España 2015, de elección en elección hasta la derrota final

Andalucía abre el juego electoral en el que España se va a ver sumida durante el presente 2015. Cuatro convocatorias a las urnas que prácticamente van a dilucidar el nuevo reparto de poder para los cuatro próximos años, siempre que la aritmética parlamentaria haga posible la estabilidad toda una legislatura. Es el año del juicio político a la gestión de la crisis. Al ya ex presidente Rodríguez Zapatero la crisis le costó el mayor varapalo electoral de la historia del Partido Socialista y hasta la fecha, la inmensa mayoría de los gobernantes que han pasado examen de su acción política han cosechado un severo castigo. Nada que pueda sorprendernos, pues, las consecuencias de la crisis se pueden medir en pérdida de derechos, de protección social y, excepto los más ricos, de fuerte caída de poder adquisitivo de los ciudadanos. Pareciera que ante este panorama, el votante se mueve más por el deseo de escapar de la pesadilla y prefiere lo nuevo como oferta antes que reincidir en políticas que considera le han llevado hasta aquí. Esa sería la primera reflexión a tener en cuenta: en la proporción que finalmente resulte, pero debemos descontar la entrada en el mapa político con fuerza, de opciones nacidas en el propicio caldo de cultivo de la crisis y que hasta la fecha no han ejercido responsabilidad de gobierno.

Que el baile empiece en Andalucía tiene todo que ver con la estrategia socialista de salvar los muebles en su feudo más fiel y seguro. De haber dejado la cita electoral andaluza para más adelante, el PSOE podría haberse encontrado con un rosario de malos resultados que habrían hecho peligrar su propia existencia. Adelantando no han buscado la estabilidad de gobierno, más bien la ponen en juego, pues, difícilmente el resultado del próximo domingo arroje un Ejecutivo más sólido que el de coalición con Izquierda Unida anterior a la disolución. Sin embargo, la victoria clara aunque sin mayoría absoluta y con una fuerte pérdida de escaños respecto a los anteriores comicios, según auguran los sondeos, suena a música celestial a un partido socialista necesitado de una buena noticia de cara a las elecciones autonómicas y municipales del mes de mayo. Está claro que ante el vértigo a precipitarse hacia la desaparición, la vieja guardia con Felipe González a los mandos ha tocado a rebato, tirando de manual estratégico y poniendo paz entre Susana Díaz y el aun bisoño secretario general, Pedro Sánchez. Esta es la primera consecuencia de la entrada imparable de Podemos en el escenario político, la reacción del PSOE. Por su parte, el PP ganador de los anteriores comicios andaluces, al borde entonces de la mayoría absoluta, optó por el recambio de su líder, jubilando al eterno aspirante a presidente de la Junta, Javier Arenas y sustituyéndole por un desconocido Juan Manuel Moreno Bonilla. Un plan aparentemente quebrado, al menos en las encuestas, por la incorporación de otra nueva fuerza que compite por el espacio del centro, Ciudadanos.

null

Un mal resultado del PP en Andalucía tendría consecuencias negativas con casi total seguridad en los comicios que más preocupan este año a la formación conservadora. Las elecciones autonómicas y municipales de mayo son el hito más complejo de salvar para los populares, sobre todo, por la gran acumulación de poder que registraron en 2011. Gobernando como gobierna en la gran mayoría de las comunidades y principales ayuntamientos españoles, de natural deben perder un importante número de cargos electos y gobiernos, un efecto que puede agravarse por el desgaste de la acción del gobierno Rajoy y la retahíla de casos de corrupción en los que se haya inmerso. Ese efecto dominó que de perder en Andalucía arrastraría a derrotas en toda España en mayo, dado lo apretado de todos los plazos electorales podría también condicionar negativamente su resultado en las elecciones generales de noviembre o diciembre. En todo caso, es obvio que al PP y concretamente a Mariano Rajoy, dadas sus escasas cotas actuales de popularidad, le está siendo muy complicado poner en valor los logros de su gestión relativos  a la mejora de la situación económica, a haber evitado el rescate de España y a ponernos en la senda de la recuperación,  hechos que internacionalmente nadie le niega. Sus votantes se han sentido traicionados por una gestión que consideran ha sido desleal a su programa, especialmente con la subida de impuestos y de ahí, que esa clase media de derechas que ansiaba un planteamiento liberal de gobierno, hoy por hoy, salvo que el miedo escénico a una victoria de la izquierda le movilice, está más por la labor de votar a Ciudadanos o de quedarse en casa.

Por medio, entre las autonómicas y municipales y las generales, Artur Mas metió la ficha de unas elecciones catalanas, pretendidamente convocadas por él como un plebiscito por la independencia. A la vuelta de las vacaciones de verano y en el entorno de sensibilidad que genera la Diada de Catalunya, el president pretende demostrar con los votos en la mano, la existencia práctica de una mayoría política independentista en el Parlament. Sus diferencias con Esquerra Republicana, sin embargo, han enfriado mucho los anhelos de independencia entre los votantes, siempre según las encuestas. Queda por ver si ambas formaciones, CiU y ERC son capaces de conformar una sola lista o al menos acudir con un programa común a las elecciones. De no ser así, el camino emprendido hacia la independencia podría haberse quedado de momento en una altisonante batalla por el poder autonómico, mientras que en el frente españolista, toda la refriega se saldaría con la victoria de Ciudadanos en detrimento de PSC y PP.

El gran generador de este calendario y, en gran medida, de la enorme incertidumbre que el futuro político español despierta, no es otro que Podemos. Una formación de recientísimo cuño, inexperta total en este tipo de comicios, pues, solo concurrió a las elecciones europeas de circunscripción y lista única. Esta formación y su líder han alcanzado cuotas de popularidad mediática desconocidas hasta la fecha en tan escaso período, lo que afianza la opinión de que su novedad despierta enorme interés, sea a favor o en contra. Se trata en esencia de un fenómeno caliente, que en dicha condición reúne lo mejor y lo peor de si mismo. Podemos está de moda, pero su reto es no ser una moda y convertirse en una realidad creíble y sostenible como oferta política en el tiempo. Como todas las cosas, a su vez el tiempo corre en su contra, ya que cada vez son menos novedosos, pierden frescura a medida que les conocemos más, se parecen a todos y se les exige que concreten sus propuestas. El cheque gratuito a Podemos por parte de los electores no sabemos cuántas convocatorias a las urnas puede durar, pero cuatro como tenemos este año, se antojan demasiadas. Las informaciones sobre irregularidades de Errejón o sobre las cuentas personales de Monedero no les ayudan, como tampoco lo hace la gestión del gobierno griego de Alexis Tsiprasa medida que tenga que reconocer el estrecho margen de acción política que queda más allá de los imperativos impuestos por Bruselas. Y, para colmo de posibles males, para la formación de Pablo Iglesias, aparecen los novísimos, una fuerza política más asumible y centrada para muchos votantes, Ciudadanos, con un líder mejor vestido y de discurso amable, que está robando a parte del electorado snob en todo el territorio que se siente español.

Como se ve, vivimos tiempos tan confusos como previsiblemente convulsos y de cambio político en España. El grado exacto y la magnitud del terremoto, lo iremos sabiendo por etapas y comicios. Ninguna de ellas dejará de tener impacto en la siguiente, de ahí que convenga a la hora de reflexionar o hacer pronósticos tomárselo con mucha calma y sosiego. Sobre todo si tenemos en cuenta que los medios y los propios partidos han decidido convertir a las encuestas en arma de guerra de uso más que frecuente asiduo. Nos estamos viendo sometidos cada fin de semana a un sondeo sobre algo relacionado con unas u otras elecciones, como si pudiera ser cierto que la opinión o el voto cambia cada siete días en más de un diez por cierto de la población. Tratar de influir mediante encuestas en el estado de ánimo del votante es una vieja técnica a la que no niego valor,  pero muchas empresas demoscópicas, medios de comunicación, sociólogos y politólogos, están poniendo en riesgo su buen nombre y credibilidad en este juego. En cualquier caso, los ciudadanos tenemos la última palabra y la partida empieza en Andalucía.

null

Algunas alertas de fraudes en las elecciones europeas

La mentira siempre es un mal negocio, sobre todo, porque su durabilidad es escasa. El tiempo siempre pone a cada uno en su sitio y la realidad de las cosas acaba imponiéndose. Pero si hay algo que puede resultar ridículo es el autoengaño, hacerse trampas en el solitario es una de las expresiones más patéticas del ser humano. Pues eso es lo que algunos dirigentes europeos están haciendo desde el 25 de mayo, desde que descubrieron que los resultados de la noche electoral de los comicios europeos, no les ayudaban a componer su particular solitario. Entonces empezaron una especie de ejercicio de simulación basado en la negación de todo aquello que puede alterar sus planes aunque ello signifique una verdadero fraude de lo expresado en la urnas. Y no han sido pocos los tentados en esta suerte de ejercicio de ciencia ficción, empezando por la canciller Ángela Merkel, pasando por los dos grandes partidos europeos, el popular y el socialista, otros de mucho menos volumen como UPyD o Ciudadanosy terminando por la propia Monarquía parlamentaria española urgida a una sucesión express en la Corona. Y ese análisis que por cercano resulta más fácil en casa propia es bastante extrapolable a muchos de los Estados de la Unión. Resumen del resumen, Europa acentúa su principal problema, la dicotomía entre la Europa real y la Europa oficial.

Empecemos por el más flagrante caso de intento de fraude electoral. El Tratado de Lisboa, pese a lo que los jefes de Gobierno tratan ahora de filtrar a la opinión pública, deja pocas dudas sobre el procedimiento de elección del próximo presidente de la Comisión Europea. Así lo decidieron ellos cuando urgidos por el no francés a la Constitución europea les puso al borde del precipicio del proyecto común. El presidente de la Comisión lo propone el Consejo Europeo – ellos . pero lo aprueba el Parlamento Europeo. De ahí que por lógica, la misma que ahora quieren negar, que los grupos políticos con opciones de conformar mayorías nominaran previamente a sus candidatos para que los electores europeos pudiéramos decidir sobre el personaje idóneo para capitanear la nave ejecutiva de la UE. JunkerSchulzVerhofstadt, Keller o Tsipras se presentaron ante los europeos con su idea de Europa, dando la cara en debates y mítines, haciendo campaña para lograr el voto como candidatos a presidir la Comisión. Los jefes de Gobierno lo avalaron, pues, unos y otros son líderes de sus respectivos partidos en sus Estados. Merkel en la CDU o Rajoy en el PP, dieron su apoyo a Junker en la cumbre del Partido Popular Europeo en la cumbre de Dublín. Por ello, es bochornoso espectáculo ofrecido por la canciller germana titubeando su apoyo al candidato del centro derecha europeo, solo puede calificarse de fraude a los electores. Resulta tan obvio que lo único que está haciendo Merkel es poner trabas a reforzar los poderes del Parlamento Europeo y, por ende, de la Comisión para seguir controlando a su antojo un todopoderoso Consejo, que hasta el propio Junker, nada peligroso revolucionario, ha clamado públicamente por la falta de decoro de la situación vivida. Poniendo un pelele al frente de la Comisión, saltándose la voluntad de los ciudadanos y hurtando la decisión al Parlamento o sometiéndole a la verticalidad de la decisión de los partidos nacionales, Merkel logra un doble objetivo: reeditar las dúctiles comisiones Barroso y convencer a todos los europeos de que el Parlamento no sirve para nada y que el poder lo tiene ella y su país. Tontos no somos y eso, repito. es un fraude.

null

Ante esta situación los dos grandes bloques políticos en la eurocámara, populares y socialistas, andan reuniéndose por los pasillos a escondidas tratando de buscar soluciones. A hurtadillas sin los focos de los medios de comunicación y mucho menos sin el rigor del debate de la luz y los taquígrafos, tratan de cambiar cromos suficientes para dar la apariencia de un elección a lo que es una componenda para dejar tranquilos a los jefes de Gobierno y especialmente a una de ellos. La izquierda y la derecha centrada europea parece no haberse enterado del tsunami que le ha rodeado en estas elecciones. Parece no querer entender el clamor de llamada de atención que supone el crecimiento del populismo ultra en Francia, la eurofobia recalcitrante en el Reino Unido o la irrupción inesperada de Podemos en España. En vez de coger su granero de votos y tratar de conformar mayorías con otras fuerzas minoritarias, lo que supondría aceptar parte de sus programas, que es lo democráticamente correcto, para después presentar el candidato a presidente de la Comisión y que éste defendiera ante los 751 eurodiputados su programa de Gobierno, lo previsible es que monten una “grossen coalitionen” de la que gustan a Merkel con todo atado y bien atado para que nada pueda cambiar. Se repartirán los cargos entre Junker y Schulz y todos contentos, pero no creo que aquellos votantes que creyeron en uno o en otro, en sus planteamientos de construir una nueva Europa se sientan agradecidos por este ejercicio de birlibirloque, por el cual, lo que ayer era rojo hoy es azul y lo que fue azul es ya rojo. Fraude y más fraude.

A menor escala, pero en la mayoría de las fuerzas minoritarias nacionales que no están integradas en grandes coaliciones europeas, se ha producido un esperpéntico cambio de papeles para lograr encajarse en los grupos parlamentarios de la eurocámara. Probablemente casi ningún votante sabía del sistema de funcionamiento de los grupos políticos en el parlamento de Estrasburgo/Bruselas. No formar parte de un grupo parlamentario supone pasar a los no inscritos, que algo así como el limbo de los parias, sin derecho a prácticamente nada. Pasar cinco años en blanco, sin pena ni gloria, salvo la honra gloriosa de una foto en la tribuna con una camiseta de protesta por cualquier tema originalmente marginal. Eso y no participar en las comisiones con lo que supone de suculentos ingresos personales y para el partido. De ahí que a la carrera se hayan conformado los grupos de cara a la sesión constitutiva del próximo 1 de julio. Si damos un repaso a los partidos que concurrieron en el Estado español y dónde han aposentado sus escaños, nos llevamos sorpresas incluso desagradables para muchos de sus votantes. Del PP y el PSOE poco que decir, pues, tienen sus grupos popular europeo y socialistas y demócratas.Convergencia y el PNV desde hace varias legislaturas, concretamente desde queAznar logró que les dieran puerta en el grupo popular, han encontrado acomodo entre los liberales – ALDE -, lo cual no puede sorprender a sus votantes, pues, así lo manifestaron y movieron a su candidato, el belga Guy Verhofstadt por sus caladeros de votos. Podemos se ha integrado en el grupo de la Izquierda Europea, donde confluye con Izquierda Unida, su teórica competencia, por lo que los votantes de ambas formaciones tendrán una voz idéntica en la cámara. Pero los que rayan el surrealismo son UPyD y Ciudadanos, formaciones que van a integrarse en el grupo de los liberales compartiendo asiento con Convergencia y PNV, enemigos acérrimos en España. Y para más inri, ALDE les ha obligado para ingresar reconocer el derecho a decidir de las naciones europeas sin Estado. Algo que niegan con contundencia y griterío en el Congreso de los Diputados o el Parlament de Cataluña, sus líderes Rosa Díez y Albert Rivera. Inexplicable fraude.

Pero el tsunami desbocado en fraude no solo ha afectado a dirigentes y formaciones políticas, también ha afectado por contagio a las más altas instituciones. La apresurada abdicación del Rey, consiguiente coronación deFelipe VI y aforamiento del rey abdicado, supone un ejercicio de precipitación desmedida solo explicable por el temor a las consecuencias de las elecciones del 25 de mayo. Vale que hace 40 años cuando Juan Carlos I fue coronado por designación de las Cortes franquistas no era momento de someter a referéndum su entronización y vale que la Constitución de 1978 le daba cierta legitimidad, aunque habrá que recordar que se votaba un todo y no las partes, por lo que el Sí se dio a la fundamental que no otra cosa, pero de vital transcendencia como las libertades y la democracia en España. De medio tapadillo se aceptó la Monarquía como forma de Jefatura del Estado. Pero pasadas tres décadas, en pleno siglo XXI, lo mínimo es que los españoles pudieran ser consultados y expresar su opinión al respecto. La mayoría de edad de aquella democracia naciente debiera permitirnos hoy pasar por las urnas cualquier aspecto de nuestra convivencia y no ser gobernados por instituciones que viven en el permanente miedo a lo que opinemos como si de niños se tratara que pudieran equivocarse. Estamos ante un fraude de legitimidad del nuevo monarca, que no de legalidad por supuesto. El problema es que cuando las urnas se sigan manifestando en tantos otros aspectos y pueda consolidarse una mayoría republicana, será ya innecesario el referéndum. Si así ocurre se optará por el cambio de modelo de Estado.

Permitid una última reflexión. Si la era de Internet ya supera los 20 años, si sus fases de desarrollo hasta las actuales aplicativas con soportes de telecomunicaciones cada día más cercanos y accesibles avanza a velocidad ilimitada en nuestras sociedades, si el acceso a la información es cada vez más universal, en suma, si la última revolución tecnológica que hemos vivido está plenamente implantada, es absurdo pensar que ello no va a conllevar revoluciones sociales y cambios de estructuras de poder. La historia de las civilizaciones se escribe con los cambios tecnológicos como motor fundamental. Ello cambia la forma de vida del ser humano. La observación de esos fenómenos desde una articulación filosófica compone el pensamiento de cada era. La plasmación estética del cambio social en forma de arte, es decir, los distintos movimientos artísticos, son siempre la antesala del liderazgo político de la nueva era. Analizar dónde nos encontramos en estos momentos, pero os aseguro que estamos más cerca de esto último que de los albores del uso de la Red en los años 90. La vieja aristocracia volverá a dejar paso a una nueva burguesía ocupará el espacio. O tal vez hoy, en esta simulación de modelos que vivimos de comunismo capitalista, todo parezca que es de todos, pero lo único cierto es que el cambio está ya aquí y nada ni nadie quedará al margen de él. La foto de hace 5 años de líderes o lideresas, tendrá nuevos rostros en breve, en menos plazo del que muchos piensan. Póngase guapos los llamados al nuevo retrato y traten de poner a buen recaudo sus cuellos los que salen del viejo lienzo.

null