra para generar crecimiento y con ello empleo.

La hora de la venta: en estas circunstancias, el guión de este drama solo se resuelve mediante la aplicación de quitas al deudor, ejemplos tenemos en Latinoamérica en la década de los 80 y ahora en Grecia, y sobre todo, mediante la continua devaluación de los activos del Estado públicos y privados. Los primeros – aeropuertos, puertos, autovías e incluso sanidad hospitalaria – si son valorados en función de la deuda que pesa sobre ellos, saldrán a la venta a precio de saldo y, los segundos, cada día ver caer su valor bursátil afectados por la contramarca España que los deprecia y hace vulnerables a la compra hostil de sus competidores a precios irrisorios solo hace cinco años. Si paso en Argentina oMéxico, ¿por qué hemos de pensar que nuestro proceso de intervención vaya a ser diferente a aquellos que supuso el drama del subdesarrollo y la pobreza para sus pueblos? Convertirse en un protectorado de la Unión Europea, por el momento nos ha privado de la libertad para acertar o errar en nuestro destino, ahora nos queda por comprobar el precio en cuantía y tiempo de este cautiverio.

null

La nueva sinfonía europea: crecer sí, pero ¿cómo?

La cumbre celebrada en Roma entre los mandatarios de las cuatro principales economías del euro – AlemaniaFranciaItalia y España – parece alumbrar un nuevo modelo de actuaciones para afrontar la crisis económica que asola la Unión Europea desde hace tres años. MerkelHollandeMonti y Rajoy han acordado poner en marcha un plan de crecimiento cifrado en nada menos que 130.000 millones de euros, el 1 por ciento del PIB de la UE y una cantidad similar a la aportación anual de los socios de la Unión a los presupuesto comunitarios. La música suena bien y podría calificarse como la primera decisión sensata que nuestros dirigentes toman desde que se iniciara esta pesadilla plagada de malas noticias. Por fin se pone en marcha el new deal europeo que debe ser capaz de hacer sostenible el Estado del bienestar, que nos ha concedido a los europeos el mayor periodo de paz y prosperidad de los últimos siglos, gracias a la alternancia de medidas de austeridad y politicas de crecimiento. En el fondo, algo de tanto sentido común como gastar en lo prioritario y fomentar aquello que nos hace progresar.

La novedad del enfoque tiene no solo transcendencia de fondo, sino también en su esencia formal. Estos últimos años hemos asistido en la UE a un gobierno en la sombra entorno al eje franco-alemán, donde las directrices de la canciller alemana eran sumisamente aceptadas por el presidente francés – una dependencia que le costó la derrota electoral a Sarkozy -. La escenografía ha cambiado con la llegada del socialista François Hollande al Palacio del Elíseo y fruto también, hay que reconocerlo de los buenos oficios del primer ministro italiano, Mario Monti – algo que hubiera sido inviable de la mano del escandaloso Silvio Berlusconi -. En la foto se ha colado de rondón y en el último minuto del presidente español Mariano Rajoy, seguramente para dar un espaldarazo de confianza a la maltrecha economía española, al borde oficial de la intervención y del rescate financiero. Y también su presencia se deba quizás a que el cuadrilatero aunque no sea en absoluto rectangular, representa una forma geométrica de gobernanza mucho más equilibrada que un triángulo isósceles donde Italia jugaría el papel de criada pobre de las dos potencias europeas ahora enfrentadas en una velada discusión sobre su idea de cómo encarar el futuro de la UE. La foto evidentemente tiene valor, valor de marca y valor a futuro.

null

Sin embargo, hechos los merecidos halagos al golpe de timón en la política del euro, que debemos fundamentalmente a Hollande, al programa de los socialistas galos y a los ciudadanos franceses que le han dado su confianza, queda la tarea fundamental por hacer: ponerle letra a la música, pasar de la sintonía de fondo, a la armonía de una composición que debe ser sinfónica, pues, debe acompasar tiempo e instrumentos para sacarnos de la recesión que nos invade y amenaza. Hemos cambiado el monótono y arcaico compas del dos por dos impuesto por Merkel, al compas de compasillo, el cuatro por cuatro, auspiciado por Hollande, con mejor ritmo pues engloba a mas del 70 por ciento del PIB y de la población de la zona euro. Toca ahora componer, llenar ese pentagrama en blanco que espera a conocer las notas, los tonos y los silencios que nuestra economía requiere. Sabemos la cuantía pero no sabemos la forma en que cada Estado lo desembolsará, ni el organismo encargado de gestionarlos.

Nos queda también saber qué instrumentos serán los encargados de interpretar la nueva melodía. En otras palabras, debemos decidir en qué invertir, cuáles creemos que son los pilares sobre los que destinar fondos que generen la creación de empleo y con ello de riqueza en el continente. La Comisión Europea y posteriormente el Parlamento y el Consejo, ya marcaron las líneas fuerza en la llamada Estrategia 2020 de la UE –  “para un crecimiento inteligente, sostenible e integrador” – y ahora toca acelerar los plazos. Son la educación, la innovación, la investigación y las infraestructuras, los ejes motores del desarrollo, siempre desde el absoluto respeto a la sostenibilidad medioambiental. Yo solo hecho en falta un nuevo sector adicional, el de los servicios sociales. Si no somos conscientes de nuestra realidad demográfica presente y futura, de una población que envejece en progresión geométrica, todas nuestras previsiones económicas resultarán inválidas. Tenemos que ser capaces de construir un sector económico viable en torno a la actividad asistencial a nuestros mayores, discapacitados, enfermos crónicos y todo ciudadano en especial situación de necesidad y desprotección.

En todo caso, que nadie piense que solo inyectando fondos resolveremos nuestros problemas. Será necesaria una política fiscal armonizada, que apueste por la economía productiva y no especulativa, que incluya, por supuesto, la ansiada tasa sobre transacciones financieras y un sistema de gobernanza económica y, por lo tanto, también política más automático, con más capacidad para preveer situaciones y plantear medidas. Europa tiene que ser más ágil en sus decisiones y para ello tiene que ser más homogénea, algo que lejos de estar reñido con la diversidad que nos enriquece, debe servir para evitar desigualdades injustas en nuestro espacio común. No podemos seguir haciéndonos competencia desleal con tipos y figuras impositivas divergentes. Estamos obligados a consensuar un modelo fiscal europeo, donde impuestos directos, indirectos y tasas sobre el consumo o el uso se muevan en bases similares, con la solidaridad como valor principal inspirador.

Pero sea como sea, no cabe duda que esta oportunidad que se nos presenta a raíz del anuncio de los líderes de los principales Estados europeos realizado en la ciudad eterna, solo llegará a buen puerto si es una tarea colectiva. Resetear Europa, cuyo software se ha quedado colgado, requiere de la participación de todos. No podemos depositar la responsabilidad de reiniciar el proyecto europeo en cuatro mandatarios, más o menos legitimados por sus ciudadanos. Esta es tarea de la Europa de los pueblos y de la Europa de los ciudadanos. Si no se profundiza en un nuevo modelo de relación de la política con la ciudadanía, si no se hace partícipe a las personas del proceso de cambio que debemos producir, volveremos a fracasar. Más democracia y más participación son elementos imprescindibles para el éxito. Las próximas elecciones europeas de junio de 2013, dentro de menos de un año, elegiremos una cámara de representación que nombrará directamente al presidente de la Comisión Europea, un hecho que desconoce, según encuestas de la propia institución, más del 97% de los ciudadanos de la Unión. No desaprovechemos la posibilidad de implicarnos políticamente en el momento clave de la construcción europea, esta crisis nos ha puesto a todos en el disparadero del precipicio hacia el futuro. El salto al vacío requiere un cambio de mentalidad ciudadana, que empieza en el individuo como parte de una comunidad.

null

Tocando fondo, Spain is touching bottom

Aunque sabido es que todo puede empeorar, no es menos cierto que los últimos indicios dramáticos que rodean a la economía española hacen presagiar los mejores augurios de futuro. Estamos tocando fondo, eso sí ayudados por nuestros socios europeos y el tenaz seguimiento de nuestros pasos por parte de las instituciones de Bruselas. Retrocedemos a tal velocidad sobre nuestros pasos dados con denuedo durante décadas, que estamos sorprendiendo una vez más a propios y extraños. Fuimos un día el milagro europeo creciendo por encima del 2% durante más de diez años y ahora hemos sido capaces de caer por debajo de dichos niveles de desarrollo. Hacemos el cangrejo a la misma misma velocidad que surcábamos antes los mercados a tranco de guepardo. Somos, en fin, un auténtico portento de la naturaleza Estado-Nación. La Bolsa está por debajo de niveles de 2003, la renta per cápita retrocede a ratios de los 90, la morosidad se acerca a la de los inicios de los 80… se impone la moda retro o lo que es lo mismo, volvemos a situaciones anteriores a nuestra entrada en la Unión Europea– entonces Comunidad Económica Europea -. Los fondos de cohesión y estructurales que de la mano de Europa han servido para transformar el paisaje español y revalorizar los activos en infraestucturas, las mismas joyas que están prontas a venderse ante la falta de liquidez del Estado.

Sin embargo, debemos observar los últimos acontecimientos como los síntomas de una posible recuperación. Desde hace tres años, cuando nos sacudió la resaca de la crisis financiera internacional, banqueros y clase política gobernante se han empeñado en negar la realidad. Unos por defender intereses tan bastardos como cuantiosos en suma de privilegios y otros por desconocimiento, irresponsabilidad o falta de coraje. Cuando todas las entidades bancarias deAlemaniaFranciaBélgicaReino Unido u Holanda pusieron en cuestión los valores de sus activos y la posición de su pasivo, nosotros alardeamos de buena salud tapando unos a otros las vergüenzas, sabedores como eran todos de su comatoso estado de salud fruto del endeudamiento privado desproporcionado en productos inmobiliarios. El círculo vicioso era perfecto: el increíble riesgo asumido por todos en torno al sector de la construcción tenía su base en los altísimo niveles de consumo que el crecimiento de nuestra economía generó durante más de diez años. Ello llevó a promotores y bancos a entrar en una espiral del quien da más que inundó el mercado de hipotecas. La realidad es que cuando la recesión se echó encima traduciéndose en elevadas cifras de paro, la construcción se paró en seco y la mayoría de las empresas del sector, grandes, pequeñas y advenedizas, empezaron a desaparecer endosando sus tóxicos activos – que no es otra cosa que algo de dudoso valor – a bancos y cajas. Ya era, pues, cuestión de tiempo que en los balances de las entidades financieras españolas aflorara la realidad contable de unas pérdidas que rondan los 250.000 millones de euros.

null

Hemos agotado el tiempo de las mentiras, primero dentro de casa y luego fuera con nuestros socios de la UE. Nuestra credibilidad se ha ido agotando, primero por el descuadre de nuestras cuentas públicas, todas ellas también afectadas por el síndrome del ladrillo dada la dependencia que las administraciones locales y autonómicas tuvieron del sector inmobiliario también. Déficits no confesados con facturas en los cajones y agujeros negros de pérdidas en cajas de ahorro – casualmente residenciadas en ambos casos en la Comunidad de Madrid y en laComunidad Valenciana – han puesto la gota que ha colmado el baso de los incumplimientos de una economía demasiado pesada para ser rescatada al uso sin acarrear graves consecuencias al euro. Ahora, por tanto, que estamos a la espera de los resultados de las auditorias financieras externas – tan externas que el Banco de España no pinta nada en su labor supervisora – y que las cuentas públicas de todas nuestras administraciones deben presentarse a su control en elMinisterio de Hacienda y en la Comisión Europea cada mes, podemos proclamar orgullosos que hemos tocado fondo.

En situaciones críticas solo del reconocimiento de la verdad pueden venir las soluciones y por eso mismo llegar a tocar fondo suele ser un requisito imprescindible para iniciar la reconstrucción del sistema. De ahí que si el gobierno de Mariano Rajoy tuviera una hoja de ruta clara para afrontar esta posguerra, es el momento ya no de pedir sacrificios a los que la mayoría de la población está más que resignada, sino de hacer el relato de la tierra prometida. Hacia dónde vamos, por duras que sean las penurias que debamos pasar, y cómo debemos afrontar la travesía, son las dos grandes cuestiones aún sin respuesta. No se puede pedir a los ciudadanos que asuman recorte tras recorte de sus derechos, mientras asisten atónitos a la salida a flote de la escandalosa gestión del pasado, sin ofrecerles la esperanza no mesiánica sino en forma de políticas sostenibles.

Es evidente que lo primero que debemos reconocer es la pérdida de valor de activos y de caída de renta de los españoles. Somos más pobres y aún lo seremos más. Según diversos cálculos nos estamos jugando caer entre un 30% y un 50%, lo que nos llevaría en una especia de viaje en el tiempo a los primeros años de la década de los 80. Aclimatados a la nueva circunstancia, tanto a nivel público como privado, es urgente un planteamiento de modelo de competitividad de nuestra economía y un plan de contingencia social para salvaguardar las bases del Estado del bienestar – sanidad, educación y servicios sociales – en una sociedad que envejece a toda velocidad. Las reformas de fondo del siglo XXI que precisamos, ya llevan más de una década de retraso dado que vivíamos en la opulencia, dormidos en el sueño de morfeo sin pensar que el futuro no estaba conquistado.

La práctica quiebra de Bankia se ha convertido en el detonante definitivo de la hora de la verdad bancaria. Más allá de las soluciones coyunturales que se puedan articular de acuerdo con las instituciones europeas para producir los inevitables rescates de las entidades financieras españolas afectadas por el mal inmobiliario, la realidad es que el conjunto de entidades y su volumen se verá sustancialmente disminuido. Ello afectará de forma decisiva a economías locales y regionales con la práctica desaparición de cajas de ahorro centenarias que han cumplido labores básicas de financiación en dichas comunidades. En un marco de concentración con incorporación de capital de países europeos y con menor capacidad de competencia, las empresas pequeñas y medianas seguirán por mucho tiempo teniendo difícil su acceso a las líneas de crédito imprescindibles para su actividad. La sangría vivida por empresas y trabajadores a manos de responsables bancarios que se han comportado obviando el código del sentido común y la buenas conductas del gobierno, requieren la exigencia de responsabilidades. Es inasumible seguir siendo testigos mudos de la caída de entidades cuando paralelamente los causantes de la misma salen por la puerta de atrás con los maletines de sus cuantiosas y blindadas prejubilaciones. Hemos tocado fondo y ahora debemos ponernos en pie, pero por dignidad para empezar a caminar tenemos que juzgar y depurar las culpabilidades de lo sucedido.

null

Cómo crecer en una Europa donde hay 1,6 millones de puestos de trabajo vacantes y 4 millones de empresas cierran siendo viables

Bajo el muy ambicioso título de “Soluciones para el crecimiento” se ha celebrado en Bruselas el encuentro anual “European Business Summit” que reúne, además de lo más granado de las autoridades políticas de las instituciones europeas – con Van Rompuy y Barroso a la cabeza – y a 1.000 líderes empresariales de la UE y en el que he tenido la oportunidad de participar. El hecho de que se haya puesto el acento en el crecimiento nos habla del clima de rebelión a bordo que se vive contra las políticas monotemáticas de ajuste y austeridad que impone la canciller alemana Angela Merkel al conjunto de los Estados de la Unión. La feroz crisis mutante que afecta a Europa ha tocado fondo estructural al entrar en recesión economías como la española o la del Reino Unido y seguir poniendo únicamente el foco en los desequilibrios presupuestarios públicos, la deuda pública o la de las entidades financieras está dejando desarbolada el sustrato base de la economía productiva, la que generan las pequeñas y medianas empresas que constituyen el 80% de la actividad de la eurozona. Estranguladas por la falta de liquidez, por la caída de los pedidos basados en inversiones o servicios públicos y deprimidos por el descenso creciente del consumo privado, las empresas claman ya por un cambio de políticas, por un golpe de timón que ha encontrado momento y personaje simbólico, tras la celebración de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas del 6 de mayo.

En la apertura del foro empresarial, el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, anunció la celebración de una cena informal con los jefes de gobierno de los 27 para discutir con ellos iniciativas para el crecimiento con anterioridad a la celebración de la Cumbre de junio en Bruselas. Según el político belga, el crecimiento es en estos momentos la máxima prioridad de Europa y cifra el escenario 2014 a 2020 como decisivo para ver los resultados de esa nueva política expansiva que precisamos. Un dato revelador lanzado por el máximo responsable comunitario es que incluso si establecemos el tope de aportación de los Estados miembros a la Unión en el 1% del PIB, generaremos un billón de euros que deberían ser claves para contribuir a esas políticas que generen crecimiento. Si hemos sido capaces de poner en marcha un programa Erasmus con mucho menos inversión, que ha promovido una movilidad de los estudios de 2,3 millones de europeos en los 22 años de su existencia, deberíamos de ser capaces también de lanzar un modelo similar en el ámbito laboral. Un Erasmus para el trabajo sería el gran objetivo, sobre todo, si tenemos en cuenta el dato aportado por la Comisión Europea de que en estos momentos 1,6 millones de puestos de trabajo en Europa se encuentran vacantes por falta de herramientas de gestión de colocación coordinadas entre los Estados miembros o por incapacidad para ajustar la oferta a la demanda. Factores como la educación en idiomas y la homologación de titulaciones son las principales trabas para resolver por un lado el drama del paro para muchos jóvenes y por otro de muchas empresas que desaprovechan oportunidades de negocio por no contar con el recurso humano necesario.

null

Estos son los verdaderos desajustes de la economía europea, más allá de determinados desmanes presupuestarios que deben pasar al control riguroso de las cuentas. El rigor y la lógica austeridad no son virtudes de las que hacer gala en periodo de vacas flacas y olvidar en la opulencia, son sencillamente comportamientos éticos y obligaciones marcadas por el sentido común que debe regir la gobernanza tanto pública como privada. Parece evidente que mucho más grave que un Estado se desvíe en su déficit público un 1% de su PIB es el hecho de que más de 4 millones de empresas cierren en Europa siendo claramente viables en su actividad y funcionamiento, porque no son capaces de transferir su negocio, es decir, de establecer alianzas de colaboración para captar nuevos mercados o vender su conocimiento a empresas que tienen canales de distribución más amplios. Para quien quiera escucharlo, en Europa tenemos un problema de falta de eficacia, no tanto en los esquemas productivos o de competitividad, sino en las herramientas o habilidades puestas en común. La unidad económica ha dado importantes frutos comerciales, pero no nos ha inculcado una nueva cultura colaborativa entre empresas de distintos Estados y con distintos mercados, ni nos ha transferido la necesaria movilidad profesional de nuestra mano de obra. No es cierto que nuestro principal problema sea de costes laborales, ni tampoco de investigación o innovación. Europa sigue siendo el espacio del mundo donde más se invierte en I+D+i y ello supone que somos los más capaces para vender productos de alta gama. Ese es nuestro espacio de competitividad, el problema es que seguimos haciendo cada uno la guerra por nuestra cuenta.

Es imprescindible un acuerdo entre la estabilidad fiscal y la inversión para el crecimiento. No sé si será a Hollande si llega a ser presidente de la República al que le tocará bailar con la más fea – y que nadie piense que me refiero a Merkel porque no me permito expresiones de carácter tan machista -. Me refiero al difícil balanceo en el eje franco-alemán, entre las pulsiones de las autoridades alemanas, tanto políticas como económicas, que pueden poner el énfasis en la austeridad porque su país aún sigue creciendo y una amplia mayoría de europeos que ver cercenados sus derechos sociales mientras sus posibilidades de vivir con un trabajo digno son cada vez más remotas. Y una buena forma de salirse de la melé de posiciones tan encontradas sería poner el énfasis en los otros ajustes que mencionaba con anterioridad. Ajustar nuestros mercados, hacerlos más eficaces, especialmente el del recurso humano, el principal de nuestros recursos. Olvidar por un solo minuto, siquiera por un día, a la prima de riesgo y las cotizaciones bursátiles, dejar de lado por un lapso inconsciente el vil metal, las decisiones puramente monetarias y pensar en los problemas de fondo de nuestras empresas y nuestros trabajadores. Pensar en porqué no vendemos más y porqué no empleamos más trabajadores. Pensar en definitiva en porqué no sumamos más siendo 500 millones de ciudadanos con una alta formación y unas instituciones mucho más consolidadas que la mayoría de nuestros entornos mundiales. Ese diálogo europeo se produce solo en los despachos de Bruselas, se estudia solo en las mesas de los funcionarios comunitarios, denostados injustamente, porque a su manera demasiado cicatera y sumisa a los poderes políticos estatales, vienen escribiendo y diciendo soto voce a quien quiera leerlos y escucharlos, que tenemos que invertir más en colaborar, ser más europeos y sumar más. Y lo dicen además, desde la puesta en valor de la riqueza diferencial, desde el poderío identitario local puesto en común y siguen siendo las estructuras cada vez más virtuales de los Estados heredados de la II Guerra Mundial las que impiden una construcción más cohesionada de Europa.

Si no somos capaces de realizar este auténtico esfuerzo de construcción europea vencerán poco a poco las posiciones neopopulistas que crecen por doquier en Europa. El domingo pasado Marine Le Pen y su Frente Nacional se asomaban al 20% de votos en las elecciones francesas y un día después la ultraderecha holandesa obligaba a dimitir al gobierno de su país y conovocar elecciones. No quieren tomar la sociedad, no son revolucionarios, solo son antosistemas dentro del sistema, que quieren tener la llave del poder, las minorías de bloqueo y basan su discurso ya no euroescéptico sino eurfóbico en el descontento de la sociedad, sobre todo clases bajas populares y jóvenes, con una Europa que no aporta las ventajas que de ella esperaban y que solo les habla de crisis y de recortes. Para eso mejor transitar solos por la vida, sería el mensaje simplón que los ultras cada vez más desideologizados proclaman. Si juntos en Europa solo recibimos intervenciones que socavan nuestros derechos, preferimos envolvernos en nuestras viejas banderas guerreras y hacer la guerra por nuestra cuenta. El resultado, volver la vista atrás más de 60 años y encontrarnos en los campos de batalla que en cementerios de armas recorre nuestra historia y nuestras poblaciones. A esos discursos xenófobos y aislacionistas solo se les puede combatir con más democracia y con más eficacia en las políticas comunes, una receta fundadora de la Unión que los líderes europeos han olvidado en la mesilla de noche.

Tenemos que poner en marcha una “Marea de cambio” en Europa, basada en la generación de crecimiento, reconstruyendo herramientas e inventado nuevos modelos de colaboración público privada y entre empresas. Hemos de ser conscientes que caminamos con una pesada losa producida por nuestra estructura demográfica. Los europeos somos muy viejos en comparación con el resto del mundo y somos los que menos oportunidades concedemos realmente a nuestros jóvenes, porque los puestos de liderazgo y responsabilidad están okupados por auténticos okupas del poder. Nos quedan pocas décadas para no asistir al derrumbe de nuestro mundo, probablemente el plazo de supervivencia y regeneración europea espira ese emblemático 2020 que marca toda la Estrategia de la UE. Por eso no podemos dejar todo en manos de nuestros gobernantes asistiendo inertes a sus decisiones amparados en el silencio de los corderos. La revolución que debe suponer esa marea de cambio es antes individual que colectiva, es un cambio de mentalidad que empieza en los hogares y sigue en las empresas, de ser conscientes de lo que nos jugamos. Más Europa es más futuro, pero para eso cada uno de nosotros tiene que querer entenderlo y ponerse a la tarea, salir del aislamiento acomodado, coger las maletas virtuales de nuestras capacidades y buscarnos un socio europeo para conquistar la esperanza.

null

Al borde del éxodo, el último acto de la tragedia griega

Europa lleva casi dos años asistiendo al drama de Grecia, de su bancarrota, de su primer rescate, de sus baldíos intentos de ajustes y recortes, de sus huelgas generales, de su larvado estallido social, de su segundo rescate y, finalmente, o al menos así parece, a la decisión final de si se quedan o se van de la eurozona y, porqué no, de la Unión Europea. El problema de la decisión que finalmente adopte el eurogrupo no es otro tan egoísta como el posible contagio que producirá en el resto de Estados del euro que se encuentran en dificultades – Irlanda yPortugal, ya rescatados, EspañaItalia con elevados déficits y altas primas de riesgo en su deuda pública -. Del sufrimiento al que se está sometiendo a base de medidas de empobrecimiento de las rentas familiares y de desmantelamiento de la asistencia social a los griegos, de eso ya ni hablamos. A nadie o casi nadie en Bruselas les importa la suerte a que abandonamos a más de 11 millones de habitantes, al territorio que en su día alumbró la cultura y la civilización clásica y, en la actualidad, a un enclave geopolíticamente crucial en el escenario mediterráneo y, por ello, en la relación con Turquía y Oriente Medio. Así de pacatos y cortoplacistas se han vuelto nuestros políticos obsesionados por el vil metal.

Es Grecia presa de su propia paradoja. Allí se creo la tragedia griega que hoy en forma de pesadilla irónica viven sin máscaras, ni teatros, en plena calle. De ahí que me permita la licencia de recordar que la tragedia helena está estructurada siguiendo un esquema rígido, cuyas formas se pueden definir con precisión. Se inicia generalmente con un prólogo, que según Aristóteles es lo que antecede a la entrada del coro. Las características generales son que se da la ubicación temporal y se une el pasado del héroe con el presente, pueden participar hasta tres actores, pero sólo hablan dos y el otro interviene o puede recitar un monólogo. Se informa al espectador del porqué del castigo que va a recibir el héroe y en esta parte no interviene el coro. Verdad que nos suena: el héroe el pueblo greigo, dos actores, MerkelSarzoky, con el monólogo de la Canciller, con el coro del eurogrupo. El castigo se anunció tras el primer rescate. Prosigue lapárados, que son cantos a cargo del coro durante su entrada en la «orchestra». En esta parte se realiza un canto lítico, donde se dan danzas de avance y retroceso. En la realidad que vivimos, se escenificó con las primeras huelgas y violencia en las calles de Atenas, mientras su clase política trataba de dar pasos hacia adelante y hacia atrás sin alcanzar acuerdos.

null

Luego comienzan los episodios que pueden ser hasta cinco. En ellos hay diálogo entre el coro y los personajes o entre personajes; es la parte más importante por ser la dramática por excelencia y expresa el pensamiento e ideas del personaje. Entre los episodios se hallan los estásimos, que son intervenciones del coro en las que se expresan las ideas políticas, filosóficas, religiosas o morales del autor. Aquí nos encontramos tras dimitir Papandreu y forzar la UE un gobierno de coalición presidido por el tecnócrata Lukas Papademos. Por último, el éxodo es la parte final de la tragedia, hay cantos líricos y dramáticos; el héroe reconoce su error. A veces es castigado con la muerte por los dioses y es allí donde aparece la enseñanza moral. A punto estamos de dictar esta trágica sentencia contra el pueblo griego y con ello condenarnos eternamente a la derrota del proyecto europeísta.

Volviendo a la cruda situación conviene analizar qué está exigiendo la troika de acreedores –Comisión EuropeaFMIBCE – al gobierno griego. El acuerdo sobre Grecia se basa en tres pilares. El compromiso de nuevos ajustes sociales por parte del Gobierno y los partidos políticos griegos, un acuerdo con la banca por el que acepte unas pérdidas o quita de la deuda de hasta el 70% de su inversión en Grecia y la aceptación por parte de la UE y el FMI de conceder un segundo paquete de ayudas que podría oscilar entre 130.000 y 145.000 millones de euros. El capítulo de recortes es especialmente traumático para un país que empieza su quinto año de recesión y que está cada vez más próximo a la explosión social. Los ajustes que se debaten ahora, muchos de los cuales son compromisos anteriores no aplicados aún, incluyen una reducción de gastos sanitarios de 1.100 millones; recortes en Defensa y en la Administración local, de 400 millones en cada caso; reducción del salario mínimo en 22% (pasaría de 750 euros brutos a 586 en 14 pagas), reducciones del 15% en las pensiones complementarias y aplicación del acuerdo anterior de eliminar 15.000 empleos del sector público.

La encrucijada a la que se está sometiendo a Grecia es tan simple como quedarse en el euro para sufrir décadas de pobreza e inestabilidad social o salirse y pasar a ser los parias de la Unión. Además, desde el punto de vista jurídico comunitario, no está regulada la salida del un miembro del euro, mientras que sí lo está cuando se sale Unión Europea, por lo que la caída de Grecia podría suponer que el Estado heleno se viera expulsado del club europeo. Hecho que podría convertirle en un oscuro objeto de deseo de potencias hostiles a los intereses europeos, dado el caos social que produciría quedarse en tierra de nadie en el escenario internacional.

El éxodo griego, de producirse, tendrá indudables efectos sobre la imagen de la Unión Europea y su ya tocada credibilidad en los mercados financieros. Así lo reconocía el ministro de Economía español Luis de Guindos al manifestar que «si Grecia va a la quiebra, puede haber contagio». El temido efecto dominó sobre países con sus cuentas públicas cuestionadas alarga su sombra sobre el continente. De ahí que todos debamos ser muy conscientes de la trascendencia de cualquier decisión que se tome sobre Grecia porque del final de la tragedia griega depende en gran medida el futuro de Europa.

null